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Lunes, 04 Noviembre 2019 05:40

TETE ROMERO: "NECESITAMOS UN GRAN CONGRESO PEDAGÓGICO DEL SIGLO XXI" Featured

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04 NOVIEMBRE 2019 REPORTE24//

FRANCISCO ROMERO PRESENTÓ EN ROSARIO LOS DOS TOMOS DE "CULTURICIDIO" Y AFIRMA QUE LA MATRIZ DE LA SECUNDARIA ES MERITOCRÁTICA.

Por Matías Loja / La Capital//En 2004, el escritor y docente Francisco "Teté" Romero sacaba a la luz el primer tomo de Culturicidio, un ensayo que historizaba la educación argentina entre 1966 y 2004. El año pasado revisó y corrigió aquella serie de escritos, sobre todo a la luz de la experiencia kirchnerista y del macrismo que gobierna actualmente en la Argentina. Así nació Culturicidio II presentado a fines de septiembre en Rosario.

Romero es chaqueño, profesor en letras egresado de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) y director académico del Instituto de Educación Superior de la Fundación Mempo Giardinelli. Pero además fue ministro de Educación del Chaco, presidente del Consejo Federal de Cultura y coordinador del Plan Nacional de Educación Obligatoria y Formación Docente del Ministerio de Educación nacional.

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Para Romero, el próximo gobierno que asuma a partir del 10 de diciembre tendrá que atender, en lo urgente, la emergencia alimentaria de amplios sectores de la población, sobre todo de niños, niñas y adolescentes. Pero además, comenzar a plantear la necesidad de "un gran congreso pedagógico del siglo XXI", que busque "desmercantilizar, descolonizar y despatriarcalizar" la educación. Crítico del gobierno de Macri, afirma a La Capital que el de Cambiemos representa, después del período de la última dictadura y el menemismo, un nuevo ciclo donde el Estado se quita la responsabilidad indelegable de garante de la educación pública. Y afirma que la matriz de la escuela secundaria "sigue siendo selectiva y meritocrática".

—¿Cómo surge el concepto de "culturicidio" para pensar la educación argentina?

—Culturicidio nace ante una carencia: la dificultad para nombrar algo que nos había sucedido y donde las categorías resultaban poco asimilables a lo que estábamos viviendo. En el año 2002 soy invitado a un foro por Mempo Giardinelli para pensar por qué la Argentina, que fue la sociedad más igualitaria de América latina antes de la dictadura, se estrelló en diciembre de 2001. Yo tenía estos datos: redistribución social de la riqueza antes del 76 se repartía un 50 por ciento entre el capital y 50 por ciento en el mundo de los trabajadores, pero al término de 2002 era 78 para el capital y 22 a los trabajadores. La conclusión era fácil: hubo una distribución brutal de la riqueza a favor de la economía más concentrada. Pero era necesario cruzar los datos de la cultura y del estado social de la lectura. La Unesco dice que éramos el octavo país más lector del mundo antes del 76, con una poderosa industria editorial. Leíamos entre cuatro y cinco libros por habitante al año hasta el 76. Las venas abiertas de América latina fue best seller dos años. Al término de la dictadura leíamos 0,8 libros por habitante al año y los best seller pasaron a ser los norteamericanos. Pero además, el 30 de agosto podemos rememorar dos hechos que aparecen disociados pero van unidos: el día del detenido desaparecido y el día de la vergüenza del libro argentino, porque en 1980 ardieron un millón y medio de libros del Centro Editor de América Latina (Ceal). La Unesco también establece el estado social del lenguaje. Dice que un hablante medio empleaba en la Argentina antes del 76 entre 4500 y 5 mil palabras y establece que se perdieron alrededor de 3 mil palabras durante la dictadura. Uno ahí dice: 4 mil palabras era un piso para poder y hacer pensar. Si te sacan 3 mil palabras te convertís en una sociedad adicta, que en latín significa falto del lenguaje. De ahí viene la tesis: culturicidio es entonces la destrucción deliberada de todo aquel patrimonio lingüístico, cultural, de memoria e identidad que había constituido a una sociedad, la más igualitaria de América latina. Porque no se puede explicar la colonización económica sin desocultar los mecanismos de la colonización cultural y pedagógica.

—Define al macrismo como un tercer ciclo de desresponsabilización del Estado en materia educativa ¿Qué similitudes hay con los anteriores?

—Lo que uno tiene que saber detectar, por fuera de la hojarasca, es la permanencia, siempre en tensión y en conflicto, de un modelo: el neoliberal, instaurado a partir de 1976. El de la dictadura fue un ciclo de endeudamiento que coincide con el primer ciclo de desresponsabilización del Estado respecto al derecho social a la educación. Es muy brutal cuando uno puede visualizar que el Estado nacional bancaba la salud y la educación en un 80 por ciento. En 1978 se da la primera ley de transferencia de los jardines de infantes y de las primarias, que eran nacionales, a las jurisdicciones sin fondos para sustentarla. En 1992 y 1994 se da un segundo ciclo de endeudamiento y de desresponsabilización, porque se transfieren todas las escuelas secundarias y los institutos de educación superior a las provincias, también sin fondos para sustentarla. Y ahora vivimos un tercer ciclo de endeudamiento externo y de desresponsabilización, porque la ley de financiamiento educativo, que a partir de 2005 había llevado el 3,68 por ciento del PBI para educación al 6,5, ahora bajó al 4,8. Pero además está inaplicable. Y el articulo 9 en especial fue derogado, que es el que fija un fondo de compensación salarial para que las nueve provincias más pobres alcancen un piso que sea el mínimo de toda la docencia argentina. Con cada ciclo de los mencionados se consagran nuevas caídas en los grados de desigualdad social.

—¿Por que caracteriza a la gestión Cambiemos como "República Matrix"?

—Me pareció un hallazgo la película de 1999 de las hermanas Wachowski. Me acuerdo que en un determinado momento el personaje Cypher negocia con la Matrix, con ese sistema virtual que nos hace creer que vivimos una realidad cuando estamos enchufados todo el tiempo. Bueno, Cypher dice que quiere rendirse, durante nueve años se desenchufó de la Matrix pero descubrió que la realidad es insoportable. Y ahí dice que la ignorancia es una bendición. Nora Merlin, una gran psicoanalista lacaniana dice, junto a Jorge Alemán, que el neoliberalismo no es solamente un proyecto económico, es sobre todo un proyecto de vida. Tiene su propia utopía, una gran fábrica virtual de construcción de sentido común y subjetividades. Noam Chomsky dice que cerca del 90 por ciento de las sociedades urbanas se informan a partir de las redes sociales, manejadas en gran medida por cuatro o cinco grandes corporaciones ¿Cómo nos comportamos en esa fábrica? A partir de la emoción, donde generalmente no abrimos el texto y simplemente ponemos “me gusta”. ¿Y en qué consiste esta gran victoria cultural del neoliberalismo? En definir a la democracia como liberalismo político y a la economía como economía de mercado. A partir de ahí populismo es todo aquello que vuelva a insistir con la redistribución más justa de la riqueza. El kirchnerismo reintroduce en la vida política argentina lo indeseable, el hecho maldito. Plantea a la democracia como litigio por la igualdad y de la emancipación. Palabras que estaban cargadas de un sesgo peyorativo o demonizadas. Ahí se da una batalla cultural donde se gano y se perdió. Entonces, “República Matrix” es porque vivimos una realidad construida desde una narrativa de los poderes fácticos, mediante dispositivos comunicacionales que son fábricas de subjetividades y de sentido común colonizados.

—En el libro hay varias frases de funcionarios nacionales respecto a la educación ¿Cuál es la mejor define el espíritu educativo de Cambiemos?

—Creo que cuando el presidente dice esto de “caer en la escuela pública” es un acto de sincericidio de alguien que piensa que a la escuela pública es lo peor que le puede pasar a su clase. Creo que nunca como antes hablaron en nombre de una clase que desprecia lo público, que desprecia al Estado. El Estado anterior procuraba que lo público fuese la gran ocasión para que los nadies de la historia tuvieran mejores condiciones de posibilidad. Por eso ahí está el intento de Cambiemos, como dijo Alejandro Finocchiaro (ministro de Educación nacional) de cambiar la matriz cultural de la Argentina. Marcos Peña mismo dice que esta elección no es por la economía sino para cambiar el alma de los argentinos. Ahí vuelvo a algo que dijo la dictadura muy claramente en el Operativo Claridad de represión. Ibérico Saint Jean, militar interventor de la provincia de Buenos Aires, decía: “La batalla que libramos se libra contra la guerrilla, pero sobre todo en el corazón y la mente de los jóvenes y los docentes”. Por eso creo que en el espíritu de Cambiemos está que lo público y la presencia del Estado joroba a ese hombre y mujer que, utopía neoliberal, son fruto de su propio esfuerzo. Le habla a lo aspiracional de una persona que, si le quitás el peso de la historia y sus legados, ve al vecino no como aliado sino como un obstáculo.

—Venimos del centenario de la Reforma Universitaria ¿Cómo interpela esta época a la educación superior?

—Venimos de un año muy intenso, porque el 30 de agosto de 2018 las universidades salieron a la calle, en gran medida, a plantear —acompañados de movimientos sociales y sindicales— que la educación pública es gratuita, libre y laica. Dieron batalla en principio movidos por una cuestión de desfinanciamiento, pero me parece que hoy necesitamos un gran congreso pedagógico del siglo XXI para desmercantilizar, descolonizar y despatriarcalizar. Porque la ley de educación superior de 1995 mercantilizó la educación superior. Lejos de transformar las matrices que había dejado la dictadura, lo que hizo es formar a generaciones enteras con la idea de que la autonomía es respecto del Estado. Resignificar los legados de la Reforma del 18 supone plantear que el gran enemigo de la universidad son las corporaciones. Cuando pensamos en las carreras de Medicina o Ciencias Exactas vemos cómo las corporaciones se meten en los programas de estudio, financian posgrados y le moldean la vida para que un profesional, después de estudiar en la universidad pública, piense en ponerse una clínica privada. Hay dos proyectos culturales en pugna: por un lado el de la meritocracia, hedonista, individual; y por el otro lado un modelo cultural donde decimos, que la sociedad es una trama de solidaridad, conflicto y organizaciones. Donde somos guardianes de la memoria y responsables de los nuestros hermanos y hermanas. El 42 por ciento de la matrícula secundaria se perdió en cuatro años de macrismo. Vamos a hacer una autocrítica: nosotros garantizamos el ingreso de los pibes y pibas de la asignación universal por hijo. Pero no pudimos garantizar la permanencia y el egreso en un tiempo razonable. Porque esos pibes y pibas que eran primera generación en sus familias de escuela secundaria venían de muy lejos. La matriz de la escuela secundaria sigue siendo selectiva y meritocrática. No piensa en las trayectorias escolares. Así que ahí hay una gran transformación que hacer. Pero ojo, no hay que regalarle ni a los meritócratas ni a los republicanos las banderas del mérito y el esfuerzo.

—Hace poco en Rosario el ex ministro Alberto Sileoni habló de tareas urgentes y otras de mediano y largo plazo. ¿Cuáles son para usted esas acciones?

—Lamentablemente a determinados procesos que sobrevienen a los etapas de destrucción no le es dado a elegir por dónde empieza. Hay que hacerlo simultáneamente. Nadie enseña sobre la base del hambre. Hay que parar el hambre. Por lo tanto, hay una emergencia alimentaria y al mismo tiempo hay que recomponer el mundo salarial, levantar el poder adquisitivo. Si no se recompone eso no se recompone nada. Pero al mismo tiempo, la escuela tiene que entrar rápidamente en un proceso de congreso pedagógico, porque hay dos preguntas que no nos estamos haciendo hace rato: cuál es la misión de la educación pública argentina en el siglo XXI y cuál es la misión de la educación superior. Por eso digo, primero tenemos que recomponer los salarios, porque se triplicó la cantidad de pibes en los comedores escolares. Eso lo vemos sobre todo los días lunes, porque no comieron y la pasaron mal el fin de semana. Entonces, con eso no se joroba. Tenemos que recomponer eso, y al mismo tiempo conseguir un nuevo contrato social pedagógico, que está quebrado. No hay credibilidad en nadie acerca de a qué se va a la escuela pública. Creemos en la escuela pública, pero nos falta eso. Necesitamos una nueva ley de educación superior y que la formación docente sea nacional, gratuita y que durante cinco años llegue al cien por ciento de los docentes. Porque la pregunta es cómo educar en los contextos de nuestras aulas reales. Esa pedagogía es la que necesitamos forjar. Tenemos una pedagogía que no piensa en nuestros pibes y pibas.

"Resignificar los legados de la Reforma del 18 supone plantear que el gran enemigo de la universidad son las corporaciones"

—¿Qué es hoy una buena escuela?

—Una escuela que pueda responder a las necesidades y demandas, tanto de los centennials, los nativos digitales, como las del mundo del trabajo, la industria, de la producción. Vengo de El Impenetrable chaqueño de ver a jóvenes que trabajan en dos cooperativas, una que exporta miel a Europa y Estados Unidos. Y ahí no tenemos una tecnicatura en apicultura, entonces viene el desarraigo. O estudian cosas que no les gusta. También hay que repensar la relación de la educación con esa sociedad. Invertir mucho en ciencia y tecnología. Tenemos un modelo de sustitución de importaciones donde somos ensambladores, pero producimos piezas de poco valor agregado. En el mediano y largo plazo hay que transformar la matriz productiva para generar puestos de trabajo más calificados. E invertir en ciencia y tecnología para tener mayor soberanía. Para eso necesitamos transformar la matriz cultural y una ley nacional de cultura, para debatir un proyecto cultural de nación.

—¿Y un buen docente?

—Un buen docente tiene que tener la gran capacidad de leer esta realidad. Interactuar críticamente con soportes, pantallas y con esas subjetividades. Poder entender que hoy tenés lectores y lectoras en otros soportes, con otras lógicas cognitivas. Entender esa lógica es decir “no vengan a mí, yo voy hacia ellos”. El puente de la historia es el diálogo entre generaciones, los docentes tienen que dialogar, milenio de por medio, con otra galaxia cognitiva.

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Hablando de... invitado Francisco “Tete” Romero Julio Molisano Reporte24