LOS DIRIGENTES NACIONALES PIENSAN EN LAS ORGANIZACIONES CON UN FORMATO SIMPLISTA Y ÁGIL, INTEGRADAS POR TALENTOS ATRAÍDOS POR LA PRÓXIMA OPORTUNIDAD PROMETEDORA DE LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO QUE GENERE VALOR DE CONTENIDO SOCIAL Y MEJORE LA VIDA DEL PROMEDIO DE LA SOCIEDAD.
POR JORGE JULIAN/Las pretensiones empresarias en el mundo tecnológico son positivas desde un punto de vista formal, pero la creencia de una verdad única y exclusiva, muchas veces a lo largo de la historia nos ha llevado a cometer las mayores atrocidades desde el punto de vista humano.
Los argentinos sabemos que las habilidades más buscadas representarán el mayor paquete de generación de riqueza, con trabajadores de ideas afines gravitando entre sí, ayudados por la tecnología, la Argentina generará motores de innovación, que nos van a incluir a todos en la Economía del Conocimiento.
En la era de las comunicaciones, resulta poco inteligente no abonar un ecosistema de diálogo profundo, pro-activo y sincero para el desarrollo de una industria que tiene la responsabilidad de catapultar a la Argentina del 2030.
Gran parte del sector empresario jamás entendió que sin diálogo no hay industria, y mucho menos si las barreras se establecen precisamente con quienes son los propietarios de la materia prima fundamental de esta industria, “el conocimiento”.
Los proyectos solo prosperan rápidamente, evolucionan y se resuelven en la medida que los especialistas son un engranaje fundamental de la empresa.
Los recursos humanos no concurren como una función apartada y los líderes empresariales dependen de servicios externalizados y procesos de automatización para las personas.
Las empresas más prometedoras transitan el mundo para ‘adquirir’ talentos y propiedad intelectual manejando estrategas de talentos especializados e inteligencia artificial para identificar a los especialistas que necesitan y van a necesitar.
Argentina tiene los talentos, genera recursos y sin una estrategia clara, solo es un coto de caza de los mercaderes más poderosos de la tierra.
Un claro ejemplo surge del análisis de los últimos 20 años de la industria tecnológica nacional, partiendo del espíritu emprendedor de aquellos jóvenes soñadores de FATE Electrónica, hoy no queda nada.
Los Unicornios han sido un factor de distorsión de la industria que quemó con napalm los brotes verdes de las pymes tecnológicas que se veían en todas las provincias, y consumieron recursos del Estado Argentino de forma grotesca, insana y desarticulada.
La falta de estrategia, la comparación bufa con India como caso testigo de desarrollo, la falta de diálogo con el mundo del trabajo fue una concatenación de errores que hacen que hoy Argentina solo exporte una pequeña fracción de lo que podría vender al mundo desde esta industria.
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Nuestro Rol Tecnológico como Industria
La tecnología alienta la creación de poderosos “motores de innovación” transfronterizos, de ideas afines, que permitan generar círculos virtuosos que potencien las economías regionales.
Los nuevos productos y modelos comerciales se pueden desarrollar en tiempo real, con tecnología, IA y big data.
Y las empresas pueden encontrar nuevas formas de atender nichos de mercado y preferencias particulares.
Si bien las plataformas digitales relacionan a los trabajadores con el empleador, a los innovadores con el capital y a los consumidores con los proveedores.
Debemos ser responsables, con el pasado el presente y el futuro, creando vínculos que contemplen la seguridad social como valor fundamental de esta sociedad.
El empleo informal no puede esconderse tras el escudo digital y es un problema que debemos atacar de forma enérgica y concreta.
La mejor forma de construir un futuro sustentable es sin dudas, generando sinergias entre el mundo del trabajo y el sector académico, para responder al cambio de la nueva economía.
Por Jorge Julian – Secretario de la Actividad de Asociación Gremial de Computación de la República Argentina
