Che, Daniel Santoro, el que escribe en Clarín, tituló una nota “Los jueces se animan a entrar al patio trasero de Cristina”. ¿No te parece un poco fuerte? ¿Se cree que no nos damos cuenta ese infeliz? ¿Qué se hace el pícaro?, me dice mi amigo ultra-K.
–Mirá, como dijo Voltaire, yo daría mi vida por defender tu derecho a expresarte aunque no esté de acuerdo con vos, le digo.
–Bueno, ¡que Voltaire dé la vida por Santoro! Y vos, si querés dar la vida por algo, andá aflojando con las achuras. Vas a terminar dando la vida por una molleja, me dice.
–El asunto es que el tipo puede decir lo que quiera, le digo.
–Entonces hacé una cosa, el domingo en eso que te publican en Tiempo Argentino, poné de título: “A Santoro de Clarín le vamos a entrar al patio trasero para plantarle unos gladiolos así”, me dice ofuscado.
–Calmate un cacho, si vos sabés que responderles con la misma moneda no sirve. Y dejame escribir que –justamente– estoy haciendo la columna del domingo, le digo.
–¿Bonadio es la justicia? ¿Quién dijo que Bonadio es la justicia? ¿La legislatura porteña después de declarar a Tinelli personalidad de la cultura?, me dice.
Escribo: el juez Bonadio allanó un departamento vacío que habría sido una oficina que habría pertenecido a una empresa que sería propietaria de un hotel del cual la presidenta tiene acciones y donde se lavaría dinero. Y aunque hasta el apellido del juez suene a potencial, las pruebas son contundentes. La diputada Stolbizer demostrándole a Longobardi que ella puede ser la Ocaña eficaz que están necesitando le dijo “Todos sabemos que la actividad hotelera es una de las actividades que se utiliza para el lavado de dinero, el delito a través del cual se encubren dineros mal habidos.” Obviamente con pruebas así de irrefutables Bonadio debería allanar todos los departamentos vacíos del país. Ojalá actúe rápido antes de que se ocupen y termine encontrando algo adentro –podrían ser personas viviendo ahí– lo que le impediría demostrar que están vacíos para ocultar el delito.
–¿Vamos a dejar que estos tipos nos insulten a la presidenta?, me dice mi amigo ultraK.
–Dejame tranquilo, estoy escribiendo sobre Bonadío para el domingo, le digo.
–¡Uh, ese tiene 47 denuncias en el Consejo de la Magistratura, hermano! Y es un operador de Massa. ¡Labura más para Massa que todos los de Intratables juntos! ¿No lo viste en la foto con Massa?, me dice.
–¿Qué tiene que ver? Cualquiera puede tener una foto con Massa. Es un juez. ¿Vos no creés en la división de poderes?, le digo.
–Sí, claro. Lo dijo Voltaire “daría mi vida por tu derecho a creer en la división de poderes, aunque yo no me la crea ni ahí”. Dejate de hinchar, gordo. Los reyes magos son …espacio censurado por si leen niños…, me dice.
Lo ignoro y sigo escribiendo: denunciar cada ley que sale del Congreso, denunciar cada proyecto de ley que entra al Congreso, denunciar cada decisión de cada uno de los ministerios, denunciar cada obra que se realiza, denunciar cada empresa del Estado, denunciar a cada uno de los funcionarios y denunciar a cualquiera que cobre dinero del Estado (cuidado jubilado, no agarre esa plata que probablemente es dinero lavado en un departamento vacío). La estrategia de la oposición es apenas un poco idiota, pero bastante falta de imaginación. Lo que cuesta entender es cómo los jueces aceptan que se abuse de ellos dándoles más laburo del que pueden y van a hacer. Siendo que encima cobran un sueldo fijo que les paga lo mismo por resolver un caso o 1000 casos, o no resolver ninguno. Si fuese juez no haría nada y me mandaría a allanar mi propia oficina para ver por qué no hago nada. Y llevaría adelante solamente esa investigación. Suena raro, pero conociendo un poco cómo funcionan los juzgados sospecho que debe ser posible. Al final, alegando que mandé a allanarme y me investigué, quedaría probado que hago mi trabajo.
–¿Estás escribiendo algo de Carrió? Le dijo “gato” a Jésica Cirio, me dice.
–Sí, pero eso qué importancia tiene. Lo que importa es la política, le digo.
–Vos porque no te casaste con Cirio. ¿Con quién te casarías: con Jésica Cirio o con la Carrió?, me dice.
–Ya estoy casado, le digo.
–Pienso: a Jésica Cirio la acompañás a lo de Tinelli y capaz que te metés en un quilombo. Y con la Carrió es como tener a Moria, Pachano, la Enana Noelia, Nacha, Polino y el Oso Arturo todos en tu casa y a las trompadas todo el día, me dice.
–Dejame laburar. Estoy escribiendo sobre Bonadio y los opositores que meten denuncias en la justicia, le digo.
–¿Bonadio es la justicia? ¿Quién dijo que Bonadio es la justicia? ¿La legislatura porteña después de declarar a Tinelli personalidad de la cultura?, me dice.
–Es que siempre que hablan de cosas judiciales la llaman “la justicia”. Qué se yo, le digo.
–Pero es una estupidez. Es como si al registro civil le dijeran “el Amor”, me dice.
–Está bien, pero ¡qué querés que haga! La llaman “la justicia”, le digo.
–Bueno, hay un papel higiénico que se llama “Elegante”–, me dice.
Y fin de la columna.