Cumpleaños 115 de Boca Juniors: curiosas películas que rindieron homenaje al club

Cinco jóvenes fundando inocentemente lo que sería parte del alma de un país. Una reunión en un banco de la Plaza Solís, el mito incomprobable del barco sueco regalando el tono

a la camiseta. El cumpleaños 115 de Boca Juniors nos devuelve cada año a la revisión de la historia. El nacimiento y el fenómeno social posterior parecen en sí una película. El cine, justamente, tuvo decenas de aproximaciones a ese folclore.

No hablamos de documentales históricos (que los hay, Puerta 12, de Pablo Tesoriere, como ejemplo, y tantísimos más). El foco es la ficción, la Bombonera como escenario, o la camiseta como excusa para narrar un drama o una comedia con aire de Riachuelo.

Lo dice hoy el propio hijo de uno de los fundadores (Juan Antonio Farenga, hijo además del primer capitán): “Mi padre, mi tío y sus amigos quisieron fundar una institución útil a la sociedad. El amateurismo era nobleza, el profesionalismo contaminó algunas cosas, pero la esencia Boca es necesario reivindicarla cada 3 de abril”.

El séptimo arte posó la cámara en el estadio, en el empedrado, en el color del barrio, en el puerto, en el quiebre de cintura de Rojitas. En blanco y negro o a color, en baja calidad o en HD, rebobinamos hasta esos títulos curiosos que filtraron el ojo en la idiosincracia xeneize.   

La película “Pelota de cuero” (1963).

Pelota de cuero

Una película que usó como paisaje principal la Bombonera. Quizá la ficción que más pasionalmente calcó el sentir boquense (con sus limitaciones técnicas y artísticas, claro). Estrenada en 1963, fue protagonizada y dirigida por Armando Bó (con guion de Bó junto al periodista deportivo Borocotó).

Dramática, lacrimógena, la historia nos arrastra hasta el final de un jugador en el umbral del  retiro que no puede admitir la vida sin jugar en Boca. El libro se inspiró en el caso real de Abdón Porte, jugador del Club Nacional de Football, que se quitó la vida en la cancha.

Silvio Marzolini, el ex defensor boquense, actor en “Pelota de cuero”.

Todo arranca con el himno oficial y la Bombonera, puro cemento, entre humo de choripán y garrapiñadas. Está por comenzar un Boca-River, la radio vibra, los fideos del domingo y el perfume del estofado. Glorias del club como Antonio Roma, Ernesto Grillo, Antonio Rattín y Silvio Marzolini hacen su intento actoral. El ídolo en caída (Ferreti, Bó) llega al vestuario para dar cátedra de sentimiento y advierte al equipo: “Ellos (los hinchas) lo dan todo, pero también lo piden todo”.

Enseguida, un viaje por el pasado de ese ídolo, la patria perdida (su infancia), la pelota de 12 gajos, su construcción como jugador, los cimientos de su identidad xeneize. También vemos y escuchamos al cantante Edmundo Rivero con su guitarra.

Una expedición visual que para el hincha tiene gran valor: el registro documental de la época, la vieja Bombonera, otro contexto, otro país. Y el paradigma baldío versus pizarrón. El pasaje de la pelota de trapo a la de cuero (de allí el título) y la transición al retiro, con las ganancias y las pérdidas que ese trance implica.

Paula, contra la mitad más uno

Casi 30 años antes de que Joaquín Sabina cantara en Dieguitos y Mafaldas sobre una tal Paula, xeneize, una “niña de los ojos de la luna” que frecuentaba La 12, hubo otra Paula boquense, pero en cine. Paula contra la mitad más uno fue un extraño experimento cinematográfico argentino, estrenado en 1971. Épocas de Ángel Clemente Rojas, Silvio Marzolini, Antonio Rattín, Antonio Roma, “El Chapa” Suñé, Roberto Meléndez, todos ídolos xeneizes probándose como actores.

“Paula contra la mitad más uno”. Película de 1971.

La cinta es una extravagancia, un filme tan naif como maravilloso para un hincha. Nos muestra una era de camisetas sin publicidad, de estrellas futbolísticas que no cobraron un centavo por el préstamo de imagen en plena presidencia de Alberto Armando. La historia, descabellada, nos propone ver a los jugadores azul y oro secuestrados antes de un Superclásico. Los terminan encerrando en el boliche Pinar de Rocha. Es Paula la perversa la que logra engatusarlos. La actriz llamada Dimma Zecchin jamás o volvió a la pantalla.

Película dirigida por Néstor Paternostro y protagonizada por Federico Luppi, Leonor Manso y Juan Carlos Gené, incluye relatos engolados de Fioravanti y José María Muñoz y ametralladoras de juguete. El astuto Armando mirá a cámara y usa la película para contar lo que nunca pasaría: la construcción de la Ciudad Deportiva y “de un estadio con 110 mil personas sentadas”. Lo único real es lo que pasa en la cancha: los productores tomaron imágenes de archivo del Superclásico de 1969 en el que Norberto Madurga marcó un doblete para el 2-2 con vuelta olímpica en el Monumental.

El rodaje de la película Invasión, con Borges como guionista.

​Invasión​

Jorge Luis Borges en la Bombonera, probablemente la perlita más destacada del “subgénero” cine-xeneize.

¿Cómo llegan los pies del mismísimo escritor al rodaje en la calle Brandsen? El filme dirigido por Hugo Santiago Muchnik que se estrenó en 1969 sin intención de contar al mundo de Boca Juniors, tuvo guión de Borges y de Adolfo Bioy Casares, quienes presenciaron parte del rodaje.

Lo policial, mezclado con la ciencia ficción. La película fue protagonizada por Lautaro Murúa, Olga Zubarry, Juan Carlos Paz, Roberto Villanueva, Martín Adjemian y Oscar Cruz y representó un fracaso comercial. Un cine de culto al que unos pocos entendieron y al que los años reivindicaron como ficción refinada y de vanguardia. Cuenta la historia de un grupo comandado por un anciano que intenta detener una invasión a la ciudad de Aquilea. Una elegante alusión a la dictadura de Carlos Onganía.

1969. Hugo Santiago convoca a Borges para escribir el guión de “Invasión”.

Los pasillos, las escaleras de la Bombonera, el cemento fueron la escenografía perfecta de estos hombres misteriosos que invadían La Boca.

Secuestrado por la dictadura, el filme en el que se escucha sin cesar el bandoneón de Aníbal Troilo, terminó siendo recuperado, restaurado y hasta subido a YouTube.

Con los mismos colores​

​En el esquelético año futbolístico en que Boca Juniors casi desciende, 1949, hubo tiempo para imprimir huella azul y oro en el cine. Época de afiches pintados a mano y de futbolistas coqueteando con el blanco y negro de la pantalla grande. El director Carlos Torres Ríos filmó una ficción de 76 minutos con música de Astor Piazzolla y protagónico de “El Atómico” Mario Boyé como insignia boquense.

La historia: tres jugadores de distintos equipos enamorados de la misma mujer (Nelly Daren). A Racing lo representaba Tucho Méndez; a River, Alfredo Di Stéfano. Alerta de spoiler: en cuestiones amorosas Boyé no triunfa, pero el filme le sirve para plantar bandera xeneize como ídolo. Y realmente era un referente de lo más alto (permaneció ocho años en el club, en dos etapas, y convirtió 124 goles, por lo que figura entre los primeros 10 goleadores del club de la historia). La fuerza de sus disparos eran de película. Cuenta la leyenda que alguna vez con su gol rompió la red del arco y el árbitro paró el partido para cerciorarse de que el brutal remate no se trataba de una ilusión óptica.

Afiche de la película “Con los mismos colores”.

He nacido en la Ribera

Una película impregnada del hábitat de la República de La Boca y con la curiosidad del debut de un niño de apellido Darín (el mismísimo Ricardo). Del elenco llegó a participar hasta Benito Quinquela Martin. Susana Giménez y Arturo Puig protagonistas para contar la historia de un niño que sueña con jugar en un club azul y oro (en lugar de Boca Juniors lo llaman Del Plata. Eso sí, las instalaciones son las de la Bombonera en 1972.

Arturo Puig en “He nacido en la Ribera”.

El director de esa cinta, Don Catrano Catrani, un italiano radicado en la Argentina, se despidió del rol con esa película (murió dos años después). Una ficción blanca, sobre sueños de campeón y de música, con barcos anclados en el Riachuelo, potreros, cantinas y conventillos.

Puig recuerda que usaron un doble para sus escenas de fintas futboleras. Y que salió con el equipo a la cancha, con la carga emotiva que eso representa, para prestarse a los efectos especiales luego, que lo muestran jugando junto a ídolos como Rojitas.

Darío Grandinetti en “Esperando la carroza”.

Escenas de camiseta azul y oro

Esperando la carroza no solo nos regaló el meme magistral eterno de “yo hago ravioles, ella hace ravioles, yo hago puchero, ella hace puchero” de China Zorrilla. O el “3 empanadas” de Luis Brandoni. En 94 minutos de tanta argentinidad al palo, se esconde una camiseta de Boca Juniors ajustada al torso de Darío Grandinetti.

La escena con aire maradoneado (la melena de Grandinetti a lo Diego Armando) nos muestra a Antonio Musicardi (Brandoni) y a Sergio Musicardi (Juan Manuel Tenuta) llegando a un potrero en el que juega al fútbol infantil un grandulón, Cacho (Grandinetti). “Nosotros somos tus tíos”, se presenta Brandoni.

Darío Grandinetti, Luis Brandoni y Juan Manuel Tenuta en “Esperando la carroza”.

Cacho, perdido, desconociendo hasta quién es su abuela, termina acuchillando la pelota de los niños y el pelotón de bajitos apedrea al trío. Aunque el filme es de 1981, sobresale esa casaca azul petróleo de aquel campeonato de 1981 que inmortalizó al Maradona pre-Barcelona y pre-Napoli.  

Otro trapo azul y amarillo perdido entre los tantos del mar cinematográfico: un partido con casaca xeneize en el filme Los fierecillos indomables, con Jorge Porcel y Alberto Olmedo. Pero la mayor curiosidad viene por una historia danesa: en 2011 se estrenó en Dinamarca Superclásico, una comedia filmada en Buenos Aires, con Sebastián Estevanez como un “Martín Palermo” del arco.

Afiche de “Los fierecillos indomables”, con Olmedo y Porcel.

En la historia dirigida por Ole Christian Madsen, una mujer danesa representante de jugadores de fútbol (Anna, la actriz Paprika Steen) viaja a la Argentina a comprar jugadores. Se enamora de uno, Díaz, futbolista boquense (Estevanez). El ex marido de Anna (Christian, Anders W. Berthelsen) decide aterrizar en Buenos Aires para recuperar su amor, mientras se va enamorando del tango, el asado, el fútbol y los vinos de nuestro país.

Hincha de River en la vida real, en su momento Estevanez reconoció que el rodaje en la Bombonera, en pleno partido, se sintió como un terremoto “inolvidable”.

En su camino desde Copenhague a la República de La Boca, el director Ole Christian Madsen pensó su proyecto, tal vez, desde el prejuicio hacia lo latino, desde cierta mirada Europea hacia el tercer mundo. Su estadía aquí terminó empapándolo de la atmósfera xeneize, del arrabal, el folclore y el sentimiento que vuelven a Boca Juniors un club antropológicamente único. 

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