El circuito se repite, con la pandemia de coronavirus o sin ella. Son más de 200 cuadras de levantar y tirar, levantar y tirar, sin dejar de correr, por las calles
de Adrogué, en el sur del conurbano bonaerense. Como cualquier otra noche, Gerardo Mansilla (33) estaba a cargo de la vereda impar, su compañero de la par y adelante iba el chofer. Ya habían recorrido las calles de negocios y bancos del centro. Y estaban por la zona residencial, cuando Gerardo fue a buscar unas bolsas y en una de ellas vio un cartel pegado con cinta scotch. Lo leyó y le sacó una foto con su celular. Como recuerdo, pensó, aunque a las horas le encontró otra utilidad.
“La parte de arriba de la bolsa está desinfectada con lavandina. ¡Gracias por seguir trabajando!”, se leía en imprenta mayúscula. Las manos que habían dejado el mensaje no eran anónimas para Gerardo. Tampoco era el primer cartel que veía desde el comienzo de la cuarentena general y obligatoria. Pero lo que diferenció a ese cartel de otros fue que se convirtió en tendencia.
“En mi celular tengo muchas otras fotos de mensajes de agradecimiento que nos dejan los vecinos. Ese cartelito, por ejemplo, sé de quién es: es de una señora muy amable, que siempre en verano nos ofrece un vaso de agua”, dice Gerardo desde su casa en Claypole. Por la distancia física que todos los argentinos deben mantener, todavía no pudo agradecerle. No bien todo se calme y charlar a menos de dos metros de separación vuelva a estar permitido, lo hará.
Entre todos los demás, eligió visibilizar ese mensaje porque creyó que transmitía información, dice. Por eso lo publicó en Twitter, acompañado de este texto: “Hola gente, como saben, soy recolector de residuos, una actividad esencial que no para en ningún momento. Yo no puedo quedarme en casa, así que les pido algo. Son dos minutos: lavandina diluida con agua sobre el nudo de la bolsa y ya está. Se agradece difusión”.
Hola gente, como saben, soy recolector de residuos, una actividad esencial y que no para en ningún momento. Yo no puedo quedarme en casa, así que les pido algo. Son dos minutos, lavandina diluida con agua sobre el nudo de la bolsa y ya está. Se agradece difusión. pic.twitter.com/04fgz7HaoP
— GERARDO (@GeraMansilla) March 26, 2020
Tuit
Su tuit acumuló decenas de miles de me gusta y RT. Lo compartieron Abel Pintos y Verónica Lozano. Cuando un famoso refiere a lo que escribió, su hermana y amigos le avisan. A él le da vergüenza. También lo sorprende y le genera risa. Desde el 19 de marzo, cuando el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena general, hay una sola emoción que siente repetida.
“Es algo parecido a la preocupación”, dice. Le aparece cuando vuelve de trabajar. Cuando cierra la puerta de calle y queda del lado de adentro, donde está su hijo de nueve años y su pareja, embarazada. “Uno nunca sabe qué trae de afuera”. En seguida compensa: “Tengo el equipo de seguridad que necesito (guantes de látex, barbijo, cofia, gafas), me apoyo en mis compañeros y en las capacitaciones que nos dieron. También nos ayudan estos gestos de la gente: nos dan ganas de seguir porque sentimos que les importamos y ellos desde su lugar, desinfectando las bolsas, también nos cuidan”.
Una de las tantas bolsas fotografiadas por Gerardo Mansilla en su trabajo como recolector de residuos
Siempre supo que, aun cuando la rutina se rompiera para una mayoría, él iba a tener que seguir trabajando en la calle: “Los recolectores somos uno de los eslabones que permiten que todo siga en funcionamiento. Quizás somos un eslabón chico pero no podemos dejar a la gente con la basura tapándolos. También hay otros temas de higiene o mismo el dengue para atender”.
Selfie grupal. Gerardo Mansilla, con sus compañeros de camión y el supervisor de su zona.
Con más de diez años arriba del camión, está convencido de que su oficio se resuelve si todos ponen su parte. “Somos un equipo y dependemos de los vecinos. Por eso siempre pedimos que los escombros no sean pesados para que podamos levantarlos, lo mismo con las ramas, si pueden estar atadas, mejor. O con el vidrio, que es peligrosísimo”. Recomienda guardarlo dentro de una botella de gaseosa -el vidrio no traspasa el plástico- o en una caja. “Y si no tenés ganás, poné un cartel que diga ‘Cuidado, vidrio’. Nosotros levantamos todo siempre”, dice y compara con el coronavirus: “Acá no es tan distinto. Los que tenemos que trabajar lo hacemos para que el resto pueda quedarse en sus cajas, pero tienen que respetar el aislamiento. De esta salimos juntos”.
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