El confinamiento, quién lo hubiera dicho, está produciendo ciertos efectos positivos. Por ejemplo, el siguiente: comenzaron a reunirse bailarines, coreógrafos y maestros de tango–virtualmente, por supuesto- para saber cuánta gente abarca
hoy esta profesión. Sobre el censo que están llevando a cabo, y sobre las peculiaridades de esta actividad artística distinta a la de cualquier otro género de danza, habla Leonardo Cuello. Una voz autorizada y a la vez muy representativa del tango, que junto a un puñado de colegas está trabajando en esa búsqueda.
Cuello trabajó con Oscar Araiz, Ana María Stekelman, Beatriz Durante y Eleonora Cassano. Fue coreógrafo estable de La hora del tango, ciclo emitido por la TV pública en 2018 y 2019; montó El carbonero con el Ballet del San Martín en 2019 y conoce todas las vicisitudes de dirigir su propia compañía independiente, creada en 2004 y con la que viene montando un extraordinario repertorio.
-Tu compañía de tango independiente es la que más viene persistiendo, ¿no es cierto?
-Sé que soy persistente, pero nunca hice la cuenta. En realidad, Ana Stekelman me supera, creo que sostuvo Tangokinesis durante por lo menos veinte años. Yo mismo le debo muchísimo a Ana: fui bailarín suyo, pero también su asistente en el film Tango, de Saura, me llevó al Ballet Argentino de Julio Bocca. En fin, muchas cosas.
Cuello explica la necesidad de este censo, del que pueden surgir datos relevantes para la danza del 2×4.
-Yendo al propósito de la convocatoria, ¿qué número de gente estiman que forma parte del medio profesional del tango?
-Calculamos unos 5000 en el país, aunque al menos la mitad está concentrada en Buenos Aires y Gran Buenos Aires. Pero es estimativo y por eso impulsamos el censo, con nuestras pobres herramientas, porque somos pocos los que estamos trabajando en esto.
-Para bailarines del tango de las provincias, las oportunidades son mucho más limitadas, ¿no es verdad? Por ejemplo, las “casas de tango” (nota: nombre con que se conocen esos eventos para turistas de show y cena) están todas en Buenos Aires.
-Ahora se abrió una en Iguazú, porque los empresarios de las casas de tango, que no son santos de mi devoción, vieron que es una veta buena para ese gran polo turístico. Digo que no son santos de mi devoción porque, si bien ganan mucho dinero con el show, el trato hacia los artistas es muy desigual. Hay casas en las que los bailarines trabajan prácticamente todos los días del año, sin jornadas de franco. Un poco es culpa nuestra, porque no tenemos una asociación que nos defienda.
-El trabajo en las casas de tango es el que más trabajo escénico proporciona; y, al mismo tiempo, muchos bailarines se quejan de la rutina que implica. ¿Cuál es tu punto de vista?
-Cuando uno se inicia en la profesión lo que más desea es bailar, estar mucho en el escenario y probar los propios recursos; cuando un bailarín joven ingresa a una casa hace 300 funciones en un año. Es incomparable con las funciones que puede hacer una compañía independiente y ni siquiera un espectáculo comercial. Un año en una “casa” transforma al bailarín, le da nuevas habilidades y experiencia escénica. Pero también hay repetición y rutina: muchas casas de tango hacen el mismo show durante años y años. Lo recuerdo como bailarín: primero fascinación, después meseta y finalmente aburrimiento.
-Hay un aspecto muy propio de la profesión de bailarín de tango y es que el arco generacional es mucho más amplio que en la de ningún otro género. En algunas casas de tango incluso puede verse como parte del show a una pareja de milongueros muy mayores.
-No soy experto en tantos lenguajes de danza, pero te diría que el nuestro es un lenguaje muy noble; te permite expresarte en la juventud con toda la potencia del físico, pero cuando ese virtuosismo se va perdiendo y también la fuerza y la flexibilidad, todavía el tango tiene para ofrecer. Incluso, cuanto más maduro es un bailarín de tango, mejor comprende sus sutilezas. También el espectador percibe que algo profundo y sutil está sucediendo con esa pareja que ya no es joven.
-Vayamos ahora a lo concreto del censo. ¿Cuál es su propósito?
-En principio, distintas asociaciones nos reunimos aprovechando este tiempo “libre” para ver qué podíamos hacer juntos por el sector. Sin duda la carencia de turismo afecta mucho: en los shows, las milongas, las clases para extranjeros de los que vive mucha gente. Hay cerca de 900 eventos anuales de tango en Buenos Aires. Queremos saber en general qué nos falta y, en esta situación particular de la pandemia, cuánta gente se ve afectada en su trabajo. Si queremos que las autoridades nos den apoyo tenemos que llevarles datos concretos. El tango es un bien de altísima exportación y creo que los gobiernos -cualquier gobierno- deberían tenerlo en cuenta.
Ficha
Las asociaciones implicadas en el proyecto y que pueden seguirse en las redes son: PLATEA (de tango escénico actual), AMBCTA (de bailarines, maestros y coreógrafos), Trabajadores de tango-danza, AOM (organizadores de milongas) y MiSeSo (milongas con sentido social). El link para censarse, hasta el 12 de abril, fecha límite: https://forms.gle/PNdFtujcYgr2PMVG7.
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