Barbijos sí o barbijos no. Esa es la cuestión. Mientras que Catamarca, La Rioja y Jujuy aprobaron medidas que obligan a usar protectores faciales en la vía pública
y presionan para que el Ministerio de Salud de la Nación incorpore la propuesta, la comunidad científica debate sobre su verdadera utilidad. Sin embargo, tres investigadores del Conicet acaban de publicar un informe técnico en el que se recomienda su utilización masiva como herramienta clave para contener el avance del Covid-19. Más aún, el trabajo recopila estudios que evaluaron la eficacia de diferentes materiales y concluye que, incluso aquellos protectores improvisados con una bufanda pueden reducir en un 49% la probabilidad de contagio.
El informe, firmado por las doctoras Micaela Buteler, Agustina Virgilio y Florencia Tiribelli, reconoce la controversia global alrededor del asunto y el hecho de que tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Ministerio de Salud de la Argentina estuvieran desalentando hasta ahora el uso masivo de barbijos. “Sin embargo, hay evidencia de que las máscaras pueden reducir la propagación de este virus así como de otras enfermedades similares (influenza A, B, SARS, entre otras). Por otra parte, las personas infectadas con COVID -19 pueden contagiar el virus incluso antes de presentar síntomas, con lo cual el uso de máscaras para toda la población podría ser una medida necesaria“, remarcan las expertas. La mayoría de los estudios realizados sobre efectividad de los barbijos en enfermedades virales respiratorias, agregan, “demuestra un efecto positivo de uso” y concluyen que “el uso óptimo de los diferentes tipos de protección depende del grado de exposición del personal y de las características de transmisión principales del virus”.
Frente al temor a que no haya abastecimiento suficiente de insumos -principal argumento de quienes se oponen a su utilización masiva-, el informe afirma que las máscaras de protección caseras demostraron ser eficaces y son las que se debería recomendar para la generalidad de los ciudadanos. “Pueden estar hechas de diferentes materiales, como tela de algodón, gasa, muselina, gasa + algodón, y toalla, dispuestos en una o más capas. Cada material tiene diferentes propiedades, los cuales van a influenciar su eficiencia, comodidad, y durabilidad“.
Todos los materiales lograron retener un alto porcentaje de partículas. “La tela de funda de almohada y la remera 100% algodón mostraron ser el material más adecuado para realizar una máscara casera. En particular, la tela de remera de algodón tiene la ventaja de una mejor adaptación a la forma de la cara, el cuál es un parámetro importante que influye en la eficiencia del barbijo”, remarcan las especialistas. De todas formas, aclaran que estos valores se comprueban con telas que no hayan sido usadas antes.
El informe completo del Conicet: BARBIJOS: EVALUACION CONICET
Se considera que los barbijos quirúrgicos tienen una capacidad de retención de partículas del 89%. En el caso de los protectores caseros, los números sorprenden: los confeccionados con filtros de aspiradora, retienen el 86%; los de tela de repasador, el 73%; los que tienen una mezcla de algodón, el 70%; los hechos con funda de almohada anti-bacterial, 68%; los de lino, 62%; los fabricados con funda de almohada común, 57%; los de seda, 54%; los de tela 100% algodón, 51%; y los improvisados con una bufanda, 49%.
Las expertas concluyen su informe con una serie de recomendaciones a las autoridades: 1) El uso de máscaras de tela debe ser una medida que se aplique en combinación con el correcto lavado de manos, distanciamiento social y, en lo posible, con protección para los ojos con el fin de potenciar su eficacia. 2) Es necesario una alta adhesión de la población para que la estrategia sea efectiva. 3) La máscara debe quedar cómoda. El uso de una máscara que no se adapta cómodamente a la cara puede ser contraproducente, haciendo que la gente la use de manera intermitente cuando se encuentra fuera de su hogar y que se toque con mayor frecuencia la cara. 4) En lo posible el método de sujeción de la máscara debería ser mediante material elástico. 5) Debe evitarse el uso de máscaras de tela durante tiempos prolongados, para evitar que se humedezca considerablemente la tela, y de esta manera puede verse reducida su efectividad.
Las últimas recomendaciones tienen que ver con la posibilidad de reutilizarlas. Las investigadoras hacen énfasis en que las máscaras deben ser lavadas y secadas después de cada uso y que deben tratarse como material contaminado luego de una salida. “Se observó que luego del quinto ciclo de lavado-secado se disminuye en un 15% su eficiencia. Se sugiere lavarlas en agua caliente con mucho jabón (que reduce su eficiencia con el tiempo en un 20% aproximadamente). Este parece ser el método más adecuado. Por ejemplo, durante el brote de influenza A (H1N1) en 2009, la Organización Mundial de la Salud recomendó lavar las máscaras que estén hechas de algodón con detergente luego de su uso. Otras opciones para su sanitización incluyen el uso de alcohol, lavandina o agua oxigenada”, agregan.
El uso masivo de barbijos caseros fue una medida adoptada al inicio de la pandemia por los gobiernos de Japón, Corea del Sur, China y Hong Kong. El informe del Conicet recomienda, para la Argentina, su implementación inmediata.