La curva de infectados tiende a achatarse y eso pone a la Argentina -al vínculo de la Argentina con el brote global de coronavirus- en un escenario mejor al esperado cuando
la pandemia llegó al país. Pero salir mal -de manera desordenada, sin escalonamiento- de esta fase de la cuarentena puede dar vuelta esa situación y volverla trágica. Lo dicen fuentes de Casa Rosada. En la misma dirección habló este domingo el ministro de Salud, Ginés González García: “Vamos menos mal que otros países aunque a todos nos va mal porque la pandemia existe”. Y señala que la curva no se ameseta pero “está subiendo poquito”.
A la hora de evaluar los efectos de la cuarentena obligatoria en la expansión del brote, los funcionarios públicos y los médicos especialistas son cautelosos. “No hay que ser exitistas”, advierte la epidemióloga Ángela Gentile, miembro del comité de expertos que asesora a la cartera de Salud para contener el brote de la pandemia. Y suma: “Tengo entendido que el modelo matemático del Ministerio que estipulaba 250.000 casos en un escenario intermedio no se ha modificado todavía, pero el buen cumplimiento de esta cuarentena, que en total habrá abarcado dos períodos de incubación, logramos enlentecer la aparición de casos”.
Sobre esa estimación, las fuentes de la Casa Rosada sostienen que las proyecciones matemáticas cambian día a día pero prefieren no dar un número concreto. Ante la consulta sobre los efectos de la cuarentena obligatoria en la expansión del virus, fuentes del Ministerio de Salud responden que prefieren la prudencia mientras analizan en detalle las consecuencias que cada semana de aislamiento preventivo tuvo en el brote en todo el país.
La consecuencia más concreta de esa ralentización de la curva es, para Gentile, un aumento del tiempo con la cuenta del sistema sanitario del país para prepararse para el momento en que se produce el pico de casos: “Que la curva se mueva más lento no tiene por qué implicar que haya menos casos pero sí da tiempo al sistema de salud. Se prepara al personal, se consigue insumos, se aíslan zonas de los hospitales, se compran respiradores y camas, se preparan protocolos de atención”, describe.
Para Gentile, “ese tiempo ganado también puede espaciar la internación en instancias críticas, y que se puede dar la mejor atención a esos pacientes, sin tener que recurrir a los triages que determinan si un paciente que efectivamente lo necesita puede o no ir a una terapia intensiva , como tuvieron en otros países”. Este lunes, González García informó que 94 camas de terapia intensiva estaban ocupadas por pacientes con coronavirus: es el 1% de las que, según cifras de ese Ministerio, el país tiene en salas de terapia intensiva.
“Un crecimiento lento experimenta una curva menos exponencial y más amesetada. Por supuesto que en el mundo ya se vio casos de países que de un día para el otro o en dos días duplican sus casos y eso genera un desmadre: puede pasar ese crecimiento , pero las medidas tomadas para hacer más lento van en contra de lo que ocurrió “, suma Gentile.
Para el infectólogo Ricardo Teijeiro, del Hospital Pirovano, “la evidencia de que no hay una sobredemanda de los hospitales es una muestra de que el aislamiento es altamente efectivo, y para que esa eficiencia se mantenga debe salirse de la cuarentena de manera muy cuidadosa, gradual y escalonada “. Como Gentile, destaca el tiempo que gana el sistema sanitario ante un crecimiento lento de los casos. “Se va a seguir ampliando el testeo y eso va a implicar que haya más infectados detectados, puede duplicarse o hasta triplicarse, pero si seguimos así el sistema de salud va a poder absorberlo”.
A la vez, según Teijeiro, “con la salida progresiva de la cuarentena va a empezar a circular una persona que tal vez tuvo el virus de manera asintomática o con síntomas muy leves, y eso hace que quienes ya desarrollaron anticuerpos circulen en la calle y funcionen como una barrera para nuevo contagios. Así es como se termina frenando una epidemia”.
“Una cuarentena temprana impactó claramente en el cuidado de vidas en la Argentina”, sostuvo el infectólogo Fernando Polack, titular de la Fundación Infant. Para la próxima etapa -la de una cuarentena más flexibilizada a la que todavía no se conocen las bases y condiciones- enfatiza: “Será crucial una estrategia central aunque descentralizada, intendente por intendente, que podrá detectar casos y rápidamente aislar a los convivientes de esa persona para frenar esos posibles contagios “.
Según las fuentes de la Casa Rosada, en las reuniones que el Poder Ejecutivo tuvo con representantes de la industria, el comercio y los gremios, se les solicitó un plan respecto de la posible reanudación de sus actividades. Con ese material, el Poder Ejecutivo delineó un “plan maestro” para cuando la cuarentena cambia de fase.
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Los infectólogos no tienen dudas: mantener el distanciamiento social será igual de imprescindible, así como mantener el aislamiento de los grupos de riesgo y evitar aglomeraciones. Que no haya partidos de fútbol con público, ni grandes manifestaciones, ni espectáculos, ni -al menos al principio- restauraciones en los que podríamos tener menos mesas pero igual que podrían compartir el baño entre muchos. Todo eso, describe Gentile, Polack y Teijeiro, es para controlar la eficiencia del aislamiento que ha amortiguado el crecimiento de los casos, pero ante ese “enemigo invisible” del que habla el mundo al que no hay que bajarle la guardia.
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