Cuarentena por coronavirus: Gabriela, de pionera del rock argentino a pintora de paisajes infinitos

Por qué te lo recomendamos Porque seguro que te lo perdiste, y si no hay quien te avise que estas canciones están ahí, muy cerca de un click en Spotify o

alguna otra plataforma, es bastante probable que nunca las escuches. y sería una pena que . 

Hay que viajar mucho años atrás, para rastrear la trayectoria de Gabriela Parodi, mucho más conocida como Gabriela, en la historia del rock argentino. Un primer álbum titulado con su nombre y publicado en 1971 la ubica como una de las pioneras entre las mujeres que le pusieron voz y canciones del género.

Sin embargo, la suya fue una historia de idas y venidas, que tuvo en Ubalé (1982) y Friendship (1983) un esbozo de retorno al ruedo que pronto se diluyó, para ensayar un nuevo intento en 1991 con Altas planicies, en el que ya el rock de la Campesina del sol había quedado en el pasado, y que abría un camino de distinto en la canción local, aunque con un aparente corto alcance.

Poco se supo a partir de entonces acerca de la cantante, quien sin embargo seguramente siguió explorando ese rumbo de manera insistente; de ningún otro modo podría haber llegado al resultado que alcanzó enDetrás del sol, un álbum de altísimo vuelo, autónomo, independiente de cualquier estilo rotulado. Aunque si buscamos por el lado de joni Mitchell seguramente encontraremos una pista.

Es verdad que Gabriela, que hoy estará manteniendo a resguardo sus 74 años en algún lugar de Buenos Aires, jugó con ventaja a la hora de entrar a grabar al estado Möbius Music de San Francisco, sabiendo que su respaldo musical estaba encabezado por el fantástico guitarrista Bill Frisell, en una sociedad que se repetiría en el 2000 (Viento rojo) y en el 2006 también (El viaje), más Rob Burger en armonio y acordeón, Bill Douglas en bajo y ocarina; Alex Acuña en batería y percusión; y Eyvind Kang en violín.

Pero también es cierto que canciones como Tren de la medianoche/Rambler, la mejor del disco por lejos, además de Luz del mundo, Estrella austral, Cuando me vaya y la inaugural Verano en la Pampa son canciones de contenida belleza, como a la espera de que uno las vaya descubriendo a medida y detrás de lo que va sonando.

“Detrás del sol”, el álbum que Gabriela publicó en 1997, en el que pinta paisajes con palabras y melodía.

“El sol es mi centro/Mi amante inseparable/Me quema, me ama, me abandona/Soy vulnerable”, canta la mujer, con la misma profundidad con la que se declara: “No hay nada/Detrás del sol/Soy un episodio distante/que terminó”, en Sueño transparente, mientras Frisell y el resto hace maravillas para que viajemos a través de una llanura folk infinita y muy nuestra. Y también se deja un espacio para pintar en Hermana María la soledad del ilegal en los Estados Unidos, con un Frisell impregnado de aires aztecas. 

Imágenes, más imágenes, de estrellas, de nieve, de luciérnagas, de trenes que se pierden en la nada, de Noches de Tilcara, de la luz sin sonido; hay algo para nada casual del Gustavo Santaolalla de Ronroco -otro disco que merece ser tenido en cuenta-; imágenes en palabras, pero sobre todo en esa amalgama de la voz de Gabriela y sus músicos, que van mucho más allá de lo que dicen. Y acompañan a soñar.

E.S.

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