Fue uno de los grandes (¡valga la paradoja!) niños prodigio de la televisión argentina. Pero hoy es uno más de los miles y miles de médicos de nuestro país que trabajan
en silencio combatiendo el coronavirus. Pediatra neumonólogo, hemoterapista y desde enero de 2020 director asociado del Hospital Presidente Perón de Avellaneda, Marcelo Marcote sigue conservando algo de aquel pibe que hacía las delicias de los televidentes argentinos en los años ’70. Volver a escuchar su voz a través del teléfono impacta, porque mantiene el timbre de los viejos tiempos.
Hablar con Marcelo Marcote es como viajar en el tiempo velozmente hacia la época más brillante de nuestra pantalla chica. Su Quique de Rolando Rivas, taxista, aquella exitosísima telenovela con Claudio García Satur, Soledad Silveyra y Nora Cárpena, lo convirtió en un personaje inolvidable. Y todo comenzó por casualidad, cuando un fotógrafo de la escuela Hipólito Yrigoyen de Avellaneda presentó su retrato en un concurso, que ganó gracias a su flequillo abundante y sus pecas distintivas. Así llegó su primera publicidad, para una reconocida marca de zapatillas. Luego vinieron otras y la fama alcanzada al ser uno de los actores elegidos de Alberto Migré.
Fueron algo más de diez años de un protagonismo absoluto en los que trabajó con las grandes figuras tanto en televisión (El inglés de los güesos, entre otros) como en cine: Nazareno Cruz y el Lobo, Siempre fuimos compañeros y Los chicos crecen, por destacar algunos de sus papeles. Tras sus dos últimos protagónicos en televisión: Los hermanos Torterolo y El tiempo de los chicos, renunció a todo para dedicarse por completo a su verdadera vocación.
Marcelo Marcote
cronología
Revelación!
1973
Revelación!
Marcelo con el Martín Fierro en alto, que ganó en 1973 por su actuación en la telenovela Rolando Rivas, taxista.
Prodigio!
Prodigio!
Con Luis Sandrini, trabajaron juntos en las películas El profesor tirabombas y Los chicos crecen
Otros rumbos
Otros rumbos
En pleno éxito abandonó la actuación para estudiar medicina
Mi hijo el doctor!
1994
Mi hijo el doctor!
Con Osvaldo y Blanca, sus padres, en la ceremonia de graduación.
Pasión
por el rojo!
Pasión por el rojo!
Marcelo en la platea de la cancha de Independiente. Una pasión que comparte con su hijo Manuel
Hay equipo!
Hay equipo!
El doctor Marcote con sus colegas del servicio de pediatría del Hospital Interzonal General de Agudos Presidente Perón de Avellanedas
Presente
2020
Presente
El 13 de enero de 2020 asumió como director asociado del Hospital Presidente Perón.
A Marcelo Marcote no le gusta dar entrevistas, pero accede persuadido de que tal vez su pasado lo ubique por un momento en un rol inesperado de comunicador de salud.
-¿Qué fue lo que definió tu vocación de médico?
-Yo de chico decía que iba a ser médico veterinario, sabía que iba a hacer algo relacionado con lo humanístico, con la salud de los animales o la salud de la gente. Viste que le preguntan a los pibes: “¿Vos que vas a hacer cuando seas grande?”. Era una pregunta muy común y yo a los ocho o nueve años contestaba esas dos cosas. Pero a los 18 años me decidí por medicina y me apasionó. Si tuviera que elegir de nuevo una carrera, elegiría la misma. Me recibí de médico en 1994, luego estudié pediatría y después neumonología. Estoy en el hospital desde hace treinta y cuatro años, pero empecé como técnico de hemoterapia ad honorem.
-¿Por qué elegiste el hospital Presidente Perón?
-Porque mi tía, la hermana de mi mamá, era enfermera de obstetricia y yo no sabía si iba a estudiar medicina, tenía dudas y quería saber cómo se manejaba el hospital. Me hizo el contacto para entrar como extraccionista, estuve casi tres años en hemoterapia, después hice el curso de técnico en hemoterapia y cuando vi la labor del hospital dije: “Este es mi lugar”.
– Y desde “su lugar”, el doctor Marcote (Matrícula Provincial N° 224361, Matrícula Nacional N°89510) puede contarnos, ¿cómo se ha preparado el hospital Presidente Perón para recibir a los pacientes que presentan síntomas de coronavirus?
-Hay un equipo de trabajo que está abocado a esto. El hospital tiene un total de doscientas treinta y dos camas y se ha preparado para la contingencia, tanto en la zona de terapia como en clínica médica y pediatría, un sector para recibir a los pacientes que sean necesarios y esperamos poder ser uno más dentro del sistema de salud para atender la demanda que necesite la gente. Además, sabemos que vamos a tener casos, pero no sabemos cuántos. Es como tratar de adivinar. El hospital ha armado una estrategia de contención de hacer primero el diagnóstico, localizar el caso sospechoso, definir si es un caso confirmado, aislar a ese paciente y aplicar el tratamiento adecuado.
Marcelo Marcote, el actor que fue una de las revelaciones de “Rolando Rivas, taxista”.
-¿Por qué este virus no ataca, o ataca poco, a la población infantil?
-Hasta ahora no lo sabemos. Sí hay algunos trabajos que indican que los chicos podrían ser portadores. Es un agente biológico nuevo y realmente conocemos poco. Los coronavirus se descubrieron en el año 1965, pero fueron cambiando su estructura, cambiado su patogenia, mutando y se fueron presentando ya epidemias que generaron cuadros respiratorios, como fue en el 2003 el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) y después el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio). Es más, en el año ‘65 el coronavirus afectó principalmente a la población infantil, hoy en cambio sabemos que los casos graves se presentan en personas adultas con mayor riesgo para aquellos que tienen comorbilidades, como por ejemplo diabetes o enfermedades cardíacas (NdR: comorbilidad es un término médico que se refiere a dos conceptos: la presencia de uno o más trastornos además de la enfermedad o trastorno primario). Hay casos reportados de afectación en niños, pero gracias a Dios son los menos.
-¿Han recibido ya algún paciente con síntomas reales en el hospital?
– Todavía no recibimos ningún caso sospechoso. Peo está todo el hospital abocado al tema. Independientemente del COVID hay toda una parte de la salud que no se puede desatender, porque seguimos teniendo casos de dengue, pacientes infartados, con diabetes o con tratamientos oncológicos y, por supuesto, hay que seguir brindándoles asistencia. Lo que nos falta en el hospital son insumos de tipo profesional, tenemos un déficit de enfermería muy grande que viene de gestiones anteriores, pero tenemos toda la fuerza puesta para sacar adelante esta contingencia.
-Cuando asumiste el pasado 13 de enero como director asociado, ¿imaginabas este escenario?
-No, la verdad que no. Yo acepté asumir porque estoy con dos compañeros que conozco desde hace treinta años, los tres aceptamos el desafío porque nos conocemos. El director ejecutivo es el doctor Alejandro Oleiro, neonatólogo pediatra, y el director asociado es el doctor Martín Cersósimo, es cirujano y es el jefe de cirugía, ellos son dos médicos que me merecen el máximo respeto, porque los conozco hace muchos años. Formamos un equipo con una idea en común de lo que queríamos del hospital y un proyecto para desarrollar, pero hoy frente al COVID estamos poniendo todo lo que podemos para poder sacar adelante la contingencia.
– ¿Cómo están viviendo este momento en tu casa, ya que tanto vos como tu mujer son médicos pediatras?
-Con angustia. La verdad que imagínate que siendo los dos profesionales uno esta angustiado, porque estamos en el frente de ataque, pero bueno no más que el resto de la población. Los que estamos en salud elegimos esta profesión y ésta es una contingencia que puede pasar. El personal de salud ya pasó en el 2009 la epidemia del H1N1 (gripe A) y para la gente de terapia fueron momentos muy difíciles. La verdad es que es una situación que nos angustia, pero a su vez sabemos que tenemos que estar preparados y estar lo más organizados posible para poder salvar vidas.
Marcelo Marcote y Luis Sandrini, un ícono del espectáculo argentino.
-Si las personas comunes que no somos médicos tenemos que cuidarnos con todos estos consejos que hoy ya conocemos, ¿cómo deben cuidarse ustedes que están en permanente contacto con potenciales contagiados?
-Nosotros tenemos un protocolo de trabajo con notificaciones que recibimos en forma permanente y que determina el Ministerio de Salud, tanto de Nación como de Provincia. La verdad que a este país le pasó algo bueno, que es recuperar un Ministerio. Yo no concibo un país sin Ministerio de Salud, porque con las cosas que pasaron el Sistema de Salud estaba como olvidado. Hoy tenemos un Ministerio que nos baja lineamientos, que está reunido con la excelencia de la medicina para manejar este tipo de problemática, con un comité de expertos muy reconocidos y uno se siente contenido. No sé qué hubiese pasado sin Ministerio, tenés al frente al doctor Ginés González García en Nación y al doctor Daniel Gollan en provincia de Buenos Aires, los dos tienen mucha experiencia y saben cómo manejar este tipo de problemática.
-Decís “no sé qué hubiera pasado si no hubiese habido Ministerio”. Tal vez no toda la sociedad entiende cuál es la diferencia con la Secretaría que había implementado el gobierno anterior desde septiembre de 2018.
-Yo tengo la imagen de cuando Ginés entró al Ministerio de Salud, después de tanto tiempo, cuando los trabajadores del Ministerio empezaron a aplaudir en forma fantástica. Un Estado no debe estar ausente en Salud, Educación y Seguridad, esa es mi visión. Son tres pilares que te tiene que asegurar el Estado, porque cuando vos necesitás como ahora un pilar para sostén de la sociedad, estamos todos en la cabecera de la batalla, con el presidente Alberto Fernández al frente de todo.
-Hablando de aplausos, ¿nunca pensaste continuar con la actuación?
-El momento de presión lo tuve cuando dejé la carrera artística, porque empecé a estudiar medicina y como estaba actuando todos me decían: “Pero vos tenés una posibilidad que estás dejando para algo que no sabés si te vas a recibir”.
Marcelo Marcote y el equipo de médicos del Hospital Presidente Perón, de Avellaneda.
-¿Qué estabas haciendo?
–La tarde de los chicos, en Canal 13, con Elvira Romei. Y cuando empecé mi carrera, hubo un momento que estuvimos mal en casa económicamente y yo me tomaba el colectivo, luego el subte y cuando llegaba a la Facultad miraba el edificio y siempre decía: “Voy a llegar. Voy a llegar”. Todos los días me lo decía. Mientras estudiaba medicina trabajé como te contaba de hemoterapista y eso me posibilitó muchas cosas de aprendizaje, porque yo ya estaba dentro del hospital. La verdad que hoy a la distancia estoy contento con lo que elegí.
-¿Ser pediatra neumonólogo frente al Coronavirus es un valor?
-Hoy el valor es ser médico, porque esto es una pandemia y si el hospital lo necesita no va a haber especialidades: va a haber médicos. Seguramente la parte operativa va a ser comandada por la gente que tiene más estrategias y más conocimientos en cuanto al tema, pero va a tener que estar todo el personal del hospital abocado a la contingencia.
-Te lo preguntaba porque el COVID ataca a las vías respiratorias.
-Sí, el compromiso es bilateral de pulmón, obviamente. Pero normalmente los clínicos manejan el tema respiratorio también, los pediatras manejan el tema respiratorio, obviamente cuando el tema es superado se realiza la consulta con el especialista.
-¿Cuál es tu sueño con el hospital? ¿Qué te gustaría hacer, superado este momento?
-Nosotros queremos volver a recuperar algunas cosas del Hospital que se han desmejorado, pero para eso necesitamos un programa. Primero vamos a necesitar más gente. Tener un hospital que no sólo pueda abastecer la mayor cantidad de demanda, sino que podamos traer proyectos de desarrollo científico y volcarlos a la atención de la gente. Es un Hospital que tiene mucho potencial para desarrollar, tenemos por ejemplo un gran equipo de hemodinamia y nosotros podemos dar una atención al paciente realmente muy buena. Y cuando pase todo esto voy a trabajar para tener la terapia intensiva infantil, porque para poder trabajar y poder proyectar necesitás los planteles básicos, con planteles básicos vos podés proyectar un hospital hacia adelante.
-Todos tenemos un referente, ¿cuál fue el tuyo en medicina?
-Yo tuve un médico que fue fundamental en los inicios de mi carrera. El doctor Horacio Yacovella era médico hematólogo y fue mi jefe de hemoterapia, él me enseñó muchas cosas y era un hombre que tenía una sencillez y una calidez de atención que realmente me marcó. Fue el médico que me guió en mis primeros pasos cuando comencé a estudiar medicina. Un ser humano de lo mejor que conocí, antes de morir me dejó su biblioteca… Si pudiera llegar a ser lo que fue el doctor como médico yo estaría muy feliz.
-En todos estos años, ¿viviste alguna situación muy traumática o dolorosa que te costó olvidarte o superar como médico?
-Sí, imagínate que estuve muchos años de guardia… Así que sí viví obviamente situaciones críticas, ante el fallecimiento de un chico o una enfermedad incurable, son situaciones dolorosas en ese momento, porque a uno le pega de una manera muy difícil de elaborar. Pero uno eligió esta profesión y esta profesión tiene cosas lindas y tiene algunos tragos amargos. Lo que pasa es que la pediatría está muy cerca de la vida y trabajar con chicos siempre es lindo, los chicos siempre te devuelven una sonrisa, un abrazo, o un cariño. La verdad que uno piensa que es crudo y es cierto, pero uno cambia la visión cuando es padre, porque los chicos siempre devuelven algo que tiene que ver con que el niño no tiene prejuicios y lo que devuelve es puro.
-¿A Karina, tu mujer, la conociste ahí en el hospital?
-Sí. Nos pusimos de novios, convivimos hace veinticuatro años y nos casamos en el 2006.
-Hiciste todo de muy chico…
-No te creas ¡yo tengo 55 años! Me recibí de bachiller a los 17, y me recibí de médico casi a los 30. Seguí pediatría y después neumonología. La medicina te va llevando por un río de distintos caminos que vos vas eligiendo y siempre es un día a día.
-¿Cómo es vivir con una pareja que está en la misma profesión que uno mismo?
-Siempre el tema médico sale, comentamos algún paciente, pero tratamos de mantener una vida familiar lejos de la actividad que hacemos todos los días porque si no aburrimos a Manuel, nuestro hijo, que cumple 13.
-Antes decías que el nacimiento de tu hijo te cambió un poco la visión.
-Sí, pero esto no es por ser médico, esto nos pasa calculo que a todos los seres humanos, un hijo es una revolución. Uno cambia escalas de valores, tiempos, hábitos, trabajo, vida cotidiana, ¡todo!
-¿Después de esta pandemia, será otro mundo distinto al que conocemos?
-Espero. Uno espera que las cosas mejoren. Lo primero que hay que ver es cómo nos recuperamos de las pérdidas, porque esto va a tener un costo y el costo van a ser vidas. Entonces hay ver cómo se va a recuperar un país de este impacto. Yo miraba los números de Italia y pensaba que cada país va a tener que ver cómo se levanta, porque esto va a afectar no sólo la parte económica de un país o la parte social de un país, sino la parte psicológica de cada uno.
-¿Te gusta leer?
-¡Sí! Soy bastante lector y el autor que más me gusta es Saramago (José), porque tiene una visión muy particular de lo que es la globalización y del hombre. También me gusta leer cuentos y algunas novelas, de los autores argentinos me encanta Sacheri (Eduardo), sus novelas me parecen muy bien logradas y tienen que ver con la idiosincrasia de la Argentina. Otro hobby que tengo es la música.
Hincha del Rojo. Marcelo Marcote, en el estadio de Independiente.
-¿Sos músico aficionado?
-No toco nada, escucho. La música es una caricia al alma y tengo muchas colecciones. Todo lo de los años 60: Beatles, Stones, Queen, Genesis… Soy coleccionista de Astor Piazzolla y lo fui a ver al teatro Ópera en 1989, la última vez que actuó en Argentina. ¡Lo mejor que escuché en mi vida!
-Conociste una de las épocas de oro de la televisión argentina, donde los programas y las telenovelas llegaban a tener más de 60 puntos de rating, ¿cómo ves la televisión de hoy?
-Le pasó por el medio la globalización a todo esto, vos tenías otra sociedad, no sé si mejor o peor. Nosotros vivimos muchos años de Proceso, eso es peor, yo no sé si el hombre entró en una crisis personal, intelectual. Fijate que se han perdido muchos valores. Esta globalización ha hecho muchas cosas bien, como por ejemplo que vos te puedas comunicar a través de un teléfono, pero también ha hecho mucho daño. Teníamos una televisión más cuadrada si querés, hoy es una televisión más libre.
-¿No te volviste a mirar nunca en Volver, por ejemplo?
-Yo no me miraba nunca, porque me parecía que no me gustaba. Siempre tuve un poder de autocrítica alto. Me da timidez, por ahí si empieza algo en donde estoy yo y mi mujer y mi hijo están mirando busco una excusa y me voy. Manuel se sorprende al verme. Nunca me dijo qué opinaba ni tampoco le pregunté eso. Es un chico muy noble, muy sano, muy afectuoso con todos sus seres queridos.
-Imagino entonces que nunca te arrepentiste de haber renunciado a una carrera tan exitosa y en la que tenías el futuro asegurado.
-No. Por momentos tuve ganas de hacer radio, siempre me gustó y yo escucho radio generalmente a la madrugada. ¿Sabes qué le veo a la radio? Una comunicación real, soy más oyente de radio que de mirar tele. Y la verdad que la radio es una compañía noble, porque imagínate que todo el desarrollo audiovisual que hubo y sin embargo la gente sigue escuchando radio. También estuve a punto de hacer teatro under, sin fines económicos, simplemente como una terapia digamos. Estuvimos ensayando Siete gritos en el mar, de Alejandro Casona, una obra muy linda, con un libro maravilloso, con un grupo de chicos del teatro under de una capacidad asombrosa, pero después no se concretó el proyecto.
-¿Seguiste en contacto con algún compañero o compañera de aquella época?
-No, la verdad que no. No se dio, no te olvides que yo me fui muy chico, a los 17 años. Los primeros años tuve algún contacto, pero después ya no. Yo me alejé completamente del ambiente artístico cuando empecé a estudiar medicina.
-¿La gente te reconoce?
-Sí, ¡sobre todo las abuelas! Porque pasaron muchos años. No reniego de aquello, porque es una vida que me dio mucha satisfacción y me abrió un montón de puertas que me permitió conocer gente que me ha aportado un montón de cosas y el gusto por el arte.
Marcelo Marcote es médico pediatra y neumonólogo. Foto: Archivo Clarín
-¿Te molesta que te reconozcan?
-No. Pero soy medio introvertido, la verdad que la exposición pública no es lo que más me gusta, prefiero el anonimato. A veces me llaman para hacer notas y la verdad que digo más veces que no que sí. Es muy difícil ser conocido y a mí me gusta vivir en mi mundo.
-En el espectáculo argentino en los años ’70, los dos niños prodigio por antonomasia eran Marcelo Marcote y Andrea del Boca casi al mismo tiempo, ¿cómo pudiste manejar semejante fama siendo tan chico?
-Creo que tuvieron mucho que ver mis padres (Osvaldo y Blanca), porque yo seguí una vida prácticamente normal. En mis contratos siempre figuraba que había que respetar los horarios de colegio y se me respetaban. Ahora si te digo que tuve una infancia normal, hoy visto en perspectiva te diría que no, porque yo no puedo concebir el trabajo infantil; si bien para mí era un juego, también era un trabajo. Yo agradezco que me hayan respetado los espacios de poder ir al colegio. Y creo que mis viejos eligieron mandarme a una escuela pública para situarme en realidad, porque la fama es un afrodisíaco terrible.
-Es que marcaste una época y tu personaje en Rolando Rivas Taxista hoy la gente lo sigue recordando.
Pura emoción. Marcelo Marcote, cuando recibió su diploma de médico. Aún recuerda conmovido el llanto orgulloso de su padre en ese momento.
– Rolando Rivas quizás haya sido la novela de mayor impacto que haya tenido la televisión Argentina en esa década, ¿no? Fue una novela muy popular, trataba temas cotidianos, del pueblo. Y yo estoy agradecido, porque sabés que lo importante es que la gente siempre me recordó bien y eso para mí es importante por los valores de mis viejos. La verdad es que yo soy un agradecido porque tuve una buena familia de raíz y hoy tengo una familia hermosa. Yo estoy tremendamente agradecido a mis viejos. ¿Sabés que nunca vi llorar tanto a mi papá como el día que me recibí? Lloraba con un llanto sentido y ahí pude darme cuenta lo que significaba para él mi título de médico. Él era hijo de un inmigrante, que vino de España en la bodega de un barco en la Primera Guerra Mundial. Un tipo que a los nueve años repartía pedidos del frigorífico La Negra y de obrero terminó trabajando en uno de los cargos más altos. Un hombre de un sacrificio terrible, no sólo laboral sino de estudio, porque se tuvo que capacitar y son valores que uno los va aprendiendo: la cultura del trabajo, el ser un hombre de bien… Y cuando mi viejo lloró me estremecí porque dije: el eslabón para tener un hijo universitario fue él. Porque mucho de lo que yo logré se lo debo a mis viejos. Mi vieja era ama de casa y desde la mañana nos imponía el orden, sea feriado o domingo, nos decía a Alberto, mi hermano mayor, y a mí a las ocho de la mañana: “hay que levantarse” y no quedaba otra. Mi vieja era de mucho carácter y de mucha disciplina, pero de una contención tremenda. Era una madre que cuando vos estabas enfermo se sentaba en una silla al lado tuyo hasta que se te pasaba y que te planchaba la cama si hacía frío. Mi papá era un hombre de pocas palabras, pero era un padre muy presente, en todas las actividades. Él laburaba toda la semana, pero sábado y domingo los tenía libres y le decía a mi madre: “Me lo llevo yo”. Y nos íbamos a pescar o a la cancha. ¿Sabés que tengo la imagen de mi papá llevándome a babucha sobre sus hombros, caminando hasta la cancha? La verdad que si yo hoy me tuviera que ir de este mundo diría: ¡Gracias!
-¿Qué recuerdos tenés de aquella vida de actor?
-Yo trabajé con gente que hoy los miro y aunque siempre los admiré cuando era chico no tomaba conciencia con quienes estaba trabajando. Entonces hoy a la distancia te digo que haber trabajado con Luis Sandrini, con Susana Campos, con Solita Silveyra, con la China Zorrilla, con Claudio García Satur, con Nora Cárpena, con Antonio Grimau, con Arturo Puig o con Ricardo Darín, por mencionar algunos, fue un privilegio enorme. Miro para atrás y digo: “¡La pucha, qué suerte tuve, trabajé con todos estos monstruos!
Marcelo Marcote, con mamá, papá y el diploma de doctor.
-¿Te quedaron ganas de actuar con alguien?
-¿Vos sabés que no lo pensé? Porque esa vida que tuve también me abrió la puerta a mis ídolos. Conocí al Flaco Spinetta, mi máximo ídolo del rock nacional, en el año ’79, cuando se volvió a juntar Almendra en el estadio de Obras, pude estar con él en el backstage cuando terminó el recital.
-¿Spinetta sabía quién eras?
– Sí, claro. Me dijo: “Holaaa, flaquito, ¿vos escuchás rock and roll?”. Fue la única vez que lo vi y no me lo olvido más. Me pasó con Luis y con Miguel Abuelo, irradiaban algo diferente, no te lo puedo distinguir con palabras, por ahí era la idolatría mía, porque Luis para mí es uno de los grandes poetas de Buenos Aires.
Marcelo Marcote, con su pecas, en una publlcidad de dulce de leche en su época de ídolo infantil.
-¿Cómo es la vida de Marcelo Marcote hoy?
-Como la de cualquier otro trabajador, nada más que es dinámica porque la medicina lo es. Todos los días me levanto a las cinco y media, soy madrugador incluso los fines de semana, un “bicho tempranero” como dice mi señora, leo un poco mientras tomo unos mates y después me voy al hospital. Antes de asumir como director asociado iba a la mañana y a la tarde al consultorio, pero ahora solamente realizo la actividad hospitalaria. Y cuando termino vuelvo a casa. Antes de esta situación de emergencia solíamos juntarnos con los amigos de toda la vida, la barra de amigos de medicina, dos matrimonios que como nosotros son pediatras y se pusieron de novios en la época del hospital cuando empezamos (Alejandra, Sergio, Néstor y Vivi) y Raúl, mi compañero de hemoterapia y un amigo que es como un hermano. Cuando nos juntamos yo les suelo cocinar, otro de mis grandes placeres.
-¿Quién te transmitió esa pasión por la cocina y cuáles son los platos que mejor te salen?
-Me enseñó mi viejo. Y mis especialidades son: risotto, carré de cerdo, tortilla a la española y los pescados. Según mis amigos mi tortilla es ¡insuperable!
-Y el secreto es…
– Perdón, yo no doy recetas (risas)
-¿Qué sentís cuando a las nueve de la noche escuchás los aplausos de la gente para agradecer el trabajo de los médicos y las enfermeras que están luchando contra esta pandemia?
-La primera vez que escuché los aplausos se me llenaron los ojos de lágrimas, porque no me esperaba una cosa así, tal es así que lo puse en mis redes sociales. Me conmovió. Hablando con otros colegas, a todos nos pasó lo mismo. No me voy a referir a mí, porque sería de un egocentrismo absoluto. Pero todo el equipo de salud que trabaja en los hospitales públicos y en el sector privado lo hace en silencio, siempre trabajamos en silencio. Por ahí uno no valora la salud hasta que flaquea, pero nosotros que convivimos con esto le damos mucho valor al tema de la integridad de la salud. Nosotros estamos todos los días luchando contra enfermedades, tratando de devolver un padre a una familia, un chico a una familia, un abuelo a que se inserte de nuevo en su familia, en sobrellevar una enfermedad… A veces no lo podemos tratar y solamente podemos acompañar. Ese es el rol que por ahí no tiene difusión y somos trabajadores en silencio. Todos los trabajadores de salud, todos.
-Finalmente los aplausos te llegan de una u otra manera. Antes y ahora.
-Sí, ¡mirá vos! Igual la medicina tiene mucho que ver con el poder contener, porque el artista contiene, intercede, alegra, distrae, saca de un problema. Vos estás mirando un programa o una película y es un momento grato. Los médicos también cuando tenemos que dar un informe o algo, depende de la manera en que lo damos podemos ayudar. Hace unos años atrás nos visitó en el hospital Pérez Esquivel, el premio Nobel, y nos dijo una cosa: “Ustedes tienen un poder que no sé si lo tienen en cuenta: con una palabra matan y con una palabra curan”. Para mí fue un cimbronazo escucharlo.
Marcelo Marcote y otra publicidad, esta vez para la revista Billiken.
-Si tuvieras que elegir un final de nota, algo así como la última frase que dice un actor en escena, ¿qué dirías?
– Que se queden en su casa, que no salgan, que respeten la cuarentena, que sigan las normativas que están bajando desde las autoridades. Que extremen el lavado de mano, si salen a hacer un mandado cuando vuelven se lavan las manos. El alcohol en gel es importante, pero más importante es el lavado de manos que debe ser profundo, no un lavadito de manos. Que a las superficies que usan de forma cotidiana le pasen un paño con agua con lavandina. Que mantengan la distancia de dos metros con otras personas. Y que respeten todas las pautas que se van dando día a día porque esto es dinámico. Que se mantengan informados, pero básicamente que mantengan la cuarentena. Es muy importante mantener la cuarentena para evitar la circulación del virus. Y también me gustaría rescatar esta situación que estamos viviendo con toda la clase dirigente, independientemente de los partidos políticos, trabajando conjuntamente, acá no hay banderas políticas esto es un tema de salud y el presidente Alberto Fernández está al frente. Como te decía antes. me puso muy feliz recuperar el Ministerio de Salud. Es un valor y esto tiene que ser a futuro, porque después de esta epidemia, creo que hay que trabajar para que los programas de salud y de educación de nuestro país vuelvan a promover la igualdad. Yo creo que este es un país maravilloso que tiene valores que no puede perder, la educación pública lo es, porque es una herramienta que te permite la inclusión. Yo hice toda mi carrera en la educación pública y estoy totalmente agradecido a este país.
WD
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