El inolvidable Alfredo Alcón decía que para que un actor brillara en un elenco, debía haber un elenco que brillara. Y, redoblando la apuesta de lo colectivo por sobre
lo individual, sostenía que con los personajes pasaba exactamente lo mismo. Y siempre daba el ejemplo de su implacable Rey Lear, monarca con un reino indispensable
De la mano de esa teoría, uno puede revisitar el interesante universo de Poco ortodoxa -la serie emblema de este pandémico 2020- y encontrar divinas y oscuras criaturas alrededor de Esty Shapiro, la figura central de este crudo relato inspirado en la autobiografía de Deborah Feldman.
En la serie de cuatro episodios que Netflix estrenó el 26 de marzo, al personaje magistralmente interpretado por Shira Haas lo secunda un puñado de piezas clave, necesario para poder armar este rompecabezas (palabra que ahí se potencia en su doble acepción), que va y viene de la ficción a la realidad, con un agobio asfixiante que, sin embargo, regala bocanadas de aire.
Amit Rahav, en la piel de Yanky, el marido de Esty. buena química entre los actores.
En esa supuesta segunda línea del relato asoma, debajo de lo mucho que se pone encima, la figura de Yanky Shapiro, una consecuencia más de esta historia de religión, mandatos de todos tipo y la búsqueda aislada de la felicidad. Este último punto no aplica a Yanky, el marido de Esty, a cargo del actor Amit Rahav, hijo de una británica y un israelí, de 24 años y un recorrido por series y películas que le permitió pegar el salto con esta rigurosa composición.
En plena adolescencia, Esther Shapiro representa la asfixia dentro de un grupo jasídico, ultra ortodoxo, estructurado en todos sus vínculos, en Williamsburg, Nueva York. Ahí se decide que Esty y Yanky se casen, sin una pizca de amor y con todo el apuro para que ella pueda quedar embarazada. La maternidad como obligación.
Esther, tal como cuentan el libro y reproduce la serie, apela a su valentía, arrincona su coraje junto a unos billetes, y se va a Berlín, adónde alguna vez pudo huir su madre.
Tras ella va ahora su esposo, un sometido de su propia madre, receptor de todos los mandatos imaginables y un impecable alumno de las obligaciones divinas. Que no serían las mismas, si uno alterara el orden de las palabras.
Rahav llegó a la serie con un recorrido en cine y TV, pero este papel representa su mayor salto.
Con el correr de los episodios se verá que la oscuridad de Yanky es más ajena que propia y que con el tiempo logra quererla, desearla, cuidarla. En las tremendas escenas de intimidad y sufrimiento se ve quién es quién entre ellos dos, pero también se vislumbra que no hay tanta distancia conceptual entre uno y otro.
Acompañado por su pintoresco y desagradable primo, que poco y nada tiene que ver con él, Yanky Shapiro cruza el océano a buscar a su esposa y, tal vez, la madre de su hijo (quizás haya alguien que aún no la vio).
Jeff Wilbusch (Moishe), Shira Haas y Amit Rahav, más allá de laficción. (Instagram).
Y en ese viaje, más revelador que geográfico, aparece su verdadera escala de valores, que hasta se anima a romper con ciertos preceptos religiosos con tal de recuperarla, y verla feliz. En esos ojos, que la perciben, que la miran con admiración y respeto, se puede pispear a un hombre de esos que saben querer. Pero la culpa, ese pesado eslabón que cargan algunas comunidades religiosas, impresiona ser más fuerte.
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Clarín
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