Coronavirus en Argentina: al preso asesinado durante el motín en el penal de Florencio Varela lo mataron de tres balazos

el techo de la Unidad Penal N° 23, mientras la versión oficial pretendía instalar que había muerto tras recibir un facazo en una “pelea entre bandas de presos​”.

Lo que pasó el miércoles en la cárcel de Florencio Varela, en el sur del Conurbano, fue un desastre. La protesta por beneficios de libertades anticipadas y prisiones domiciliarias ante la crisis del coronavirus​ derivó en un motín.

Si la situación era de máxima tensión, lo que la transformó en un cóctel explosivo fue la represión del Servicio Penitenciario Bonaerense​ (SPB).

La autopsia al cuerpo de Rey, que cumplía una condena por robo, confirmó que se usaron armas de fuego con balas de plomo para desactivar una protesta en los pabellones 2, 6 y 7, que consistía en subirse a los techos de un sector del penal para visibilizar el reclamo por medidas de higiene y seguridad. El reclamo se inició luego del contagio de de Julián Arakaki (49), el primer preso con coronavirus en el país.

El informe preliminar realizado por los peritos de la morgue judicial de Lomas de Zamora y al que accedió Clarín señaló que Rey tenía heridas de arma de fuego en el cráneo, en el cuello y en el pecho. De su cuerpo extrajeron tres proyectiles de plomo “que por sus características se corresponderían a escopeta o similar”.

“Se puede inferir que teniendo en cuenta las características y distribución de estos orificios de entrada, no presentando tatuaje, ahumamiento ni quemadura, la distancia de disparo sería alejada”, indica el informe preliminar de autopsia.

El abogado de la familia de la víctima, Juan Manuel Casolati, no duda de que los disparos los realizaron los agentes del SPB. “Fue un desmadre. Dispararon un montón de veces y Rey recibió tres balazos”, le dijo a Clarín. Y agregó que hay varios heridos de gravedad, entre ellos dos internos que “perdieron un ojo” y otro detenido “con ocho perdigonazos en las piernas”.

Además de los plomos, los peritos encontraron entre las ropas de la víctima una bala de goma. En su cuerpo también se detectaron “múltiples lesiones compatibles” con este tipo de municiones.

Esos proyectiles fueron enviados su análisis en la pericia balística. Ese podría ser el primer paso de un camino largo y complicado: determinar de qué arma salió cada disparo e identificar al o los tiradores.

Fuentes del caso señalaron a este diario que hay más elementos que ayudarían a resolver esa incógnita. Lo que está claro hasta ahora es que el procedimiento fue en contra del protocolo de negociación, que se aplicó en otras protestas, como la del penal de Melchor Romero el martes.

El panorama en del penal de Varela es crítico. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) denunció que la “situación de hacinamiento llega al 200%”. No escapa a la realidad del sistema penitenciario bonaerense, que está en uno de sus peores momentos. Aloja a 44.000 detenidos cuando tiene una capacidad de 29.000, según datos oficiales.

Son espacios de encierro destinados a que quienes cometieron un delito cumplan una condena y accedan a herramientas que les permitan resocializarse. Pero las condiciones son paupérrimas.

Después del motín seguido de muerte en el penal de Varela, la jefatura del SPB dispuso el relevo del director de la cárcel, los tres subdirectores y el jefe de la sección Vigilancia y Tratamiento. Mientras que avanza el sumario administrativo para determinar las responsabilidades de los agentes en los incidentes, informaron fuentes penitenciarias.

El SPB también puso a disposición de la fiscal Roxana Giménez, de la UFI N° 9 de Quilmes, “todas las escopetas y las vainas servidas secuestradas” después de los incidentes que terminaron con la muerte de Rey y 40 internos y 15 agentes heridos.

“Vamos a avanzar con la investigación hasta las últimas consecuencias. La utilización de proyectiles de plomo no está permitida dentro de las cárceles. Se utiliza en la seguridad perimetral, solo en casos extremos y para repeler agresiones externas”, afirmó el titular del SPB, Xavier Areses.

El crimen de Rey tiene características similares al de José Mario Candia (22), el preso asesinado en la Unidad Penal N° 1 de Corrientes, el martes pasado. Candia recibió un balazo en una de sus axilas mientras participaba de los incidentes en esa cárcel, cuando los guardiacárceles y la policía provincial intentaban desactivar una huelga de hambre.

Pero la primera versión que hicieron correr las autoridades correntinas también fue la de “una pelea entre presos”. Y para eso difundieron una foto del cuerpo de Candia con una puñalada en el pecho. La sospecha es que esa herida se la provocaron después del disparo, para montar la coartada del puntazo.

LM