Coronavirus: cómo se trabaja en el Roffo, donde hay pacientes con cáncer y se contagiaron tres médicos en una capacitación

El glosario militar se metió de lleno en las crónicas diarias en medio de la pandemia. El coronavirus es un enemigo invisible; el personal de la salud está en

la primera línea de fuego o en la trinchera; y los médicos, médicas, enfermeras y enfermeros serán los héroes de esta guerra son frases que se instalaron mientras al resto de la población no se le pide que vaya a una batalla sino que permanezca en el sillón haciendo la cuarentena.

El principal objetivo de eso es que haya menos enfermos. En cambio, el personal de la salud sabe que será difícil no contagiarse, como ocurrió en el Instituto de Oncología Angel H. Roffo, donde tres médicos dieron positivo, pero lo primordial será tomar medidas rápidas para evitar que eso se extienda a los pacientes, clave en un centro de alta complejidad especializado en el tratamiento del cáncer.

Según pudo reconstruir Clarín, el contagio pudo haber ocurrido el viernes 17 de abril durante una capacitación de seis personas como las que realiza el Instituto desde hace dos meses, cuando comenzaron a prepararse para le pico de la epidemia. Al parecer, uno de ellos comenzó con síntomas al día siguiente y fue a una clínica donde se le realizó un hisopado, que dio negativo. Inmediatamente, quienes habían estado con él fueron puestos en aislamiento y se les practicaron las pruebas PCR: dos fueron positivos. Ninguno tuvo síntomas ni presentó complicaciones, por lo que permanecen en sus casas sin requerir del sistema de salud. Además, los tres son médicos jóvenes, lo que amplía sus chances de recuperación.

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“Hace dos meses que hacemos estos entrenamientos y en el Roffo hay un servicio de infectología muy celoso y meticuloso. Vamos entrenando al personal con cursos de capacitación, porque lo más importante en un ejército es cómo esta vestido y cómo está alimentado. No sobran pero no faltan barbijos ni máscaras. Somos muy minuciosos porque es fundamental cómo está vestida la tropa: San Martín cruzó la Cordillera de los Andes con un ejército bien vestido y alimentado. Y nosotros estamos preocupados porque el personal esté en condiciones, porque si no ocurre y se contagian, tendremos que cerrar áreas. Por eso hacemos grupos: si alguno se contagia y hay que aislar ese grupo, hay de backup“, detalla Alfredo D’Ortencio, director del Instituto Roffo.

Lo que valora el cardioncólogo es que “ningún paciente dio positivo”. Si bien en este tiempo hubo casos sospechosos, se procedió según el protocolo: aislándolos y realizándoles los hisopados que dieron negativos. Actualmente, en el centro oncológico hay 20 internados y varios pacientes ambulatorios, aunque el flujo bajó desde el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Desde entonces, en muchos casos se sigue el acompañamiento con videollamadas.

Pese a los tres médicos infectados, desde el hospital que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aclararon que el funcionamiento sigue con normalidad, sin riesgos de contagios, con testeos de temperatura y de PCR en todos los pacientes, especialmente en aquellos que deben ser intervenidos quirúrgicamente.

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El riesgo del COVID-19 en los pacientes oncológicos

Luciano Gómez (MN 79.179) es anestesiólogo y coordinador del Servicio de Anestesiología en el Instituto Roffo. “Si bien no soy un alto mando, soy un general: organizo mi equipo, cuido a mi gente, les explico, les doy información, hacemos normativas con la jefa de quirófano”, dice remitiéndose a ese vocabulario militar que se hizo común entre los trabajadores de la salud. 

Por su experiencia, es quien advierte que las traqueotomías se harán más frecuentes si el virus avanza, lo que aumentará el riesgo de contagio. “Hay cirugías como las traqueotomías en las que hay mucha eliminación de secreción. Son cirugías de altísimo riesgo y va a haber muchísimas a medida que avance la pandemia, porque después del respirador, para evitar complicaciones, los pacientes necesitan este procedimiento”, recalca.

“El Instituto Ángel Roffo es un instituto de alta complejidad dependiente de la Universidad de Buenos Aires y nuestros pacientes son pacientes oncológicos, que tienen inmunidad comprometida por el cáncer y los tratamientos que hacemos. Seguimos realizando operaciones complejas todos los días pero con más recaudos porque es población de alto riesgo en esta pandemia de alta contagiosidad”, explica D’Ortencio.

“Nos cambió completamente la forma de trabajar -agrega Gómez-. Nosotros normalmente trabajamos con el barbijo puesto. Pero antes uno se ponía la ropa de quirófano y entraba. Ahora nos tenemos que vestir con camisolín, antiparras, máscaras transparentes, chequear el quirófano antes. Hay una preparación antes y al sacarse las cosas después también. Cada procedimiento que en una mañana hacíamos dos, ahora con suerte hacemos uno y medio”.

Por eso, cuenta que todo el personal está en “un proceso de reeducación continua” por la agresividad de este virus. “Tenemos que pensar qué cosa hay que tocar, ir desinfectando. Aprendemos cosas nuevas y mejoramos errores, por eso son importantes las capacitaciones en las que conocemos cómo se transmite, las características de la limpieza, los procedimientos quirúrgicos. Una de las funciones del Roffo es la de enseñar”, valora.

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Que los pacientes sean personas con cáncer eleva el cuidado en los médicos. Y por eso reconoce que “hay miedo, hay ansiedad, hay estrés”. “Hace mucho más difícil la tarea nuestra porque yo trabajo en anestesia, que ya requiere una concentración máxima. Ahora le tenemos que sumar a esto cuidados para evitar el contagio entre nosotros y contagiar a los pacientes. Los cuidados son todavía mayores por el tipo de pacientes“, comparte el anestesiólogo.

Hasta la pandemia, el Roffo tenía disponibles cinco quirófanos para cirugías -muchas de ellas de alta complejidad-. Ahora, se redujo a dos y otro exclusivo para emergencias. “Se sigue atendiendo pero se extreman los cuidados en pacientes que tal vez no tienen síntomas, porque si uno los opera y desarrollan la enfermedad después evolucionan muy mal. Hay que elegir a qué pacientes operar”, desarrolla.

Además, comunica D’Ortensio, “se está terminando de acondicionar un área exclusiva dentro del Roffo para el triage“, ya que  hasta ahora se manejaban con dos carpas para medir la temperatura y hacer un chequeo, y ante la menor sospecha derivar a los pacientes al Área de Febriles. Y concluye: “Como gran parte de los pacientes no tienen, la temperatura dejó de ser el único indicador y ahora uno se fija, por ejemplo, en el cansancio. Somos como Sherlock Holmes: estamos pendientes ante la menor sospecha“.


Infografía: Clarín

El pedido de donaciones del grupo de anestesiólogos

Si bien aclaran que en el Roffo trabajan bajo las normativas internacionales y con los Elementos de Protección Personal (EPP) suficientes, el Servicio de Anestesiología recurrió a la comunidad para “equipar el área de quirófanos con el mejor material de protección respiratoria”. “Son donaciones para mejorar el nivel de seguridad. Estamos muy conformes con lo que tenemos. Pero la idea de esto es mejorar aún más porque es muy difícil trabajar con todo esto puesto encima y operar a un paciente”, dice Gómez. 

“Somos un grupo pequeño de gente. La cantidad de elementos que necesitamos no es grande. Si cada grupo de amigos que van al gimnasio o una familia nos dona uno de esos elementos, nosotros vamos a estar protegidos durante toda la pandemia y después de la pandemia va a seguir habiendo gente con estos problemas que requieran atención. Con un granito de arena cada uno llegamos”, propone. En el blogspot del Servicio de Anestesiología aparecen los insumos que necesitan.

La importancia de los anestesiólogos en esta batalla ante el enemigo invisible fue visibilizada por la revista Time, que este mes eligió para su portada a un anestesista italiano (Franceso Menchise) como la “cara” de la lucha contra la pandemia. El coordinador del Servicio de Anestesiología explica que “a este grupo de gente hay que cuidarlo porque van a ser los que te pueden definir esta situación de guerra”; “Estamos preparados para intubar, conectar a un respirador y poner acceso en cuellos y venas para hacer tratamientos. Si bien no somos los especialistas en estos temas, somos el soporte”; “Cuidemos a todos los soldados del sistema de salud, sabemos que algunos se van enfermar“.

“We must get it into our heads that our lives have changed.”

Francesco Menchise, an anesthesiologist in Ravenna, Italy https://t.co/8GXPoQvIyPpic.twitter.com/nsjgDRAgRW

— TIME (@TIME) April 9, 2020

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