Las paredes de boiserie de la sala de directorio del Banco Central temblaron cuando la discusión llegó a los gritos. El tema: la emisión de pesos que deberá disponer el organismo
para cubrir las necesidades del Tesoro.
En una batalla que se presenta entre el titular del Central, Miguel Pesce, que se resiste a emitir sin límite y Martín Guzmán y el resto de los funcionarios del área económica que demandan circulante sin límites para atender las necesidades de la implosión de la actividad.
El tema alcanza al presidente Alberto Fernández que ve con buenos ojos el nivel de emisión actual atento a que la demanda de fondos para atender la crisis de salud y la atención de los sectores más necesitados justifican la “lluvia” de pesos.
En el caso del Presidente, su posición se consolidó a partir de que algunos economistas de prestigio, que están fuera del gobierno, como es el caso de Ricardo Arriazu, comenzaron a percibir que en esta oportunidad esa lluvia podría esquivar el golpe inflacionario.
El argumento se apoya en que la caída de la actividad, y el golpe al bolsillo que soporta la amplia mayoría de la población por política de aislamiento obligatorio, impediría un “shock” de demanda que dispare la inflación.
Leído desde otro ángulo: frente al empobrecimiento de un sector muy amplio de la sociedad, la ayuda estatal ( por caso otra vuelta del Ingreso Familiar de Emergencia de $10.000 para monotributistas y trabajadores en negro) podría destinarse casi en su totalidad a alimentos y productos de primera necesidad.
Cómo en política un botón vale de muestra, Alberto Fernández suspiró aliviado con los pronósticos inflacionarios para abril que indican que el aumento del costo de vida rondaría 2%, más de un un punto por debajo del 3,3% de marzo que generó muchos dolores de cabeza.
Pero si bien el resultado de la inflación del mes sería aceptable, la suba de los dólares libres no lo son.
En el mes, el Central continuó con la micro devaluación del peso en el mercado oficial de cambios. El dólar mayorista, que es con el que operan exportaciones e importaciones, estaba el 28 de abril a $66,63 con una suba de 3,6% desde el 30 de marzo.
En el mismo período el dolar “contado con liquidación”(CCL) había subido 36,4% y cotizaba a $118,5. El blue o paralelo, por subió 43% para ubicarse en $120.
Es de de manual que los funcionarios recurran a argumentos como el que sostiene que el contado con liquidación es un segmento especulativo en el que operan jugadores grandes y que el dólar paralelo no refleja la realidad cambiaria del comercio exterior argentino. Pero en economía las expectativas tienen un peso enorme y suelen doblegar a los controles y a las persecuciones policiales.
Volviendo a la emisión hay dos puntos importantes a tener en cuenta: uno de ellos es el déficit fiscal, el otro el mecanismo en gestación oficial para que el Tesoro coloque bonos en los bancos para conseguir financiamiento.
El primer punto podría resumirse en un concepto del último informe de la consultora EcoGo que sostiene: “el financiamiento monetario al Tesoro recién arranca” y eso es a pesar de que el Banco Central, en los últimos 10 días, absorbió $560.000 millones con el objetivo no declarado de frenar la suba de los dólares libres.
Hay analistas que prevén un déficit primario , diferencia entre recaudación y gastos, del orden de los $300.000 millones en abril y pronostican un aumento para mayo.
Frente a un estado que perdió el financiamiento externo y que enfrenta una pronunciada caída de la recaudación real de impuestos, el presidente Fernández anunció que trabajan en un sistema por el que el Tesoro le colocará bonos a los bancos como medio para financiarse.
El circuito sería que los bancos coloquen en bonos del Tesoro el dinero de los depósitos a plazo fijo en competencia con los préstamos a las empresas privadas que, en este contexto, están pasando la situación más difícil desde 2001.
La idea es riesgosa y vendría a suplantar las denostadas, incluso por Alberto Fernández en campaña electoral, letras de liquidez (Leliq) del Banco Central.
Una de las decisiones más nítidas que tomó Pesce al asumir el Central fue el desarme de las Leliq. En los últimos meses esa decisión implicó la liberación de $350.000 millones. Bajó la tasa de esas letras al 38% anual contribuyendo a la “lluvia de pesos” sobre el mercado.
La fotografía financiera actual tiene como paraguas el desincentivo para que la gente ahorre en pesos (recién la semana pasada el Central le puso un piso de 26,6% a la tasa de plazo fijo) y una enorme masa de fondos en el mercado mayorista donde la tasa para operaciones de pases (los bancos colocan sus excedentes en el Central) está levemente por encima de 15% anual.
Con muchos pesos y baja retribución a los ahorristas, el cepo cambiario entró rápidamente en zona de tensión. Con una “brecha” de 78% resulta muy difícil convencer a los exportadores a que vendan sus productos.
Mientras tanto, la negociación de la deuda va camino al clímax del 8 mayo cuando se correrá el telón respecto a cuan lejos está, otra vez, el país de un default total.
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