Con la llegada de Fernanda Raverta, la Anses seguirá bajo el control político de Cristina Kirchner

target=”_blank”> Alberto Fernández se esmeraban en describir al jefe de la Anses caído en desgracia como un dirigente “de Cristina”. “Ojo que a Vanoli lo puso ella, eh“, fue una frase que se repitió, con variaciones microscópicas, entre las consultas que hizo Clarín en esas horas.

El nombre de la reemplazante de Vanoli no cambiará mucho las cosas en ese sentido. Fernanda Raverta no es menos cristinista que su antecesor. Podría decirse, incluso, que está mucho más cerca de la vicepresidenta.

Raverta manejará una caja que ya era multimillonaria y que, con los paquetes de ayuda que ya lanzó el Gobierno por la crisis del coronavirus, se convirtió en una especie de aspiradora y repartidora de prácticamente todo el dinero público que se encuentre disponible.

Ya en el presupuesto de 2019 -que se prorrogó a este año- figura que le toca manejar y repartir 2,5 billones de pesos: la mitad del gasto primario del Estado, una cifra que no cuenta los pagos de la deuda. Pero esa montaña de plata, y, sobre todo, el peso que tiene sobre los números totales del gasto estatal, creció de manera fenomenal desde que estalló la pandemia, sobre todo porque buena parte de los planes oficiales de mitigación de la crisis, se pagan a través de la Anses.

La Anses es desde hace años la cara del Estado para la mayor parte de la sociedad argentina. Cada mes se pagan 20 millones de jubilaciones, pensiones y planes sociales que terminan siendo, en muchísimos casos, el único ingreso que tiene casi medio país para sobrevivir.

Ahora, Raverta, que responde en rigor a la jefatura del hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner, jefe del bloque de diputados del oficialismo y conductor de la agrupación La Cámpora, manejará un organismo que expande ese padrón.

Como ocurrió luego de la crisis de 2001, la Anses se agranda en los momentos de caos económico. El incremento de la desocupación que traerá el agravamiento de la recesión económica llegará con la expansión de la lista de personas que dependen de planes sociales.

En el caso de esta crisis, además, el peso político de la Anses que manejará Raverta se incrementa por otro motivo: con las escuelas cerradas y las oficinas públicas en cuarentena, el organismo diseñado para pagar haberes previsionales se convierte en casi el único interlocutor que tiene el Estado para comunicarse en forma cotidiana con la sociedad.

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