Desde que se instauró la cuarentena, la posibilidades de medir los precios quedaron bastante acotadas, sin embargo algunos relevamientos que se conocen ya dan cuenta de una desaceleración de la inflación
durante abril. Al menos respecto del nivel que tuvieron los precios en marzo, cuando el IPC promedió una suba del 3,3%. En abril, las estimaciones muestran alzas que van desde el 0,64 al 2,5%.
Uno de los relevamientos que detectó la suba más pequeña es el IPC Online, de la ciudad de Bahia Blanca. Allí, la tasa de inflación mostró un aumento de 0,64% respecto de marzo, tras haber computado 41.443 precios. Esta cifra representa el mínimo histórico de esta medición que comenzó en septiembre de 2014.
Según explica Juan Larrosa, analista del IPCOnline, “el mercado no está operando normalmente como consecuencia de la cuarentena. El Gobierno dispuso una regulación rígida a los supermercados mediante el programa Precios Máximos, que determinó que numerosos precios se retrotrajeran al día 6 de marzo. Esto, aparentemente, estaría siendo cumplido hasta el momento”, explica. “Hubo gran cantidad de precios que se mantuvieron sin cambios y aquellos que tuvieron alzas fueron compensados con otras bajas. Al mismo tiempo, los precios regulados no registraron variación alguna y constituyen un componente relevante de la canasta de bienes y servicios que releva el IPC”.
Otras mediciones están arrojando subas inferiores al 2% mensual, como es el caso de la consultora de Orlando Ferreres&Asociados. En tanto, el promedio de las estimaciones del REM, (Relevamiento de Expectativas del Mercado del Banco Central) mostró una suba del 2,8%.
Desde la consultora EcoGo, el economista Federico Furiase cuenta: “en abril estamos en 1,7%. Por ahora, la recesión, el riesgo de ajuste nominal en paritarias, la demanda de cash precautoria y sobre todo el tipo de cambio oficial moviéndose lentamente con tarifas congeladas, permitieron contener los mecanismos de transmisión a precios a pesar de la escalada en la brecha cambiaria y la fuerte emisión monetaria que tenemos y seguiremos teniendo para financiar el déficit fiscal”, describe.
Sin embargo, el analista también advierte sobre otro escenario: “si terminamos en un escenario de hard default con fuerte emisión monetaria del BCRA para financiar el agujero fiscal que deja la pandemia con presión creciente en la brecha cambiaria, al BCRA se le va a hacer cada vez mas difícil mantener el tipo de cambio oficial (en términos de mayor caída de reservas/mayor control a las importaciones) y es ahÍ cuando las expectativas de inflación empezarían a jugar más cerca del dólar de la brecha que del dólar oficial, poniendo en riesgo la estabilidad nominal y la entrada hacia un régimen de alta inflación, donde los mecanismos de transmisión a precios se empiezan a retroalimentar”, señala el analista.
Según el análisis de Ecolatina , “con la cuarentena se prendieron poderosos motores inflacionarios (como la emisión y la brecha cambiaria) pero de transmisión lenta. En sentido opuesto, dos de los principales drivers de la suba de precios se atenuaron con la crisis (Regulados y costo laboral)”, explicó la consultora en un informe reciente.
“La situación es delicada y la inflación, probablemente, se acelerará recién cuando la economía se normalice y la velocidad de circulación del dinero retorne a sus niveles promedio”. De acuerdo con las previsiones de Ecolatina, “en un escenario de precios regulados controlados, presiones salariales acotadas y un mercado cambiario oficial que podrá tensionarse, pero que no se vería desbordado, proyectamos que la inflación se ubique levemente por debajo del 53,8% de 2019, orillando el 50% en 2020.
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