Por qué te lo recomendamos Pocos deben conocer el cancionero stone como Bernard Fowler, rueda de auxilio vocal de The Rolling Stones desde 1989. Encima, el hombre, que el segundo día
de 2020 cumplirá 60, cuenta por ahí que el primer disco que le dio su papá fue 12 x 5, el segundo del combo británico. O sea, Stone desde la cuna.
Por eso pocos, también, están en condiciones de hacer lo que Fowler hizo con ocho canciones del grupo en su álbum Inside Out, publicado en abril de 2019. En sus propias palabras, una “deconstrucción” de los temas de los Rolling. Algo que en un lenguaje menos a la moda se podría traducir como que los dio vuelta como una media.
Si los Stones más de una vez fueron “en busca de las fuentes”, ahí donde el blues y lo afro hicieron causa común y le dieron larga vida al rock, 60 años después del comienzo de “esa” vida de rock, Bernard directamente optó por adoptar la percusión como guía y cobijo. “Me despertaba escuchando tambores, y me dormía escuchándolos”, recordaba Fowler al editar el disco.
Las versiones de Tie You Up (The Pain Of Love), Undercover Of the Night y Must Be Hell, los tres, temas del LP Undercover, se destacan especialmente en ese aspecto. Rítmicamente disímiles, Tie abre el álbum y marca el camino de lo que vendrá, con un Fowler que recita más que canta cada verso; algo parecido a lo que hace en Undercover…, aunque en un tono que actualiza aquello de que “la policía del sexo está allí fuera, en las calles, asegurando que las leyes del pasado no sean rotas”; y eso de “alejate de las calles porque estás en peligro”, que hoy se resiginifica una vez más.
Para Must Be Hell, el aporte del saxo de Tim Ries le da un nuevo marco a una postal de un aquí y ahora inquietante. Angustiante. “Tenemos un problema, dalo por seguro/Tenemos millones desempleados/Algunos chicos no pueden escribir/Algunos no pueden leer/Algunos están hambrientos”. Nada que no sepamos del mundo de hoy.
La puesta en presente del material de la dupla Jagger/Richards se extiende a la envolvente Sister Morphine, en la que las sílabas se estiran en la voz de Fowler, mientras la trompeta de Keyon Harrold se disputa el protagonismo con la guitarra de Ray Parker Jr. Entre paisajes alucinatorios y, también, de ensueño.
El baterista Steve Jordan, que entre otros méritos tiene el de haber convencido a Keith Richards de lanzarse como solista con Talk Is Cheap, acelera un tanto el tiempo de Time Waits for No One, con Daryll Jones marcando el paso al ritmo de un tic tac sobre el que las voces se superponen y precipitan, al tiempo que Ray Parker Jr. aplica una saludable sobredosis de sutilezas.
“Inside Out” es el nuevo disco de Bernard Fowler, quien hace una notable relectura de ocho temas de The Rolling Stones.
Dancing with Mr. D aporta la cuota de R&B, del mismo modo que All the Way Down aporta la de funk; en ambos casos, con una base demoledora que construyen entre Jordan y Jones. Al fin y al cabo, todos miembros también de la familia stone desde hace muchos años.
Alejado por completo del concepto del tributo, Fowler no sólo no eligió los hits de una discografía que desborda de ellos, sino que decidió hacer suyo ese repertorio que tanto tiempo lleva cantando tal como fue creado, para hacerlo como le dieron las ganas. Y lo bueno es que le dieron ganas de llevarlo por un camino apasionante para redescubrir canciones recontraescuchadas.
En todo caso, el cantante se reserva Sympathy for the Devil para mantenerse fiel al clásico, aunque le deja el campo abonado al piano de Mike Garson (David Bowie, St. Vincent, Nine Inch Nails) para que la versión crezca a medida que avanza, inexorable, hacia la risotada final de un Fowler encantadoramente endemoniado.
E.S.
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