Mientras en el área metropolitana, en donde hay mayor propagación del coronavirus, la cuarentena sigue, también sigue habiendo pasajeros repatriados que hacen el aislamiento en los
hoteles que dispuso el Gobierno porteño. Y como sucede desde que se empezó a aplicar esta metodología, en algunos hay quejas.
Una de esas historias se dio en el Hotel Iris de Congreso, en donde Alicia De Ronco, aislado con su hija Julieta dice: “En este hotel no existen los protocolos de higiene que imponen desde el gobierno de la ciudad, eso es lo mas importante. Tenemos mucho miedo”.
Alicia dice que la pasó mal desde un primer momento, cuando llegó a la puerta del hotel: “Nos hicieron esperar un montón de tiempo, muertas de frío, y nos explicaron que nos iban hacer el hisopado y teníamos que esperar siete días”, afirmó, y al mismo tiempo aseguró que ella firmó dos declaraciones juradas en Tailandia, donde se fue de vacaciones, y Brasil, para pasar la cuarentena en su casa.
Desde que comenzó a haber contagios por coronavirus en la Ciudad, el Gobierno porteño dispuso una serie de hoteles para alojar a las personas que regresaban de países con alta circulación del virus.
Se busca que pasen allí un período de aislamiento para evitar que tengan contacto con otras personas en caso de estar contagiados. Por eso, según explican fuentes oficiales, los hisopados se hacen luego del séptimo día desde el arribo. Si hasta ese momento los pasajeros no presentaron síntomas, y el resultado es negativo, son enviados a sus casas.
Más de 6.300 personas pasaron por estos hoteles desde que comenzaron las medidas de aislamiento. En todos, el equipo que brinda atención está conformado por voluntarios. Aunque hubo casos de quejas, también existen historias de hoteles en los que los huéspedes repatriados valoraron el trabajo y la forma en la que fueron atendidos.
Ese primer día fue uno de los peores, según relata: “En la primera noche a la una de la mañana nos trajeron la mitad de una pechuga de pollo toda seca y fría, que dejaron con la bandeja en el piso”. Asegura que no pudo dormir en toda la noche por lo que estaba viviendo.
“Acá tenemos pánico de contagiarnos. Nos dejan la bandeja con dos saquitos de te sin protector, el vaso de agua de Telgopor caliente sin protección. Los empleados están sin barbijos, para mí es un foco infeccioso todo esto”, agregó.
Alicia está con su hija en el hotel desde el viernes. Dice que el sábado sintió palpitaciones y llamó a la recepción para que la viera un médico; cuando la atendieron le pidió el número de matrícula y no se lo acordaba, algo que le pareció muy raro: “Acá hay un mal trato y una mala operación tremenda. Es una estafa total”.
El desayuno que reciben los huespedes en el hotel Iris. Denuncian que no tienen cuidados.
“Yo no quiero infectarme acá, tienen que sacarme pronto, a mí y a todos los que viajaron conmigo, porque estamos seguros de que no hay ningún contagiado”, dice Alicia, angustiada. Al mismo tiempo, no cree que todos los hoteles sean iguales, y asegura que a ella, lo que más le preocupa, es la salud y que desde el hotel no cumplen con los protocolos.
“A las 9 de la mañana nos trajeron el desayuno, dos saquitos de té, sin el envoltorio, con los vasos de Telgopor con el agua caliente, sobrecitos de café y unas galletitas, no había nada de higiene, no importa nada acá”, insiste.
El día a día cuesta para las dos, ya que están encerradas en la habitación: “Por suerte trabajamos desde nuestras computadoras para nuestra empresa. También me anoté en un curso de inglés para tener la mente ocupada”, relata.
Los días arrancan temprano: “De desayuno nos traen té con sobrecitos de leche y café con el agua caliente”, narran. Por la tarde reciben la merienda, pero no tienen un horario fijo, al igual que para la cena: “Todos los días nos trajeron pollo, no somos exquisitas con las comidas, pero pedimos un poco más de verdura nomás”, afirma.
Lo que reciben de almuerzo y cena.
“Los toallones están todos gastados y no se secan, por lo que llamo y me dicen que la ropa blanca se cambia cada 72 horas. Estamos desde el viernes y recién el lunes me trajeron sabanas y toallas nuevas”, se enoja.
Mientras intenta sobrellevar la situación, Alicia aclara que lo que más le importa es su estado de salud. “Nos apoyamos mutuamente entre los pasajeros”, afirma.
TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA
COMENTARIOS CERRADOS POR PROBLEMAS TÉCNICOS.ESTAMOS TRABAJANDO PARA REACTIVARLOS EN BREVE.
CARGANDO COMENTARIOS
Clarín
Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar.
Clarín
Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.