El presidente de Argentina, Alberto Fernández, puso a Suecia como ejemplo de lo que no habría que hacer en la lucha contra el coronavirus. Aquí presentamos una larga lista
de ejemplos que se podrían copiar del sistema politico sueco, según un extenso informe elaborado por BBC News Brasil, en marzo del años pasado: los diputados suecos no disfrutan de beneficios adicionales como los que tienen los parlamentarios de otros países, como presupuesto para fletar aviones, ayuda para el alquiler, dietas, contratación de asesores particulares, ayuda para gastos médicos, guardería pagada para los hijos y fondos para la divulgación del mandato, entre otras cosas. Además, en Suecia la inmunidad parlamentaria es un concepto que no existe.
A cada inicio de mandato, los 349 diputados suecos reciben -igual que el presidente del Parlamento- una tarjeta anual para utilizar el transporte público. Y también un amplio código de ética que va acompañado de información sobre el restringido uso de los fondos públicos y las normas de conducta para la actividad parlamentaria, detalla BBC.
Los autos oficiales son pocos, y tienen uso limitado. El Parlamento posee solo tres vehículos, del modelo Volvo S80. Esta flota solo está a disposición del presidente del Parlamento y sus tres vicepresidentes para actos oficiales. En Suecia, el único político que tiene derecho a un auto de forma permanente es el primer ministro.
El salario bruto de un diputado del Parlamento sueco es de 66.900 coronas suecas al mes (unos 7.200 dólares). Tras pagar los altos impuestos, el salario neto es de aproximadamente 40.000 coronas suecas (unos 4.300 dólares), lo que equivale a menos del doble de lo que gana un profesor de primaria en Suecia, cuenta el medio británico.
Si un diputado tiene la base electoral fuera de Estocolmo, puede solicitar el llamado ‘traktament’, una ayuda para los días de la semana en los que trabaja en la capital del país. Esta ayuda, exclusiva para los parlamentarios que no tienen residencia permanente en la capital, es de 110 coronas suecas (unos 12 dólares).
Hasta 1957 los diputados del Parlamento sueco ni siquiera tenían salario: solo recibían las contribuciones de los miembros de los partidos. La decisión de establecer salarios para los parlamentarios se tomó, según consta en los archivos del Parlamento, tras llegar a la conclusión de que ningún ciudadano debería verse “impedido de convertirse en diputado por razones económicas”. Pero el valor del salario no debería “ser tan alto como para volverse económicamente atractivo”.
Y ningún diputado tiene el privilegio de aumentarse el salario: en Suecia, los salarios de los parlamentarios los determina un comité independiente, lo mismo que el salario de los ministros, cuenta BBC.
Los departamentos de los diputados tienen un promedio de 45,6 metros cuadrados. Los que constan de una sola pieza tienen sólo 16 metros cuadrados. Del total de 197 viviendas que administra el Parlamento sueco, solo ocho tienen entre 70 y 90 metros cuadrados. Un sofá cama, una mesa, un pequeño armario, una mini cocina con un fogón, una nevera y un baño llenan el espacio de poco más de 16 metros cuadrados de uno de estos apartamentos para funcionarios, situado en la calle Monkbron.
BBC News relata que en estos inmuebles no hay lavadora, ni lavaplatos, ni siquiera cama matrimonial. Una gran parte de estos apartamentos ni siquiera tienen habitación: una sola estancia, amueblada con sofá cama, hace las funciones de sala de estar y dormitorio.
Además, son los propios parlamentarios los que cocinan y limpian la casa. Según el departamento de administración del Parlamento sueco, se hace una limpieza gratuita sólo una vez al año, durante el receso parlamentario de verano.
Los apartamentos son exclusivamente para los parlamentarios. Los cónyuges, familiares y afines no tienen derecho a vivir ni tan solo a pernoctar en un piso propiedad del estado sin pagar. Si un familiar de un parlamentario pasa una temporada en el inmueble, el diputado tiene un plazo de un mes para pagar al erario público los días de pernoctación.
Hasta los años 90, los apartamentos para funcionarios ni siquiera existían en Suecia: los diputados dormían en sofás-cama en sus propios despachos. Lavaban los platos y la ropa en la pila del despacho, y no había cama.
Las oficinas parlamentarias de los diputados tienen una media de 15 metros cuadrados y una decoración frugal. Una mesa de madera clara, estantes del mismo color, una televisión antigua y un pequeño sofá rojo, de estilo similar a los de la empresa sueca de muebles populares Ikea, llenan el ambiente.
Los despachos más pequeños del Parlamento llegan a tener siete metros cuadrados. Los gabinetes más grandes se reservan a los líderes de los partidos y tienen 31 metros cuadrados de promedio.
En la cantina del Parlamento, los diputados se pagan su café. No hay camareros y hay que pagar por la comida. Después de comer, cada parlamentario debe llevar su propio plato al sitio donde se recogen las bandejas, al lado de la cocina.
El Parlamento sueco también cuenta con un restaurante más formal para ocasiones especiales. Pero, en el día a día, algunos diputados se traen su propia comida, que calientan en la cocina comunitaria del Parlamento. Cada uno se lava sus platos y cubiertos.
En el sistema sueco, cada partido político representado en el Parlamento recibe fondos restringidos para contratar a un grupo de asistentes y asesores, que forman el llamado secretariado del partido. Y este grupo de funcionarios atiende, colectivamente, a todos los diputados de un partido.
Es decir: los parlamentarios comparten un grupo de asesores y asistentes que, entre otras actividades, preparan análisis políticos y se encargan de las relaciones con la prensa, cuenta BBC.
Entre las informaciones que cada parlamentario sueco recibe al ser elegido, hay un manual de 35 páginas, titulado ‘Reglas de viaje‘ (‘Reseregler’). Estas son algunas de las recomendaciones que incluye para los diputados: Debe elegirse el medio más económico posible para llegar el destino: tren, carro o avión Los carros para viajar se tienen que alquilar en la agencia de viajes del Parlamento, utilizando las empresas con las que el Parlamento tiene contratos para conseguir precios más favorables.
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En cuanto a los viajes al exterior, un diputado sueco puede gastar un máximo de 50.000 coronas suecas (unos 5.400 dólares) por mandato, es decir, a lo largo de cuatro años. El parlamentario debe presentar un programa detallado del viaje de trabajo, que, como es costumbre en varios países, debe ser sometido a la aprobación de la presidencia del Parlamento.
Según relata el medio británico, los parlamentarios suecos tampoco tienen el privilegio de recibir una pensión vitalicia después de cumplir un mínimo de uno o dos mandatos. No se les ofrece pensión, sino lo que se llama “garantía de renta” (‘inkomstgaranti’) por tiempo limitado.
Es una especie de seguro de desempleo: el principio general es que todo diputado debe trabajar al menos ocho años en el Parlamento (dos legislaturas) para tener derecho a una prestación equivalente al 85% del valor del salario durante un período máximo de dos años. Y para recibir la prestación durante más de un año, el ex diputado debe demostrar que está buscando activamente una nueva forma de ganarse el pan.
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