La pandemia está llena de paradojas. Argumentos que se pueden usar un día para sostener una postura al día siguiente son utilizados para refutar aquella y sostener otra. Todos esos laberintos de la
razón pueden resumirse en cuatro grandes temas: la política, la libertad, la economía y la salud. Como los cuatro caballos del apocalipsis representan la guerra, la gloria, el hambre y la muerte.
1- La política
Tomemos la “pelea” entre la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Cuando Horacio Rodríguez Larreta es atacado por Axel Kicillof de irradiar el virus desde su distrito hacia el GBA, la información que se utiliza para sostenerlo es la rápida multiplicación de casos en Capital.
En el Gabinete porteño explican que en realidad esa cifra creció porque fueron a buscar puerta a puerta casos sospechosos, sobre todo en barrios vulnerables, por lo que las bases de datos comparativas (por ejemplo del último mes) no son las mismas: en un caso se registraban sólo los casos espontáneos que iban apareciendo y en el otro los están saliendo a cazar.
Esa misma explicación contradice la que se da a la hora de volver a endurecer la cuarentena. Allí el argumento es que se ha decidido porque los casos se quintuplicaron en las últimas semanas. Entonces es necesario frenar el flujo de gente en la calle para volver a aplanar la curva de contagios.
En este escenario, el hecho de que los casos registrados sean más porque los están yendo a buscar casa por casa es clave a la hora de tomar decisiones. Incluso aseguran que la curva se está verticalizando fuera de los barrios de emergencia y no tanto ya, por ejemplo, en la Villa 31: por obra del Plan Detectar, el aislamiento de los casos positivos está dando resultados.
El predio de Costa Salguero preparado para aislar gente con síntomas leves de coronavirus.
2- La libertad
El deseo de que termine la cuarentena en la zona metropolitana por ahora parece una utopía. Desde diferentes sectores se afirma que no se puede sostener una cuarentena eterna. Y que el Poder Ejecutivo está avasallando a los otros dos poderes del Estado. Es por eso que reclaman una apertura del aislamiento obligatorio, a la uruguaya, y que en vez de que haya un Estado protector sean los individuos los responsables de cuidarse y cuidar al otro.
Este debate se dio también cuando quisieron controlar por teléfono a los adultos mayores. Hubo una fuerte reacción en contra de la medida impulsada por la Ciudad, cuyo objetivo era resguardar al grupo en riesgo más vulnerable. Pero referentes de ese grupo etario salieron a fustigar la iniciativa. Desde el distrito consideran que “nadie quiere que le digan que está en ese grupo, aunque lo esté”.
La paradoja, en este caso, consiste en que la libertad que puede otorgar una cuarentena más relajada o la posibilidad de salir de casa sin pedir permiso puede atentar contra otra libertad, o mejor dicho otro derecho, que es el de la gente a no contagiarse. Y no el derecho de los que quieren salir, sino el de los que tienen que salir porque cumplen con una actividad esencial: cuanto mayor sea el flujo en las calles deberán interactuar socialmente con una mayor cantidad de gente. Esto significa mayor riesgo de contagios y, en definitiva, de muertes, algo que echa por tierra cualquier libertad.
Gente que toma transporte público este martes en Plaza Constitución. Foto: Guillermo Rodríguez
3- La economía
Es la paradoja más palpable. La economía se derrumba por efecto de la cuarentena. Muchos no pueden trabajar y se ven impedidos de obtener ingresos para subsistir, más allá de la asistencia dispar del Estado. Pero al mismo tiempo se observa que en los países en los que la cuarentena ha sido más relajada también se han perdido millones de puestos de trabajo por efecto de la pandemia.
En este punto hay que diferenciar las actividades que dependen del consumo global, ahora frenado por el cierre de fronteras, y las que corresponden al consumo local, que es el que más sufre en países que disponen las cuarentenas férreas.
La posibilidad de abrir los negocios de proximidad en los barrios es un gran anhelo para muchos comerciantes, pero ese permiso sin el dosaje adecuado puede derivar en un descontrol que termine en una mayor cantidad de contagios y de muertes.
Esa mayor cantidad de contagios y de muertes derivaría de todos modos, a la postre, en el cierre de comercios e industrias por efecto de la pandemia, con el agregado de que en el medio se perdería una mayor cantidad de vidas y el sistema de salud sufriría un colapso que ya se pudo apreciar en otros países.
4- La salud
De esto se trata fundamentalmente una pandemia, de la salud. Y aquí también se yergue una paradoja basada fundamentalmente en las curvas de muertes y de contagios. Es aquí donde aplica, por ejemplo, la frase del infectólogo Pedro Cahn según la cual “la cuarentena es víctima de su propio éxito”. Es decir, la percepción de que estamos bien porque el aislamiento obligatorio funcionó.
Sin embargo, surgen otras voces como la del ministro de Salud bonaerense, que ha afirmado que a este ritmo tardaremos “600 años” en que se contagien todos los argentinos. Entonces la cuarentena opera como un perro que se muerde la cola.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la curva de contagios se está acelerando y el acumulado funciona como un vaso de cerveza, en donde el vaso representa el sistema de salud. Hay que servir con cuidado y hasta determinado nivel, porque si nos pasamos la espuma se derrama.
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