Se le quiebra la voz cuando dice: “Lo que había visto en fotos y en videos era otra cosa. Acá pude acariciar su carita, tocarlo, ver sus ojazos, saber que está
súper atento a todo”. Andrea habla con Clarín desde Kiev, la capital de Ucrania. Este miércoles, 42 días después del nacimiento, conoció a Nacho, su hijo. Es uno de los cuatro bebés que, a través de la subrogación de vientres, se encontraron este miércoles con sus mamás y sus papás argentinos, esos que tuvieron que volar a España en un avión que iba a buscar repatriados y de Madrid a Kiev en un vuelo charter donado, mientras la mayoría de las fronteras globales están cerradas por el coronavirus.
“Arrancamos esta mañana sin saber cuál era el resultado del testeo de coronavirus, pero hacia las 9 nos confirmaron que éramos todos negativos: fue una primera felicidad absoluta“, cuenta Andrea, a casi 14.000 kilómetros de Buenos Aires.
El sábado 30 de mayo nueve parejas argentinas llegaron a Kiev: ya nacieron los bebés de cinco de esos matrimonios -uno de ellos está internado, por lo que aún no se pudo hacer el cuentro con sus padres-, y los otros cuatro nacerán, según lo previsto, durante junio. Apenas llegaron tuvieron que cumplir cuarentena estricta en un hotel dispuesto por Biotexcom, la clínica ucraniana dedicada a la subrogación de vientres.
El sábado 6 de junio todos fueron testeados para chequear si tenían coronavirus: un positivo habría demorado el encuentro con sus hijos. Son todas parejas heterosexuales y casadas legalmente: es un requisito de la clínica ucraniana, así como que cada bebé debe tener material genético de al menos uno de sus dos padres. Por cada procedimiento, cada familia pagó entre 40.000 y 60.000 euros.
Nacho, el hijo de Andrea, nació el 29 de abril. Ella lo conoció 42 días después. (AP)
Andrea Diez y Fernando Montero, con su hijo Nacho, rodeados de medios internacionales que cubrieron el encuentro de los bebés con sus papás. (Reuters)
“A las 10 de la mañana nos vino a buscar un transporte para ir a conocer a los bebés. Por suerte dejaron venir también a las parejas cuyos bebés todavía no nacieron, porque somos un grupo muy unido. Cuando llegamos al hotel en el que está montada la nursery en la que cuidaron a los bebés estaba lleno de medios internacionales: Reuters, BBC, National Geographic”, describe Andrea.
Un tenor ucraniano, con acento duro y la letra muy ensayada, cantó el Himno Nacional Argentino. Con barbijo, las parejas que iban a buscar a sus bebés esperaron: de a una, las enfermeras que los atendieron desde sus nacimientos hasta ahora se los dieron en brazos.
Las parejas argentinas, minutos antes de conocer a sus hijos. (Reuters)
“Nacho fue el primero. Yo estaba súper emocionada. Lo del Himno ya había sido muy conmovedor y apenas lo tuve a upa me saqué el barbijo y empecé a darle todos los besos que quería darle“, se emociona Andrea. Durante nueve años, ella y Fernando intentaron doce tratamientos de fertilidad: de baja y alta complejidad e incluso con ovodonación. Ella perdió seis embarazos. Luego optaron por el vientre subrogado.
La subrogación de vientre es un proceso que despierta debates en el seno de los feminismos. Dado que en la mayoría de los casos media un pago a la mujer gestante y a la clínica que intermedia, hay quienes sostienen que es una de las formas de la explotación del cuerpo de las mujeres, especialmente las de menores recursos. A la vez, hay quienes destacan que se trata de una decisión que reafirma la autonomía del cuerpo de cada mujer.
En Argentina la subrogación de vientre quedó fuera de la última modificación del Código Civil. Sólo puede hacerse a través de un amparo otorgado por la Justicia, y se debe demostrar un vínculo altruista -no mediado por lo económico- entre la mujer gestante y la o las personas que tendrán ese hijo.
Según publicó el diario español El País en agosto del año pasado, los Poderes Judiciales de distintos países europeos investigaban a Biotexcom por delitos como tráfico de personas, documentación falsa y evasión de impuestos.
El momento en que las enfermeras llevan a los bebés con sus padres. (Reuters)
“Ahora estamos en un apart en el que hay una habitación para Nacho, un cochecito, el bolsito con pañales y leche que nos dieron para los primeros días. Tenemos todo lo que necesitamos para estar acá hasta el sábado, día en que se cumple nuestra cuarentena”, suma Andrea.
Otras tres parejas conocieron este miércoles a sus hijos: Manuel, Zoe y Sol duermen esta noche por primera vez con sus papás argentinos, todos en el mismo apart hotel.
“Después nos vamos a un hotel, también todos juntos: no tenemos idea de cuándo será la vuelta. En principio, hay que hacer ADN a los bebés para que quede registro de que hay material genético de uno de los dos integrantes de la pareja. Y hacer un pasaporte provisorio, trámite que sin pandemia demora unas tres semanas”, explica Andrea.
Jose Perez y Flavia Lavorino, con Manuel, en Ucrania. (Reuters)
La llegada hasta Kiev fue difícil: las fronteras argentinas y ucranianas -y la de varios espacios aéreos intermedios- estaban cerradas. La abogada Ana Rosenfeld intercedió al conocer el caso y, junto a la Embajada Argentina en Ucrania y Cancillería, logró que las autoridades de Kiev autorizaran el ingreso de las nueve parejas y que todos consiguieran un asiento en un vuelo de Aerolíneas Argentinas que iba a buscar repatriados a Madrid.
El viaje hasta la capital ucraniana fue en un vuelo privado donado por el empresario cordobés Ricardo Fernández Núñez, que vive en Europa del Este desde hace casi 30 años y que tomó la decisión tras saber que una pareja de Villa María, de donde es oriundo, necesitaba salir de Kiev para volver con su bebé recién nacido a su casa.
La fecha de regreso es incierta: “Estamos dispuestos a esperar en Ucrania hasta que se abran los vuelos comerciales, lo que queremos es estar con nuestros bebés“, había dicho Flavia, la mamá de Manuel, antes de emprender el viaje a Europa. La flexibilización de los cielos europeos podría ayudar a que sea más fácil volver a casa.
“Nos dieron una libreta con la historia de Nacho: a qué hora come, a qué hora duerme, a qué hora hace caca, qué vitaminas toma. Nos explicaron cómo hacerles provechito y cómo prepararles la mamadera. Cuando nos vayamos del apart nos quedaremos en un hotel hasta que esté permitido volver a Argentina”, explica Andrea. Lo hace desde la habitación que desde hace algunas horas comparte con su hijo. “Es muy tranquilo, y nos dijeron que duerme mucho pero que cada cuatro horas sí o sí hay que despertarlo para que coma. Todavía no lo escuché llorar”, cuenta Andrea a Clarín. Desde la habitación, por primera vez desde que sus historias empezaron a hacerse públicas, se escucha un balbuceo finito, espasmódico, recién llegado.
Desde el mismo apart hotel ucraniano, Patricia se hace un ratito para hablar con Clarín entre cambio de pañales y upa para lograr que Sol, la hija que acaba de conocer, duerma.
“Se me explota el corazón de felicidad, no puedo parar de llorar. Estamos recién ahora avisando a nuestra familia y nuestros amigos y todos lloran”, cuenta.
Durante seis años, ella y Gustavo intentaron un embarazo a través de tratamientos de fertilidad. También se anotaron como adoptantes en Argentina y Rusia, pero nada de eso prosperó. “Es muy fuerte. Vale la pena”, se emociona. Y manda dos emojis: un bebé y un corazón.
TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA
COMENTARIOS CERRADOS POR PROBLEMAS TÉCNICOS.ESTAMOS TRABAJANDO PARA REACTIVARLOS EN BREVE.
CARGANDO COMENTARIOS
Clarín
Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar.
Clarín
Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.