Para Tomas Piñeiro (19) lo peor de haberse contagiado de coronavirus no fueron los síntomas, más bien leves en su caso, sino la discriminación y las numerosas agresiones que recibió por
parte de los vecinos de su ciudad natal San Martín de los Andes, Neuquén.
No faltaron quienes, al enterarse del contagio, llamaron a “cagarlo a piñas” o quemarle la casa donde estaba recluido junto a su madre.
“Tengo un gran sentido del humor y puedo comprender algunas bromas, pero que digan que van a quemar tu casa no creo que haga reír a nadie”, le dice a Clarín este joven, estudiante de teatro en la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires.
Piñeiro estaba en la capital cuando se decretó la cuarentena y regresó el 14 de mayo a su ciudad para transcurrirla con su madre.
“Viajamos en un colectivo que repatriaba gente en Neuquén, Junín de los Andes, San Martín de los Andes y Villa La Angostura. Éramos unos 30. Teníamos que llevar barbijo y llevar nuestra propia comida. Antes de subir nos tomaron la temperatura”, explica.
A su llegada a la localidad neuquina inició el periodo de aislamiento obligatorio de 14 días con su mamá. “Tomamos todas las medidas de precaución”, aclara.
Tomás Piñeyro. FOto: Federico Soto, La Mañana de Neuquén.
Cuatro días después se despertó con 38.5 de temperatura y se preocupó. “Llamamos a la Guardia del hospital local Ramón Carrillo, pero nos dijeron que no entraba en el protocolo porque sólo tenía fiebre. Eso a pesar de que les advertimos que venía de Buenos Aires. Siguieron pasando los días con fiebre y molestias corporales hasta que entre el 24 y 25 perdí el gusto y olfato. Me sentía mal, casi no me podía levantar. Fuimos al hospital, me dieron a probar vinagre y un caramelo de menta y como todavía podía percibir deformados algunos sabores me dijeron que no estaba en protocolo y me mandaron para la casa. El 26 de mayo me hicieron el hisopado. Dos días después me avisaron el positivo. Eso fue el 28, yo esa mañana ya me había despertado mucho mejor. Se me había ido la fiebre y el dolor de cabeza”, recuerda.
En la práctica el estudiante llevaba 12 días de aislamiento desde su arribo a la localidad. A los dos días se cumplía el periodo obligatorio estipulado por la autoridad sanitaria.
“Aunque hubo una mañana en que no me podía levantar de la cama los síntomas fueron leves. Uno no se espera esto, pero tampoco se espera que lo ataquen y lo discriminen”, narra.
Cuando su caso trascendió en San Martín de los Andes, los rumores y datos erróneos se multiplicaron en la población de unos 35 mil habitantes. La reacción fue virulenta en ciertas personas.
“Hubo gente que decía que se trataba de una mujer que había venido de Andorra. Otro dijo que yo andaba por la calle o que como era joven andaba saliendo o de fiesta. Todo eso lo vi en las redes o en medios. Decían cualquier cosa. No me preocupaba tanto por mí como por mí mamá y verla sufrir. No podía abrazarla porque en la casa usábamos barbijo y manteníamos la distancia”, detalla.
Alguno convocó desde las redes con ir hasta su vivienda para “cagarlo a piñas” y los ataques brutales con insultos en la web se multiplicaron.
Piñeiro no está seguro de cómo se contagió. Los médicos del hospital le indicaron que debió ocurrir unos pocos días antes del viaje. “Yo estaba en cuarentena, salí a comprar al supermercado y la carnicería tomando todas las medidas. Me puse alcohol, usé barbijo. Pudo haber sido uno de los productos que tomé del supermercado y que no desinfecte bien. No se me ocurre otra cosa”, señala.
“Si no hubiera ido al hospital quizás mí caso no habría figurado como positivo, me habría curado en la casa, pero esto es algo que uno no conoce y se preocupa”, reflexiona.
A lo largo de dos semanas Piñeiro conoció uno de los costados más oscuros de una sociedad sumergida en el pánico.
“Leía los comentarios y pensaba en mis padres, me agarraba una sensación en el pecho, no quería ver sufrir a mis padres. En un momento no leí más. Me habían aconsejado mantenerme discreto, no entrar a polemizar. Tampoco quiero estar sin decir mí verdad”, subraya.
“Se dijo de todo, que salía, que había tenido síntomas y los había ocultado, que recién informé el 25 de Mayo, diez días después de llegar. Todo eso es falso. Solo salí para ir al hospital. Yo los llamé de inmediato y no quedó el registro, después fuimos y mí familia no paró de insistir para que me hicieran el hisopado”, aclara.
Piñeiro se encuentra totalmente recuperado y los dos hisopados que le realizaron a su madre dieron negativos. Tampoco hay noticias de que alguna de las personas con las que tuvo contacto en el colectivo hayan sido contagiadas.
“Solo quiero dar a conocer el mensaje de la no discriminación, es lo único que me importa en estos momentos, que no vuelva a pasar eso”, concluye.
TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA
COMENTARIOS CERRADOS POR PROBLEMAS TÉCNICOS.ESTAMOS TRABAJANDO PARA REACTIVARLOS EN BREVE.
CARGANDO COMENTARIOS
Clarín
Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar.
Clarín
Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.