Una manga de langostas de entre 10 y 15 kilómetros cuadrados de extensión se encuentra desde hace una semana en el sur de Corrientes -el primer caso de esta magnitud en la provincia en 73 años- y preocupa a Brasil y Uruguay y distritos vecinos.
Desde el Senasa confían en el control de la plaga, que puede provocar importantes daños socio-económicos pero no afecta a la salud humana o animal.
“Ha tomado mucha relevancia el avance de la plaga recientemente hacia zonas donde no estaba en los últimos años, como Corrientes”, dijo Héctor Medina, coordinador del Programa Nacional de Langostas y Tucuras del organismo, en la charla “Langostas: Una plaga con mucha historia”.
En ese sentido, Medina recordó que “el primer registro que existe de la plaga es de 1538, cuando provocó daños en cultivos de mandioca en la provincia de Buenos Aires; en 1812, durante la batalla de Tucumán, contribuyó a que el ejercito liderado por Belgrano venciera al español, y hasta 1954 causara estragos en forma recurrente”.
Después de ese año, entró en un estado de recesión con pequeñas explosiones regionales hasta 2015, cuando resurgió con fuerza en la Argentina, se extendió en 2016, avanzó a Bolivia en enero de 2017, pasó a Paraguay en febrero de ese mismo año, volvió a la Argentina y repitió este circuito en 2018 y 2019, en forma cíclica.
“Este año tenemos una nueva invasión pero la novedad es que avanzó al este del país, algo que no ocurría desde hace mucho tiempo, después de 73 años llegó a Corrientes, tras desplazarse más de mil kilómetros en un mes y cruzar el Paraná”, detalló el especialista.
Al ingresar a Corrientes, se encendió la alarma en los países vecinos, Brasil y Uruguay, indicó Medina, quien consideró “difícil saber hacia dónde va la plaga, si va a ingresar a Brasil, Uruguay o Entre Ríos”, aunque recalcó que “si llegara a pasar no sería nuevo, en 1930 y 1940 era muy común que eso ocurriera”,
En ese sentido, el especialista – en el marco de una charla que forma parte del ciclo de seminarios virtuales organizado por el Senasa con el acompañamiento del IICA en la Argentina, dijo que “esta plaga -la de mayor impacto en el sector agropecuario- en el pasado llegó hasta la Patagonia argentina, y de allí pasó a Chile”.
Tras explicar las pequeñas diferencias entre langosta y tucura -ambos insectos de la familia locust-, Medina resaltó que se trata de una especie altamente polífaga, que se alimenta de cualquier material vegetal, puede dañar pasturas y pastizales, pero también otros cultivos, en pocos minutos puede hacer un daño muy importante.
En ese sentido, precisó que una langosta adulta puede comer su peso en un día y en una manga de 1 kilómetro cuadrado hay unos 40 millones de insectos, que consumen el alimento diario de unas 2.000 vacas.
A su gran voracidad se le suma su capacidad migratoria, que le permite recorrer hasta 150 kilómetros en un día, según temperatura y vientos, lo que hizo que en un mes llegara desde la frontera de Chaco-Formosa a Reconquista (Santa Fe) y en dos días se desplazara 250 kilómetros.
La plaga de la langosta en la Argentina ocurre cuando en los inviernos se dan las condiciones para que se desarrolle, clima benigno y buenas precipitaciones, y en lugar de tener dos generaciones tiene tres; ciclos que suelen durar entre ocho y 15 años, hasta que se produce un declive de las poblaciones cuando haya sequías.
Medina, tras resaltar que se trata de “una plaga de alto impacto económico, social y político, rural pero que suele pasar por pueblos y ciudades”, dijo que la langosta “solo se alimenta de vegetales, no afecta salud humana ni animal, ni es un riesgo directo para el ser humano”.
Para evitar que se transforme en una plaga y no cause daños socio-económicos y sobre todo que no impacte al sector productivo, Medina hizo hincapié en el manejo preventivo, el monitoreo y la vigilancia, y el control temprano.
Fuente Telam