El rey Felipe de Bélgica decodificó las marchas contra el racismo en Bruselas y convirtió a la corona belga en la primera de Europa que aplica el BlackLivesMatter. En su caso, al pasado esclavista de su país en el Congo: 112 años después pide disculpas públicas por el genocidio que la corona de Bélgica provocó en ese país africano. “Quiero expresar mi más profundo arrepentimiento por las heridas del pasado cuyo dolor revive hoy por la discriminación aún demasiado presente en nuestras sociedades”, escribió el rey Felipe en la carta que envió al presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, por los 60 años de la independencia de ese país.
Dentro de la familia real de Bélgica no hay acuerdo para retirar las estatuas de Leopoldo II, quien impuso en el Congo un regimen esclavista que dejó 10 millones de muertos.
“Se cometieron actos de violencia y crueldad que pesan todavía en nuestra memoria colectiva”, dice en su carta el rey de Bélgica. Y es así. Su antepasado Leopoldo II tuvo a Congo bajo su mando desde 1885 a 1908 y guió la explotación de los recursos naturales -sobre todo caucho, marfil, diamantes y otras piedras preciosas-, aplicó la esclavitud y el saldo fue de diez millones de muertos congoleños. Por eso, la onda expansiva del BlackLivesMatter también llegó a Bélgica donde estatuas de ese monarca fueron objeto de repudio.
La familia real inglesa se sumó al movimiento #BlackLivesMatter
Felipe de Bélgica cerró su carta destacando la “amistad profunda” y la “intensa cooperación” que comparten ahora ambos países, y señala que para reforzar ese sentimiento es necesario “hablar de nuestra larga historia con toda la verdad y serenidad”. Para que eso suceda, Felipe de Bélgica dice que luchará contra todas las formas de racismo y anima al Parlamento de su país avanzar en la “reflexión” sobre la época colonialista para que “nuestra memoria quede definitivamente en paz”.
La República Democrática del Congo se independizó hace 60 años pero esta es la primera vez que la corona de Bélgica pide disculpas públicas por su pasado esclavista en ese país africano.
En ese contexto se lee el gesto público de Sophie Wilmès, primera ministra de Bélgica, quien participó en Bruselas de un acto por la independencia del Congo. Allí pidió que Bélgica inicie el camino “de la búsqueda, la verdad y la memoria” para observar con “lucidez” el pasado de “desigualdad y violencia” contra los congoleños. La ministra de Exteriores congoleña, Marie Tumba Nzenza, aceptó las disculpas en nombre del Gobierno del Congo. “Es un bálsamo para los corazones del pueblo congoleño. Es un punto de inflexión que mejorará la relaciones de amistad entre nuestras dos naciones”, dijo en un comunicado. Y señaló que en 60 años de independencia, ese martes fue el mejor mensaje que Bélgica podía trasladarle, en la medida en que representa un aliciente para futuros cambios, según un comunicado recogido por la agencia.
CP