Olivia de Havilland: cumple 104 años la única sobreviviente de Lo que el viento se llevó

de todo el elenco de aquel legendario filme de 1939, hoy en medio de la polémica por su visión de la esclavitud. Este miércoles 1° de julio, la actriz cumple 104 años.

Con 60 películas, Olivia forma parte de la época dorada de Hollywood, ganadora de dos Premios Oscar y testigo de la transformación de la industria cinematográfica a lo largo del siglo XX. Fue una activa luchadora por los derechos de los artistas frente a los abusos de las productoras. Muy lejos de todo eso, desde hace 50 años vive retirada en París.

Hija de una actriz y un diplomático británico, por el trabajo de su padre nació en Tokio el 1° de julio de 1916. Como dato curioso, su hermana, Joan Fontaine, un año menor, también fue una actriz reconocida de Hollywood, pero ambas estuvieron enemistadas por décadas.

La familia se mudó a California en los años ’20, y allí Olivia estudió ballet, piano y teatro. Y, desde muy chica, recitaba a Shakespeare.

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Fue precisamente su papel en una obra del dramaturgo inglés, Sueño de una noche de verano, el que le abrió las puertas del cine. Olivia fue descubierta en el teatro por el director austríaco Max Reinhardt, quien, con solo 18 años, la propuso para el mismo rol en una película de la Warner Bros.

A partir de entonces firmó un contrato para filmar junto a la estrella del momento, Errol Flynn. Como pareja romántica, hicieron siete películas de aventuras y lograron un gran éxito, como dupla con buena química. 

En 1939 le llegaría el papel que la haría más famosa aún alrededor del mundo, debido a la repercusión de la película Lo que el viento se llevó. Por su personaje de Melanie recibió una nominación al Oscar, pero lo ganó su compañera de elenco, Hattie McDaniel, la primera actriz afroamericana en conseguirlo.

En 1941 fue de nuevo nominada al Oscar como mejor actriz principal por su papel en Si no amaneciera, pero esta vez fue su hermana, Joan Fontaine, quien lo ganó por su rol en La sospecha, de Alfred Hitchcock. Ya por entonces, la relación entre las hermanas no era la mejor.

Olivia estaba un poco harta de que le ofrecieran siempre papeles de poco carácter. Se quejó con los productores de la Warner, que la castigaron, dejándola sin trabajo por seis meses. El conflicto fue más allá, cuando desde la Warner quisieron extender su contrato por siete años más.

Ella les hizo juicio denunciando contratos abusivos y lo ganó. A partir de ahí se creó una ley llamada “De Havilland”, que sus colegas siempre le agradecieron, porque permitió terminar con el estricto control que los estudios ejercían sobre los actores.

Hace sólo dos años volvió a los tribunales, esta vez para denunciar a los productores de la serie Feud, que recreaba la rivalidad entre las divas Bette Davis y Joan Crawford, interpretadas por Jessica Lange y Susan Sarandon, respectivamente. En la ficción, además de mostrar la rivalidad entre ellas, aparecía Olivia, que era amiga de Davis en la vida real, y fue Catherine Zeta Jones quien la interpretó. Pero De Havilland se quejó porque, según dijo, la serie hacía un uso malintencionado de su imagen y la difamaba, haciéndola parecer como chismosa.

Con algunos papeles en teatro y televisión, empezó a alejarse del cine en los ’60 y se mudó a París, a una vida puertas adentro, con apariciones esporádicas en algunas ceremonias donde recibió premios y reconocimientos.

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Al contrario de muchas estrellas de Hollywood, no tuvo romances escandalosos: se casó dos veces, primero con el escritor Marcus Goodrich, con quien tuvo un hijo. Luego se divorció y se casó con el periodista Pierre Galante, con quien tuvo una hija.

Nunca desmintió los rumores de romance con su antiguo compañero de tantas películas, Errol Flynn, famoso por sus amoríos con colegas.

En 2010 fue nombrada Caballero de la Legión de Honor, una distinción que otorga el Gobierno francés. Y en 2017, con 101 años, Olivia fue nombrada Dama del Imperio Británico por la reina Isabel II.