Un increíble rescate de caballos en medio de un temporal blanco en plena Cordillera

London hasta los campos de veranada en la Cordillera de los Andes para rescatar a su tropilla de caballos.

El viaje al oscuro corazón del frío duró 14 horas entre la ida y la vuelta. El miércoles a las 9 de la mañana Alejandro, Antonio y Félix Castillo y a Eugenio Vázquez, salieron desde el paraje Huaraco, norte de Neuquén, rumbo a la zona de veranada donde estaban sus animales en un sector cordillerano. El paraje queda a unos 60 kilómetros de Chos Malal y a unos 300 de Neuquén​ capital. Del otro lado de la Cordillera están Chillán y Concepción.

Como buenos baqueanos con la sabiduría tatuada en la piel, no llevaron demasiada comida ni ropa de trekking. Tampoco transportaban mapas ni GPS y sus celulares dejaron de funcionar. Aquel camino que “hicieron” sobre el manto blanco e impoluto fue, en definitiva, el hilo de Ariadna que les guió en su vuelta en medio de la tempestad.

Su propósito desde el principio fue andar livianos, recuperar a los pingos y regresar lo más rápido posible antes de que cayera el pesado manto de la noche. Tal como iban vestidos, remera, buzos, jeans, botas, camperas sin mangas y boina, era poco probable que hubieran podido soportar el frío antártico de las montañas, reconocieron en comentarios hechos al diario “Río Negro”.

La tropilla estaba atrapada en un sector escarpado en el que la nieve superaba el metro y en algunos sectores les llegaba al pecho. Mediante gritos y silbidos los gauchos alentaron a sus caballos a bajar hacia territorio seguro. Los pingos están exhaustos y cada paso les resulta un claro esfuerzo. También los animales se desaniman y se resignan.

Pero los baqueanos no bajan los brazos. O los animan o mueren, es la consigna. Las imágenes no dejan dudas al respecto. “Les vamos haciendo un camino”, se escucha decir a Félix en un momento de la grabación que difundió en Facebook. La tropilla avanzan pero el frío y la nieve se interponen de manera brutal. Los ladridos de los perros hacen eco en la soledad inmensa de la Cordillera. “Están hasta el moño”, comenta con la respiración agitada.

“Una de tantas topada que nos toca en la lucha de campo pero feliz de mostrar estás imagenes para la gente que no a visto los esfuerzo que hacemos los crianceros del norte neuquino cuando nos neva…gracs a todo los que comparten para que todos vean el sacrificio y las maravillas del campo”, escribe Félix al presentar uno de los videos del proceso.

“Alejandro Castillo, Antonio Castillo y Eugenio Vázquez un equipo tremendo gracias x ese apoyo entre tío sobrino hermano y amigo”, detalla en otro.

El empeño es sobrehumano. Los jóvenes explicaron que decidieron no detenerse en ningún momento sabedores de que el frío los habría fulminado en minutos. De este modo, subieron 9 kilómetros por una ladera nevada y siguieron otros 4 kilómetros por un río soportando el dolor del contacto con el agua que se filtraba por sus ropas y zapatos.

Ya en la veranada encontraron minutos de sosiego en un puesto de Aníbal Martínez. Encendieron el fuego, secaron sus ropas, tomaron café, compartieron pan casero y después fueron por sus caballos. Las familias de los Castillo ya habían avisado a la policía neuquina de su tardanza. Aunque andaban con celulares los aparatos dejaron de funcionar con la helada, contaron. Finalmente no fue necesario el rescate. Volvieron al pago cerca de las 23. Felices, acalambrados y enteros.

“Así rescatamos nuestra tropillita de la cordillera y con el viento blanco con un frío que no se soportaba casi,, el viento blanco que nos traiciona y escarchado nuestra ropa… no fue nada fácil pero logramos llegar a casa a las 23.00 hora con una noche que caía hielo nieve y viento..pero con nuestra tropilla.. con Alejandro Castillo, ..Antonio Castillo y un amigo del pago Eugenio Vázquez consigo x pelao… Gracs x tdo..”, relata Félix en su cuenta.

Una historia para sus nietos y los nietos de estos.

GS