“Esta es una fiesta patria”, le gritaba un hombre a otro, en la esquina de 9 de Julio y Córdoba, mientras en el semáforo una mujer vendía banderas argentinas a 200
pesos. Esa fue la insignia elegida por los miles de manifestantes que protestaron por segunda vez desde el inicio de la pandemia contra el gobierno de Alberto Fernández en distintos puntos del país. Lo hicieron por una batería disímil de reclamos –que van desde la extensión de la cuarentena hasta la liberación de Lázaro Báez-, y en la semana en que el número de contagios por coronavirus supera la barrera de los 3.600 en 24 horas.
“No, no tengo miedo de contagiarme porque uso barbijo, le puse una servilleta adentro, y no hablo de cerca con nadie. Vengo porque me da impotencia que la Justicia haga cualquier cosa”, planteó a Clarín “Gegé”, que tiene 79 años y fue desde Caballito hasta el Obelisco. “Nos mienten. Nos quieren encerrados para seguir robando y empobreciendo el país como Venezuela. Queremos trabajar”, agregó Ana María, también porteña.
Pasadas las 16, la caravana de autos se extendía hasta Santa Fe, mientras que los que fueron a pie se concentraron en las veredas y sobre la avenida Corrientes, donde se había montado un inflable -ya usado en otras marchas- con la imagen de Cristina Kirchner vestida de presa. Entrada la noche, un sector se movilizó a Plaza de Mayo. Los dos metros de distanciamiento social se desdibujaron e incluso, entre los bocinazos y cacerolas, algunos se bajaban los barbijos para hablar.
El primer banderazo contra el Gobierno se había dado en el 20 de junio, por el Día de la Bandera. En esa ocasión el reclamo tenía el foco puesto en el anuncio del Gobierno de expropiar la cerealera Vicentin. En esta ocasión, en cambio, el eje de la protesta fue más amplio, aunque apuntaba principalmente al Presidente y a la Justicia.
“Gestapo = KGB. Basta de controles y permisos”; “Canalla es robarle la libertad al pueblo”; “¿Democracia o autoritarismo? Basta de DNU”; “Justicia cómplice”, eran algunos de los carteles que se veían entre los manifestantes. Mientras, un grupo de jóvenes repartía imágenes de Alberto Fernández editadas con una nariz de Pinocho.
El momento de mayor tensión se vivió cuando un grupo de manifestantes atacó al móvil de C5N. Los periodistas se tuvieron que refugiar en un quiosco que bajó sus persianas y mantuvo custodia policial hasta que pudieron salir. Mientras tanto, en la misma marcha, y a tan solo metros de distancia, otros asistentes bregaban por la libertad de expresión.
El ministro de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro no tardó en expresarse sobre ese episodio violento. “Quiero repudiar las agresiones al móvil de @C5N y a periodistas que estaban trabajando en el Obelisco. Necesitamos aprender a respetar todas las opiniones y ponerle un freno urgente al odio y la intolerancia”, señaló.
Desde la oposición también criticaron la actitud. “Debemos ser consecuentes con nuestros principios. El ataque al periodismo es siempre un ataque a la democracia. Mi absoluto repudio a quienes hoy, en el marco de una protesta mayoritariamente pacífica, agredieron al móvil de @C5N”, escribió Cristian Ritondo, presidente del bloque PRO en Diputados.
Más temprano, en el acto oficial por el Día de la Independencia, el presidente Fernández había declarado que él vino a “terminar con los odiadores seriales”.
“Acá estamos los odiadores seriales”, rezaba otro cartel en el centro porteño.
El reclamo se replicó en el resto del país. La zona de la Quinta de Olivos, en Vicente López, y la esquina porteña de Cabildo y Juramento fueron otros epicentros dentro de Buenos Aires, mientras que Mendoza, Córdoba y Santa Fe fueron las otras dos provincias donde el banderazo se sintió con más fuerza.
En el interior la defensa al campo se sumó a las consignas más repetidas, sobre todo en las localidades santafesinas de Avellaneda y Reconquista, principales sedes de la cerealera Vicentin.
Aunque la movilización no fue convocada por ningún partido político, varios dirigentes de la oposición se acoplaron a través de las redes o le pidieron al Ejecutivo que preste atención a los reclamos.
“El Gobierno no puede equivocarse en la lectura de por qué la gente se manifestó. Hubo motivaciones personales y colectivas. Desde Vicentin a la excarcelación de Lázaro Báez. Hay cosas que irritan, más en medio de una cuarentena de 120 días”, sentenció el radical Mario Negri.
El propio ex presidente Mauricio Macri escribió un sugestivo mensaje mientras las protestas tenían lugar: “Libres. Feliz día de la Independencia”, expresó.
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