La Argentina enfrenta una pandemia al igual que el resto del mundo, pero se diferencia por la “endemia” que padece: una crisis económica recurrente.
Son muchos los economistas con
experiencia que coinciden con tres factores: 1) que no alcanza para salir de la crisis sólo con un acuerdo por la deuda, cuyo final se podría extender hasta fin de año porque el Gobierno aún debe negociar qué condiciones le impone el FMI; 2) que la debacle de la economía argentina es tal, que con suerte en 2022 podría volver a la situación de febrero 2020, previo la pandemia, donde el país venía de dos años de recesión y de una inflación del 50%; y 3) que si no se hacen reformas estructurales, esas de las que se necesita del consenso con la oposición, difícilmente Alberto Fernández pueda sortear esta situación.
Mauricio Macri junto a Patricia Bullrich, cuando se desempeñaban como presidente y ministra de Seguridad, respectivamente.
Tal vez ese consenso el Gobierno debió haberlo buscado unos meses atrás, abril o mayo. En aquél entonces, los propios opositores le daban su apoyo al “comandante” Alberto Fernández -así lo llamaron- para afrontar la crisis sanitaria. Las voces de los dos extremos políticos, no tenían lugar. Ahora será más difícil.
Ocurre que en el medio hubo episodios que agrietaron el escenario. Como la denominada “liberación” de presos; el accionar de Cristina Kirchner para desandar las causas de corrupción que la aquejan; el dictamen para permitir que Amado Boudou cobre su pensión; la propuesta de Fernanda Vallejos para que el Estado se quede con parte de las empresas a las que ayuda por la pandemia; la expropiación de Vicentín; el cristinismo impulsando el avance de una causa por espionaje contra Mauricio Macri que contemplaba meter presos a varios periodistas; o el crimen de Fabián Gutiérrez, en el que un sector de Juntos por el Cambio intentó involucrar a la vice y desde el Gobierno redoblaron la apuesta acusándolos de odiadores y de una actitud canallesca.
“El diálogo con el Gobierno no está debilitado, pero ya no es a libro cerrado. En los primeros meses firmabas todo”, consienten desde el larretismo. Creen que Cristina complica ese diálogo, como así también los cambios de opinión del Presidente, porque no está claro –dicen- si se va a radicalizar o mantener en el medio.
El consultor Carlos Fara analiza que la ocupación del centro de la escena política por parte de Cristina y Macri es el clásico negocio de la “funcionalidad entre los halcones”, donde los halcones de un lado necesitan que los halcones del otro ganen protagonismo para poder existir. “Las palomas de ambos lados están complicados”, reflexiona, en alusión a Fernández y Horacio Rodríguez Larreta.
El desafío lo tiene el jefe de gobierno porteño. Si bien es uno de los protagonistas en la lucha contra el coronavirus, lo que permitió acrecentar su imagen positiva y ganar en conocimiento en todo el país, también comenzaron a filtrarse voces críticas en su espacio, dirigidas a él y a María Eugenia Vidal, por su cercanía con Alberto F.
Sin un liderazgo claro, duros y dialoguistas difieren en la estrategia. Los primeros creen que hay que construir una relación potente con el votante de Cambiemos, porque si se pierde ese voto otra fuerza puede tomar su lugar. Para eso es necesario confrontar con el Gobierno y recién después, más cerca de las elecciones de 2021, ir por quienes no los votaron.
Los dialoguistas interpretan que el votante del 40,8% de Macri está. Y que ahora hay que ampliar la base con aquéllos arrepentidos por haber votado a Alberto, que creyeron que era distinto que Cristina. Esa posición es apoyada por gran parte del radicalismo y de la Coalición Cívica.
“Hoy el desafío de Horacio es el de liderar primero el Pro y después a la oposición”, aseguran en el equipo de la Ciudad. Tienen en claro que, después de Fernández, es la segunda mejor imagen del país en la pandemia y que el camino es el equilibrio. En cambio, advierten que Macri en el corto plazo debe buscar protección -fueros- porque Cristina va por él judicialmente, y que Patricia Bullrich debe su existencia política a la grieta.
Por las dudas, Vidal ya empezó a reclutar a todos los intendentes. En Diputados con Alvaro González, Cristian Ritondo y Mario Negri, ejercen el poder real en la Cámara Baja. Al igual que en el Senado con Esteban Bullrich y Martín Lousteau. En cuanto a la UCR, creen que lo de Cornejo es aislado y responde a su interés personal, y que los gobernadores Gerardo Morales, Gustavo Valdes y Rodolfo Suárez, al igual que Negri, abonan la estrategia del diálogo con diferencias. Están convencidos que internamente su poderío es mayor.
Sin embargo todos, después de la lección que les dejó la polémica por el crimen del ex secretario de los Kirchner, intentan bajar el tono de la disputa. El viernes por la tarde, durante una hora y media hubo una reunión virtual con las principales espadas de JxC. Macri, Larreta, Vidal y Bullrich por el PRO; Negri, Cornejo, Luis Naidenoff y Lousteau por el radicalismo; Maximiliano Ferraro y Maricel Etchecoin por la Coalición Cívica.
Hubo un clima afable. Con Macri y Larreta de buen humor, destacaron la importancia de la unidad, de que estén “todos adentro” y ser solidarios entre las distintas instancias –partidos, bloques legislativos y los gobernantes opositores-. También dejaron en claro las diferencias. Una mayoría consideró que hay que ubicarse en el centro, es decir, con una postura moderada que atraiga a los independientes pero expresando con firmeza las diferencias con la Casa Rosada, sin caer en la confrontación. Sólo algunos plantearon la idea de endurecer el discurso.
Hay quienes recuerdan la propuesta de Lousteau allá por 2019 cuando creía necesario ampliar la base de Cambiemos a otros sectores como el GEN de Margarita Stolbizer y los socialistas santafesinos. Esa propuesta podría se desempolvada en algún momento.
¿Hay lugar para consensuar con Alberto Fernández, por ejemplo en la reunión de mañana? Para los dialoguistas sí, porque con la crisis económica que se está desarrollando es imposible no aceptar consensuar. Pero todos coinciden en que antes se tiene que crear un contexto de diálogo y respeto, fundamentalmente de parte del Gobierno, aunque también -afirman- en la oposición. Hoy no está.
Mientras los halcones hacen cuentas y ven riesgoso avalar un paquete de medidas que después puede fracasar y los dejaría pegados al Gobierno, los dirigentes más afines con Larreta hacen otros números: el año que viene Juntos por el Cambio pone en juego su triunfo clave en 2017 cuando Esteban Bullrich le ganó a Cristina. Si no afinan la estrategia, podrían ceder muchas bancas en Diputados.
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