Los controles al dólar arrecian y someten a un estrés de corto plazo a un mercado que entiende que la brecha cambiaria no va a dejar de presionar hasta que se explicite
una “estrategia de salida”. Cómo lidiar con una emisión monetaria que en la post-pandemia amenaza con descalibrar este precario equilibrio de cuarentena.
El viernes el mercado terminó nervioso. Aún cuando se decidió dar marcha atrás con la idea de bloquear el acceso de los beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) a los dólares oficiales, la nueva vigilancia de transferencias sospechosas para controlar que nadie acceda a un cupo mayor al permitido dejó a un mercado ansioso, que recién después del cierre se enteró además de que 450 personas ya fueron inhabilitadas para operar.
La medida presionó al blue, donde desembocan esas compras, que salió de un letargo de 15 días para trepar $ 3a $ 130, mientras que los dólares financieros que subieron hasta 3,7%.
“El contado con liqui vuelve a mostrar tensión, subiendo 8% en la semana, hasta casi $ 118, máximo de 2 meses y marcando una brecha de 65% versus el mayorista ($ 71,48)”, remarca Fernando Marull, economista de FMyA.
El Banco Central sigue preocupado por esos niveles, si bien se alejaron de los máximos de 85 %. En mayo, pese al superávit comercial y la oferta de la liquidación de la cosecha, tuvo que vender US$ 970 millones y se vio obligado a poner un cepo a los importadores, que estaban acelerando pagos.
Así, en junio recuperó US$ 653, con una tendencia declinante hacia fin de mes. Ya sin el aporte estacional del agro, en los primeros 15 días de este mes (último dato oficial) sólo pudo comprar US$ 65 millones.
Fue por eso que el regulador del mercado, la Comisión Nacional de Valores (CNV), volvió a embestir la semana pasada contra los fondos comunes que se suscriben en pesos obligándolos a valuar sus activos en dólares al dólar oficial, activos cuyo peso en la cartera ya había sido recortado al 25 %. En la práctica, una invitación a vender y ayudar a bajar la brecha.
Martín Vauthier, director de Eco Go, lo expone de esta manera: “El mayor control, en este caso de las transferencias para burlar el límite regulatorio, es una situación que se da cada vez que se instalan restricciones. El punto es que se mantienen los factores que alimentan la brecha cambiaria: la incertidumbre en torno a la resolución de la deuda, el programa fiscal y la estrategia de salida una vez que la pandemia vaya quedando atrás, sobre todo vinculada al manejo del excedente de pesos que se fue generando durante estos meses”.
“Hacia adelante, el Central viene manteniendo un ritmo de depreciación del 2,7 %-2,8 % mensual, por encima de la inflación y con una tasa de interés en pesos a mitad de camino. Esto es positivo pero hay que tener en cuenta que se está haciendo en un contexto de restricciones cambiarias muy duras, que tienen costos hoy quizás matizados por el desplome de la economía y las restricciones de movimiento pero que se van a empezar a ver a medida que se vaya transitando una nueva normalidad en términos de actividad y filtración de la brecha a los precios”, agrega.
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