El escalofrío que experimentaron los Vicentin cuando Alberto Fernández anunció el último 8 de junio la inminente expropiación fue cediendo al compás de negociaciones en varios frentes. Por lo que trascendió,
el espíritu más práctico del gobernador santafesino desembocó en lo que parece una solución al tema: la formación de un fideicomiso que se integre con las acciones de la familia y voluntariamente con las participaciones de los distintos acreedores, siempre en el marco del concurso de acreedores que se lleva adelante en Reconquista. La iniciativa también contempla sumar a posibles inversores. El guardián del fideicomiso sería el estatal Bice presidido por José Ignacio de Mendiguren. Y en el diseño está contemplado que el management, encabezado por Sergio Nardelli y Máximo Padoan, primos hermanos y nietos de los fundadores, de un paso al costado. Cerca de ellos admiten: “Lo piden los acreedores”.
Pero el fideicomiso despierta aprensión en los bancos extranjeros a los que Vicentin adeuda cerca de US$ 400 millones. Y eso significa que podría nacer débil. La familia ya está en conversaciones con el comité de esos bancos en el que las entidades holandesas llevan la voz cantante.
Las tratativas se suceden unas a otras con diversos interlocutores como el gobernador Perotti y Gabriel Delgado, el frustrado interventor designado por la Casa Rosada. También con el Banco Nación que designó veedor al contador Arnaud Iribarne.
Entre tanto, el concurso de acreedores se encuentra en la etapa embrionaria de verificación de deudas que termina el 25 de agosto. En ese momento se formaría un comité de acreedores al que se sumarían los trabajadores con un representante.
El anuncio de la expropiación, que habría quedado en el limbo, sorprendió a los accionistas de Vicentin en plena negociación con ex CEO de Cargill, Dreyfus, José Luis Manzano y la cooperativa ACA e YPF en busca de vender parte de sus activos.
También estaban en conversaciones con el Banco Nación desde que la línea de US$ 300 millones para financiar exportaciones les había sido prorrogada por tres meses en abril de 2019. Las sucesivas devaluaciones hicieron que se multiplique en pesos el tamaño de esa deuda que pasó a representar el 15% de la capacidad prestable del banco.
Hasta que el concurso evolucione, hay conversaciones con YPF que por canje de combustibles y fertilizantes logra captar unas 3 millones de toneladas de granos que las planas de Vicentin podrían procesar. La petrolera suele hacerlo en las fábricas de la china Cofco. Intentan que lo haga en Renova que Vicentin posee en sociedad con la suiza Glencore. YPF, a su vez, les compra biocombustible.
Por cierto, es curioso el derrotero de Vicentin que pasó a generar unos US$ 4.000 millones de ingresos en 2018 a tener un patrimonio neto de apenas US$ 50 millones. En el que fue un mea culpa un gerente deslizó a acreedores que una expansión apalancada en deuda de corto plazo más la corrida con productores que exigían el pago, provocaron la caída.
A juzgar por sus adquisiciones, como la quiebra del frigorífico Friar en Reconquista que hoy factura US$ 300 millones, o la firma de jugos que comparten con la familia Juri que estaba en dificultades, o las 200 hectáreas de vid que sumaron de la constructora Cartellone; los Vicentin se especializaban en firmas en problemas. Toda una paradoja si se mira su situación actual.
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Clarín
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