Después de que la pandemia del coronavirus obligara a cerrar las salas de conciertos y los teatros de ópera, esta primavera nórdica proliferaron las funciones online. El Metropolitan Opera comenzó a
transmitir óperas nocturnas de su extenso archivo de video y en abril presentó una Función de Gala en Casa, transmitida a través de smartphones desde las casas de distintos cantantes de todo el mundo.
La oferta de música clásica y ópera de esta primavera y verano ha sido en su mayoría gratuita, y tremendamente gratificante. Pero como las suspensiones continuarán hasta el otoño boreal y más allá, a distintas organizaciones les preocupa que los oyentes empiecen a dar por descontado que las funciones van a seguir siendo gratuitas.
Así que el Met Opera está probando si el público paga por contenidos digitales de una serie de recitales de algunas de sus mayores estrellas; al primero, el sábado 19, lo protagonizó el tenor Jonas Kaufmann. Las entradas cuestan 20 dólares, más o menos el precio de las transmisiones en alta definición del Met Opera en Vivo para cines (y los espectáculos siguen disponibles a pedido durante 12 días).
La iniciativa podría aportar ingresos muy necesarios para una compañía que está perdiendo hasta 100 millones de dólares en ventas durante el cierre del teatro, que durará al menos hasta fin de año. Pero quizás aún más importante, se pretende que los recitales estimulen las donaciones. “La recaudación de fondos crece y disminuye según las actividades y los eventos”, comentó Peter Gelb, director general de la compañía, en una entrevista reciente con The New York Times.
La Función de Gala del Met en Casa recurrió a una tecnología encantadoramente improvisada. El recital de Kaufmann, en comparación, mostró un trabajo de cámara profesional, con muchos -tal vez demasiados- primeros planos efectistas y sonido de alta calidad. (Al menos después de una falla cuando el audio se apagó brevemente justo cuando Kaufmann empezaba a cantar el aria Recondita armonia de Tosca de Puccini.) El programa, junto al pianista Helmut Deutsch, consistió en 11 arias y una canción italiana interpretada (sin público en vivo) en la muy decorada biblioteca de la Abadía de Polling, del siglo XVIII, cerca de Munich, donde vive Kaufmann.
Con un par de excepciones, se trató de una selección de grandes éxitos tomados de Tosca, Turandot, Romeo y Julieta, La Gioconda y otros. Pero Kaufmann ha sido quizá la estrella más escurridiza del Met Opera y resulta emocionante volver a escucharlo, incluso en una transmisión en directo.
El concierto daba sensación de una intimidad inusual, de recital de canciones; Kaufmann y Deutsch, un elegante pianista, han sido compañeros frecuentes de grabaciones e interpretaciones de lieder en vivo. Parecía como si las familiares arias que interpretaron hubieran sido reconsideradas a nuevo, y el canto de Kaufmann fue espléndido, su voz vibrante de colores oscuros y cálida, su fraseo apasionado.
Cuando era necesario, recurría a la potencia ardiente, como en su heroica entrega de un aria de Andrea Chénier de Giordano. Y a la vez, raramente he escuchado la Canción de la Flor de la Carmen de Bizet cantada con tanta ternura y sensibilidad. Kaufmann interpreta la frase culminante con una suavidad poco común entre los tenores, siguiendo la dinámica pianissimo que Bizet escribió en la partitura. El Si bemol agudo queda bellamente atenuado.
Para darle a Kaufmann algunos momentos de descanso el sábado, se exhibieron fragmentos de sus presentaciones en Met Live en HD, incluidas escenas de Die Walküre de Wagner, Werther de Massenet y La Fanciulla del West de Puccini. Incluso hubo imágenes de Kaufmann interpretando Vesti la giubba de Pagliacci en el Festival de Pascua de Salzburgo de 2015.
No importa si todo esto y los fotomontajes de Kaufmann actuando en el Met Opera hacen un poco demasiado obvios los intereses promocionales. Volver a recorrer sus triunfos es un recordatorio de lo que los aficionados a la ópera se están perdiendo. El ciclo de 12 conciertos, con Christine Goerke como anfitriona, comprenderá actuaciones de Renée Fleming, Anna Netrebko, Joyce DiDonato, Bryn Terfel, Angel Blue, Lise Davidsen y otros.
Durante la reciente entrevista a Peter Gelb en The New York Times se planteó un tema delicado: mientras que a las estrellas que intervienen en la serie se les paga, la orquesta y el coro del Met Opera, entre otros empleados, están suspendidos. Pero dijo Gelb que los recitales y otras iniciativas son necesarias para mantener la compañía en funcionamiento.
“Si no hay un Met Opera al que volver”, señaló, “los empleos de nuestros artistas suspendidos se perderán”.
Jonas Kaufmann reconoció esto implícitamente al final del recital, después de una valerosa interpretación de Nessun dorma. Siguiendo los protocolos de higiene chocaron los codos con Deutsch en lugar de darse la mano. Luego, Kaufmann habló del “placer y el privilegio” de ser el primer cantante de la serie de recitales. No todos los músicos tienen ese privilegio en este momento, añadió. De modo que anunció que iba a donar 5.000 dólares para los artistas que no tienen trabajo, con la esperanza de que ellos y el público vuelvan a estar juntos pronto.
Traducción: Román García Azcárate
WD
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