“Alta bronca me mandé”, el mensaje tras el crimen del ex concejal rosarino Eduardo Trasante

continúan sin tener definida la hipótesis que llevó a dos sicarios a atacarlo en su casa ni quién fue el instigador de ese plan.

Los dos jóvenes que fueron imputados por comprar un auto robado y ponerlo a disposición para trasladar a los homicidas reconocieron que un detenido en el penal de Piñero los contactó para que consigan un vehículo que se utilizaría en un plan homicida.

El preso, identificado como Isaías Z., está alojado en el pabellón 9. El miércoles a la noche allanaron la casa de su familia, en Rosario, y detuvieron a su hermana por tenencia de estupefacientes.

Algunas fuentes policiales identificaron al detenido como un “tiratiros”, el brazo armado de algunos grupos delictivos dedicados a la venta de estupefacientes. Desde la Agencia de Investigación Criminal relacionan incluso a Isaías Z. con el grupo narco “Los Monos”.

Los fiscales que trabajan el caso Trasante, sin embargo, relativizan ese dato. Aseguran que en algún momento pudo tener contacto con miembros del clan Cantero o con sus segundas o terceras líneas, pero que no se lo puede mencionar como miembro de esa banda.

Los investigadores creen que Isaías Z. actuó sólo como intermediario, pero no como organizador en el crimen de Trasante. Hay un dato que les permite apuntar en esa dirección. El detenido le ofreció a quienes consiguieron el auto 500 mil pesos para cometer el crimen.

Gastón Avila, de la Unidad de Delitos Complejos, y Matías Edery, de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos, creen que Isaías Z. no podía disponer de ese dinero, por lo que se inclinan a pensar que alguien más estaba interesado en eliminar a Trasante.

El Peugeot 308 blanco robado el 10 de julio fue adquirido un día después, a cambio de 20 mil pesos, por los dos imputados este miércoles. Los apodados “Buba”, de 19 años, y “Chicha”, de 23, sabían para qué compraban ese auto.

Incluso le ofrecieron al vendedor los 500 mil pesos de los que les habló Isaías Z. Le hablaron de hacer “un trabajo más grande”, pero el muchacho que se había encargado de robar el auto lo rechazó: entendió que tanto dinero sólo podía ofertarse para cometer un crimen y, además, contra alguien “pesado” o importante.

Después de que se concretara el asesinato y que el auto fuera abandonado, Buba reconoció en un mensaje enviado a otra persona: “Alta bronca me mandé“. Le añadió a esa frase una imagen de un portal de noticias donde se informa el hallazgo del coche utilizado en el homicidio de Trasante.

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Ese mensaje, algunas características físicas e incluso la semejanza entre la vestimenta que describió la viuda de Trasante y que se secuestró en la casa de uno de los dos imputados, llevan a los investigadores a pensar que pudieron ser también quienes ejecutaron al ex concejal.

“Todavía la motivación no la tenemos. Tenemos un montón de hipótesis. La posibilidad de que sea un crimen político no la descartamos”, reveló el fiscal Edery.

Los investigadores pretenden saber si su labor política o pastoral pudo tener incidencia en el homicidio. O su lucha para esclarecer y que finalmente se termine condenando a cuatro hombres por el asesinato de uno de sus hijos.

Hay un dato que a los fiscales le parece sugestivo. Trasante visitaba las cárceles como parte de su labor evangélica. En noviembre dejó de hacerlo. Pretenden saber si existió algún motivo o advertencia que lo hiciera abandonar esa misión que, entre otros gestos, lo llevó a atender incluso a dos de los homicidas de su hijo Jeremías.

EMJ