Cuentan que la mayoría de los terrícolas puede resolver un cubo de Rubik en un promedio de tres horas. Con algo de entrenamiento, quizás en un par de minutos. Para expertos
del cubing como Max Park (17 años) y Feliks Zemdegs (23), es sólo una cuestión de segundos.
El documental corto Los speedcubers (40 minutos) cuenta la historia de Park, un joven autista que encuentra su centro emocional gracias a la actividad de resolver ese juego de ingenio por colores, y pronto se vuelve el mejor del mundo, batiendo todos los récords de Zemdegs, la leyenda australiana de este deporte.
También llamado speedsolving, hay más de diez disciplinas dentro de la actividad, desde el tradicional cubo 3x3x3 (el que lo resuelve en menos tiempo es el campeón mundial) hasta el 7x7x7, pasando por cubos tridimensionales y piramidales que pueden solucionarse con dos manos, una mano, a ciegas y hasta con los pies.
“Los speedcubers” se adentro en las competencias de resolver cubos de Rubik a contrarreloj.
Pero más que adentrarse en ese excéntrico y competitivo mundo de terminar cubos de Rubik a contrarreloj, esta película de Netflix es la historia de amistad entre ellos.
Durante casi una década, Feliks -oriundo de Melbourne- venía dominando el deporte sin oposición, y era considerado el rey de los cubos, el más grande de todos los tiempos.
“Un día vi a un chico en YouTube rompiendo mi récord mundial con una mano”, cuenta Zemdegs. Ese retador desconocido se llamaba Max Park, nacido en California, que en 2017 ganó su primer campeonato mundial en París y emergió al escenario mundial.
Desde entonces, los dos empiezan a intercambiar victorias y récords mundiales de manera constante. Pero en lugar de convertirse en rivales, Feliks y Max logran que esa relación competitiva se transforme en un vínculo de cariño y devoción. Zemdegs se vuelve una suerte de superhéroe para Park, que cada vez que quiebra un récord de su ídolo recibe las felicitaciones de su amigo.
La historia de Max es narrada a través de sus padres, que cuentan que, de niño, su hijo carecía de motricidad en sus manos. Por eso deciden enseñarle el arte del cubing, sin saber que la actividad no sólo lo ayudaría con esa problemática, sino que además le permitiría hacer amigos y desarrollarse emocionalmente. “No sabíamos que estaba entrando a otro mundo”, reflexiona su padre.
La parte final del documental se enfoca en el campeonato mundial de 2019, realizado en Melbourne -ciudad natal de Zemdegs- donde Feliks y Max vuelven a enfrentarse en el evento madre del speedcubing: resolver el cubo 3x3x3 en menos de 7 segundos.
SL
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