La educación a distancia amplió la brecha entre las escuelas públicas y privadas

Una de las palabras más frecuentes para hablar de dos grupos a los que la realidad distancia cada vez más es “brecha”. Esta vez, la brecha que se ensancha en pleno

brote pandémico de coronavirus​ es la que ya existía entre alumnos de escuelas de gestión pública y los que van a establecimientos de gestión privada, que desde el 16 de marzo no tienen clases presenciales: los recursos con los que cuentan -ellos y las escuelas- para sostener cierta continuidad pedagógica dan cuenta de esas desigualdades.

Este jueves el Ministerio de Educación de la Nación presentó los resultados preliminares de una encuesta que hizo a directivos, madres y padres de alumnos y, en caso de que hubiera adolescentes en la casa, también a esos chicos. Una de las conclusiones a las que llegó esa investigación es que el piso tecnológico con el que cuentan los alumnos que van a escuelas privadas duplica el disponible en las casas de los chicos que estudian en la escuela pública​. A la vez, según el estudio los problemas de conectividad y de acceso a dispositivos electrónicos son más frecuentes en los equipos docentes de instituciones públicas que en los de colegios privados.

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Algunas de las desigualdades tienen números más precisos: sólo el 17% de las escuelas públicas acceden a plataformas de reuniones virtuales, mientras que el índice en las privadas asciende al 73%. En las privadas, entonces, hay más encuentros sincrónicos entre compañeros y también de cada alumno con su docente. A la vez, las plataformas educativas online se usan en el 6% de las escuelas públicas del país, y en el caso de las privadas el índice alcanza el 30%.

Otro dato registrado es que la continuidad pedagógica de los estudiantes se mantuvo prácticamente restringida al uso del teléfono celular, pero en el caso de las escuelas públicas este dispositivo estuvo aún más omnipresente entre las herramientas de docentes y alumnos. La mayoría de las clases grabadas especialmente para este contexto se dieron a alumnos de escuelas privadas. A la vez, aunque el promedio de casos en los que se apeló a podcasts y videos fue del 40% de las escuelas en el nivel primario y del 55% en las de nivel secundario, las instituciones privadas estuvieron varios puntos por encima de ese promedio: alcanzaron el 70%.

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La mayor inaccesibilidad a dispositivos electrónicos o a conectividad se refleja también en el uso de cuadernos impresos preparados especialmente para este contexto. El 41% de los hogares más vulnerables apelaron a esta herramienta, mientras que sólo el 18% de los hogares en mejor situación socioeconómica usó cuadernos. A la vez, si bien en promedio el 86% de las madres y los padres dijeron conocer la programación televisiva del ciclo Seguimos educando, que depende de la cartera de Educación, ese porcentaje alcanza el 93% en los hogares más vulnerables, con menos posibilidades de acceder a recursos educativos online.

“No estamos conformes en cuanto a que estos resultados expresan una incidencia altísima del acceso desigual a los recursos. Hoy, en este contexto, hay recursos como la conectividad y los dispositivos que son muy importantes para sostener la continuidad pedagógica”, sostuvo Gabriela Diker, secretaria de Evaluación e Información Educativa del ministerio.

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“Estamos muy conformes respecto de que el sistema educativo argentino, en bajas condiciones de acceso, ha respondido. Nos falta seguir actuando sobre las diferencias, que no pueden ser imputadas a la escuela pública o privada, ya que hay que contemplar que el tipo de oferta tiene que ver con las condiciones de los hogares de la zona. En las zonas rurales o urbanas de menos recursos de todo tipo la escuela pública suele ser la única disponible, y no tiene sentido que ofrezca una reunión diaria por Zoom a alumnos que no están en condiciones de acceder, sino que debe planificar su oferta de acuerdo a esos chicos. Tenemos que seguir pensando cómo seguimos inventando formas más eficaces para llegar a esos hogares”, sumó la funcionaria, en una presentación virtual ante periodistas.

“No se puede estar conforme ante un panorama de tanta desigualdad, pero sí tuvimos la iniciativa de llegar a los distintos tipos de hogares. Ningún otro Estado latinoamericano ha logrado la gratuidad de la navegabilidad en portales educativos”, sostuvo el ministro Nicolás Trotta, y sumó: “Estamos imprimiendo una sexta tanda de cuadernos y ya se grabaron más de 1.300 horas de contenido radial y televisivo en el programa Seguimos Educando. Vamos a profundizar esas vías, que son las que llegan a hogares más vulnerables”.

“Si en 2016 no se hubiera discontinuado la entrega de computadoras, hoy habría distribuidas 4,5 millones más entre chicas y chicos de la Argentina, que tendrían otro acceso a la tecnología en este contexto”, disparó Trotta, en relación a decisiones tomadas durante la gestión presidencial de Mauricio Macri.

La cartera de Educación entrevistó a 5.387 directores de escuela de todo el país, de nivel inicial, primario y secundario. También a 2.658 madres o padres que acompañan a sus hijos en este alejamiento de las clases presenciales, y a 965 adolescentes. Según el relevamiento presentado, el 95% de los hogares recibieron propuestas pedagógicas para sostener el ciclo lectivo fuera de las aulas. Pero en un contexto en el que menos de la mitad de los hogares tiene acceso fijo a Internet, con buena señal, y en el que el 53% de los alumnos -uno de cada dos- no cuenta con una computadora disponible para el uso educativo.

A la vez, según la investigación, 8 de cada 10 directivos o docentes tienen limitaciones de conectividad, el 66% padece dificultades respecto de su equipamiento, y el 56% acusa poca experiencia a la hora de educar virtualmente. El 75% de los directivos aseguró que la escuela se contactó con sus alumnos más de una vez por semana, y uno de cada diez estudiantes fue contactado por la escuela tres, dos o ninguna vez por mes.

A la hora de reflexionar sobre los contenidos que pudieron abordarse durante la pandemia, los directivos indicaron que el repaso se destacó: estuvo presente en el 90% de las escuelas. Ese mismo porcentaje señaló haberse ocupado de nuevos temas. Y el 86% subrayó la preocupación por mantener el vínculo y la interacción con los alumnos y sus familias. El 60% de los adolescentes asegura haber aprendido contenidos nuevos, el 58% de esa población asegura tener “mucha tarea”, y el 71% ya quiere volver a las aulas. ¿El motivo principal? Extrañan a sus amigos. En promedio, los estudiantes de todos los niveles dedicaron 10 horas semanales a las actividades escolares, y sólo 1 de cada 3 tiene tareas diarias.

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El coronavirus metió la cola para que las escuelas cerraran sus edificios y también a la hora de planificar la vuelta. 9 de cada 10 familias encuestadas aseguran que volverán a mandar a sus hijos a clases cuando se vuelvan a abrir las puertas, mientras que una de cada diez familias responde que no: en ese universo, el 88% de los encuestados le teme a un contagio. No es un miedo reservado a quienes no piensan en hacer volver a sus hijos al aula apenas se pueda: en total, el 65% de las familias consultadas está preocupada por una posible infección viral. El miedo está más presente en madres y padres del nivel inicial y decrece a medida que los hijos suman años.

“Es nuestra responsabilidad hacer sentir a las familias que el aula es un lugar seguro para sus hijos, por eso habrá que trabajar en una vuelta escalonada y paulatina”, dijo Diker. “También habrá que trabajar en que quienes, por ser grupo de riesgo no puedan asistir, no queden en condiciones desiguales: no podemos permitir que la brecha se profundice dentro del aula. Nosotros tenemos que garantizar el acceso a la educación”, sumó el ministro.

Antes de que el coronavirus hiciera pie en la Argentina, el 49,6% de las niñas, niños y adolescentes vivía en la pobreza. Según estima Unicef, hacia fin de este año seis de cada diez serán pobres. Esa brecha se ensancha. Y la desigualdad se ve en todos lados: también en la educación.

GS

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