Cocinero, fóbico, goloso, indulgente, desprolijo, solitario, autosuficiente. Así es el argentino promedio en la cuarentena, lo que queda reflejado en los nuevos hábitos de consumo en supermercados almacenes, autoservicios y tiendas
de cercanía. “Las compras revelan una obsesión por la limpieza, la cocina hogareña y el disfrute de cosas dulces, por un lado, y de las bebidas blancas, por el otro”, interpreta el director de la consultora W, Guillermo Oliveto, al observar los patrones de compra durante la pandemia.
Más en detalle, un informe de Scanntech que va desde el 20 de marzo al 31 de julio, las categorías que más crecieron fueron farmacia (77,5%), gin (76,9%), limpieza (52%), guantes (50,7%), desodorantes de ambiente (50,3%), manteca (42%), harinas (41%) y premezclas (pan rallado, levaduras y tortas y gelatinas para preparar: 41,1%). Como contrapartida, las que más cayeron fueron los tragos preparados (41,9%), isotónicas (39,2%), pizzas (31,9%), snacks (37,8%), frizzantes (33,6%), aguas saborizadas (33,5%), golosinas (27%) y cervezas (24,9%).
Observando esos números y los propios, Maximiliano Doff, de Nielsen, sostiene que durante el encierro obligatorio “ganan relevancia los productos para cocinar, como el pan rallado y los postres”. Como la gente tiene más tiempo, “intenta replicar dentro sus casas el consumo habitual que se hace afuera”, añadió. Por esas mismas razones,el segmento cosmética es el más afectado. “Al salir menos, se posterga todo lo relacionado con la imagen exterior: tratamientos capilares, cremas y desodorantes”.
La crisis y la recesión también impacta, porque el deterioro en los ingresos de las familias. Pero el temor al coronavirus también modificó las rutinas y la frecuencia de las visitas a los puntos de venta. “Al inicio de la cuarentena, el primer impulso fue asegurar lo básico: productos no perecederos, alimentos enlatados, leche larga vida, y artículos de limpieza, lavandinas y tocador. Luego, con la extensión del aislamiento, comenzaron a crecer los preparados y productos para el disfrute hogareño”, interpreta Daniel Mamone, director de Kantar Worldpanel.
Oliveto dice que indulgentes y golosos son características de esta época, que surgen como respuesta al encierro. “Al estar más en casa, la gente cocina más. Y para hacer más tolerable el aislamiento, compra cosas dulces y bebidas blancas, por ejemplo”. El experto compara esas conductas con lo que ocurre en los países nórdicos y Rusia. “Allí, como la gente está encerrada entre 6 y 7 meses al año, se toma y se toma fuerte”, ejemplifica. Los argentinos, en ese sentido, “nos volvimos un poco rusos o nórdicos”, ironizó.
El informe de Scanntech expone los nuevos hábitos. La baja en las ventas de golosinas y cervezas, por caso, obedece a la menor circulación de la gente en la calle. Son dos categorías basadas en las compras de impulso y al paso, como las que se efectúan en los kioscos. “Lo mismo ocurre con las isotónicas, por la falta de deportes. O con las menores compras de alimentos congelados, que son sustituidos por los servicios de delivery”, subraya Sebastián Corzo, de Kantar Insights.
Las fobias o la obsesión por la limpieza son otros rasgos sobresalientes de la pandemia. Alcohol,lavandinas, guantes, desodorantes de ambientes lideran el ranking de la demanda. Pero Oliveto considera que es una de las tendencias que tienen una alta probabilidad de permanecer en el tiempo. “Estamos frente a un nuevo umbral higiénico y marcas icónicas, como Lysoform, Cif y Ayudín, saldrán muy fortalecidas”, opinó.
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