El gasto en niñez (0 a 18 años) en la Argentina equivale a alrededor de 8% del PBI según estimaciones de la Unicef para 2018. Esta cifra incluye la inversión del
Estado en distintos rubros: educación, AUH, salud, subsidios al transporte y el proporcional de políticas de vivienda, entre otros. Recién este año se tendrá el estudio completo con los datos de 2019. Según los especialistas, la estructura de estos gastos son como un elefante, de movimientos lentos y no habría que esperar grandes cambios. Ni siquiera para 2020. Unicef hace sus estudios en base a datos del Ministerio de Economía.
De acuerdo a cálculos privados, la Argentina destina sólo el 20% del gasto primario consolidado a los más chicos, cuando se trata del segmento etario que más sufre la pobreza y equivale a más del 30% de la población.
Por el contrario, la población adulta mayor (11%) hoy es beneficiada con la mayor parte del gasto público (más de un tercio) en términos de jubilaciones y pensiones según estudios privados.
La pobreza infantil aumentó según informó el miércoles el Indec. Un año atrás habia sido poco más de la mitad (52,6%). Ahora llegó a 56,3%. Se desprende que sobre 11.000.000 chicos de menos de 14 años, ahora suman 6,2 millones los que viven en hogares pobres.
El Gobierno Nacional concentra el gasto previsional. Salvo la asignación universal por hijo, las provincias se hacen cargo del gasto para muchos de los niños como es la educación y la salud.
La brecha entre lo que invierte el país en los chicos y los más grandes es mayor aún si hila más fino el análisis. Teniendo en cuenta las transferencias del Estado por rango de edad, la diferencia que separa la ayuda que reciben los más chicos (AUH, IFE y Tarjeta Alimentaria) y los más grandes (Jubilaciones y Pensiones) es de 6 veces: 2,3% del PBI versus 13% del producto.
“El análisis transversal del proyecto del Presupuesto 2021 relacionado con la niñez y la adolescencia permite identificar que el Poder Ejecutivo Nacional busca asignar alrededor de $873.800 millones a políticas relacionadas con los menores de 18 años de edad en el país”, dice Javier Curcio, economista especializado en temas de niñez e investigador del IIEP de la UBA y del Conicet. “Eso representa solo 10,4% del presupuesto y 2,3% de PIB estimados para el año próximo”. Según un cálculo del economista Oscar Cetrángolo el gasto en jubilaciones y PAMI llega al 13% del PBI.
“Nuestro perfil de gasto social es muy sesgado a los adultos mayores, desatendiendo la primera infancia y la adolescencia”, completa Curcio.
Según un trabajo de Cippec “En el corto plazo, determinadas políticas de transferencias monetarias sin dudas sostendrán un papel central dada su probada capacidad de amortiguar el efecto de la caída de los ingresos en los hogares más pobres. En un contexto donde casi seis de cada diez niñas/os viven en hogares bajo la línea de pobreza, un eje estratégico apunta a fortalecer las transferencias a los hogares con niños/as y adolescentes, hasta tender a un ingreso universal para la infancia”.
¿Por qué en la Argentina el gasto tiene un sesgo tan marcado hacia la población adulta? El país enfrenta una restricción presupuestaria severa y al mismo tiempo un incremento de la pobreza con más impacto en los más jóvenes. Los expertos señalan esta contradicción en la organización del gasto público. “Históricamente hemos priorizado los derechos de los adultos que votan y tienen mayor “voz” para defender sus derechos, en detrimento de los niños“, dice Curcio.
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