Alicia Castro, del chavismo duro a alimentar los caballos de la Reina de Inglaterra

aprobó en 2003, cuando todavía no formaba parte del kirchnerismo. Y luego ocupó las embajadas de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, en Venezuela y Gran Bretaña, desde donde desplegó un fuerte acercamiento con la revolución bolivariana de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

En el año 2006 fue designada como embajadora de la Argentina ante Venezuela, por Néstor Kirchner, cargo que ocupó durante poco más de cinco años, en los que la Argentina tuvo una relación especial con Chávez.

De allí pasó a ser embajadora en Gran Bretaña, donde estuvo hasta el final del gobierno de Cristina Kirchner, participando en 2012 de un acto en favor de Hugo Chávez y organizando un homenaje en Londres en el primer aniversario de su muerte, en 2014, bajo el gobierno de Maduro. En Londres, incluso, se fotografió alimentando los caballos de los carruajes de la Reina Isabel II, con quien se reunió al recibir el placet de embajadora.

Una vez que terminó la gestión de Cristina Kirchner, Castro se mantuvo muy cerca de la expresidenta y también de Maduro. Con la asunción de Alberto Fernández, el Gobierno la propuso como embajadora en Rusia, pero no llegó a ocupar el puesto porque no recibió el acuerdo del Senado.

Incluso antes de ser designada, Castro pidió que el Gobierno reformara la residencia de la embajadora en Moscú para colocarle un ascensor, una obra que fue valuada en 45.000 dólares.

A principios de agosto de este año, la dirigente ultra K criticó al ministro Felipe Sola, quien había asegurado que el país caribeño vivía en un Estado de “cuasi derecho” y que el régimen de Nicolás Maduro era “autoritario”. En esa ocasión, Castro lo cruzó a Solá desde sus redes sociales: “Después de las aclaraciones de Alberto Fernández, es llamativo que el canciller siga machacando contra Venezuela“.

Ahí la designación de Alicia Castro quedó en stand by, hasta que escaló el conflicto, con el voto de la Argentina contra el gobierno de Maduro por las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. 

Pero pocos años atrás los intereses de Castro estaban lejos de Venezuela. Nacida en 1949, fue azafata de Aerolíneas Argentinas y dirigente del gremio de Aeronavegantes, donde ocupó el cargo de secretaria general entre 1991 y 2003. Desde allí participó del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), junto a Hugo Moyano y Juan Manuel Palacios.

Su salto a la arena partidaria lo dio formando parte de la Alianza y ocupó en 1997 el cargo de diputada nacional en representación de la provincia de Buenos Aires. Dos años después participó de la campaña electoral que derrotó a Eduardo Duhalde y encumbró como presidente a Fernándo de la Rúa.

Se opuso a la ley de reforma laboral y rompió con la Alianza, pasándose al Polo Social, que encabezaba el padre Luis Farinello, con el que fue reelecta como diputada nacional hasta el 2005. “¿A quién representa este Parlamento? ¿Al pueblo soberano argentino o a los intereses norteamericanos que representa el FMI?”, se preguntó en 2002, cuando depositó una bandera estadounidense en la presidencia de la Cámara de Diputados, en plena sesión, oponiéndose a una ley que adjudicaba la entonces diputada a presiones del FMI.

Uno de sus principales proyectos de ley, en esos años, fue para incorporar a Venezuela al Mercosur en 2003, iniciando un acercamiento que todavía se mantiene, incluso por encima de su pertenencia partidaria.