Debajo de la espuma dela suba del dólar a $ 178 y el acto del 17 de octubre, el Gobierno avanza con pasos tímidos y silenciosos hacia
la única negociación que importa ya a esta altura: con el FMI.
Esta semana no fue la excepción. Fueron cinco los gestos. Martín Guzmán comentó entre los suyos que es el único responsable de la conducción de la política económica. Economía anunció una suba de tarifas en 2021. El Gobierno enviará una fórmula para ajustar las jubilaciones y el Presupuesto 2021 supone una caída de los haberes descontando la inflación. Hay un proyecto de ley para desgravar la renta financiera en pesos. El Banco Central subió las tasas.
Para muchos economistas ninguna de estas medidas alcanza para evitar una devaluación segura. En el Gobierno responden que las medidas que muchos les exigen tomar, no servirían porque tampoco les creerían aunque prometan equilibrar las cuentas fiscales en 2021. Prefieren entonces ir al FMI.
Como contó Clarín el viernes, Guzmán comentó esta semana por lo bajo que Fernández lo ungió como ministro de Economía. Lo volvió a hacer en las últimas horas. No es un tema menor para el FMI luego de la misión que pasó por Buenos Aires la semana anterior. Una de las impresiones que se llevó es la descoordinación entre Guzmán y Miguel Pesce. Está muy fresco en el Fondo uno de los aspectos del fracaso del primer acuerdo entre Argentina y el FMI en el gobierno de Mauricio Macri: las desavenencias entre el Banco Central y los ministerios de Hacienda (Nicolás Dujovne) y Finanzas (Luis Caputo). El programa monetario-cambio del primer stand by, que funcionó con un dólar flotante y sin la posibilidad de que el BCRA intervenga, no sólo tuvo consecuencias económicas para el gobierno de Macri sino también en términos del funcionamiento de aquel equipo económico y que le causó más de un dolor de cabeza a Macri. Guzmán mostrará al FMI que ni a Fernández ni a él les pasará lo de Macri y Dujovne. Hay un ministro de Economía y es él.
Los restantes cuatro centros que el Gobierno tiró al FMI esta semana son más ‘técnicos’.
– Un ajuste de las tarifas que implica, al menos en teoría, que el gasto en subsidios bajará. Según una estimación de Jorge Neyro, de la consultora ACM, pasarían de 3,3% del PBI este año a una cifra entre 2,5% y 2,7%.
– El Central hizo el cuarto anuncio en un mes de una nueva suba de la tasa de interés. A ello le sumó a última hora del viernes, un comunicado diciendo que “el Tesoro redujo la necesidad de asistencia del BCRA”. Para los analistas, todas estas respuestas son tardes e insuficientes. Como dice Fernando Marull, economista de FM& Asociados “las tasas para todo el año subieron 3 puntos porcentuales y el dólar sube 5% en un día”.
– Un proyecto de ley del Ejecutivo para desgravar la renta financiera de inversiones en pesos. El FMI verá con buenos ojos cualquier medida para que la economía argentina ahorre menos en dólares y de ese modo el organismo garantizarse que las divisas se usarán para pagarle su deuda.
– Finalmente, y como dice un hombre clave del equipo económico de Guzmán, “el tema donde se jugará el partido con el FMI: jubilaciones”.
Se conoció en la semana que la fórmula de movilidad trimestral será atada a los salarios y la recaudación. Los haberes subirán cuando los ingresos le ganen a los precios y los ingresos del Estado crezcan. Pero si la inflación pierde con los salarios, las jubilaciones también. Esta herramienta otorga más discrecionalidad al Gobierno para desindexar la economía si pretende bajar la inflación a través de políticas de ingresos (acuerdo de precios y salarios). Ajustaría así a casi el 60% del gasto público. Se le suma otro frente: el aumento del gasto en jubilaciones y prestaciones previsto para 2021 supone un aumento del haber medio de 25%, 6 puntos porcentuales inferior al 31% de inflación promedio implícita en el Presupuesto 2021.
La brecha entre el dólar oficial y el contado con liqui aumentó 45 puntos en los últimos 20 días (de 75% a 120%). Ninguno de los anuncios en esas tres semanas tuvieron efecto.
El Gobierno cree que si anunciara un ajuste por propia cuenta, el mercado no le creería y sufriría todos los costos y no obtendría ningún beneficio. Prefiere entonces acudir al FMI y llevar adelante las correcciones bajo el paraguas de un acuerdo, idealmente, de Facilidades Extendidas.
“Ningún gobierno salió de una crisis con promesas”, dice Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de UTDT. “No sólo tiene que dar señales, sino que sean creíbles y para eso hay que pagar un costo como cuando uno seña un departamento que le interesa porque con la palabra no alcanza”. Para Levy Yeyati medidas como la baja de retenciones, deberían ser más agresivas.
“La única carta que tiene hoy el Gobierno es el FMI”, dice Claudio Loser, ex gerente del FMI. “Es lo que permitirá que el peso y el riesgo país no se derrumben”. En cuanto al programa, para Loser, “no tiene que ser duro y prometer un ajuste severo en 2021 o 2022, pero sí un camino claro de cómo bajará el déficit fiscal”.
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