El momento del envío del proyecto de legalización del aborto –una promesa de campaña de Alberto Fernández ratificada en varias ocasiones como presidente- está provocando un fuerte
debate en el oficialismo a medida que se demora, pasan los meses y no se avecina el fin de la pandemia de coronavirus.
Los partidarios de su inmediato envío creen que no debe demorarse no solo porque la vacuna no está a la vuelta de la esquina, sino porque si no se trata este año es muy probable que tampoco ocurra el próximo por ser electoral, un tiempo en que los políticos evitan los temas muy controvertidos.
Los que creen que no es el momento considera que sumaría un frente más de conflictividad a los muchos que ya tiene el Gobierno y en particular con la Iglesia con la que la Casa Rosada logró una correcta relación y hasta ahora no cosechó declaraciones críticas de los obispos.
La socióloga Dora Barrancos, asesora presidencial, dijo en una entrevista que el proyecto del aborto legal podría ser enviado al Congreso la semana que viene. Foto Rolando Andrade Stracuzzi
Salvo alguna excepción como la asesora presidencial Dora Barrancos, que admitió su premura, los exponentes de ambas posiciones prefieren no hacerla pública para no sumar una polémica más a otras que exponentes del kirchnerismo evidenciaron en los medios.
Si bien la ministra de ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, se muestra muy prudente y no quiere aparecer presionando al presidente, nadie duda de que espera que Fernández envíe el proyecto a la brevedad.
Se descuenta que del otro lado figura el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, recientemente designado miembro de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano y que asesora mucho al presidente en temas religiosos.
Otro que se asegura que está en la misma línea es el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, quien ocupó el cargo con Néstor y Cristina Kirchner y logró hilvanar una correcta relación con la Iglesia, pese a las turbulencias que la surcaron.
En el sector que promueve el inmediato envío del proyecto creen que su aprobación sería una conquista muy valorada por una parte importante de la población en un año en el que el gobierno tuvo poco para dar.
Desde el otro sector hay quienes consideran que no se trata solo de enviar el proyecto, sino de asegurarse que estén los votos suficientes para no repetir el revés de hace dos años en el Senado.
No faltan quienes observan un problema práctico: no quedan muchas sesiones ordinarias y un proyecto de este tipo demandará una serie de pasos, aunque no se repitan las numerosas audiencias que antecedieron al anterior.
Hay otra cuestión no menor: su tratamiento disparará marchas en medio de la cuarentena. El Gobierno, indirectamente, estaría entonces promoviendo este tipo de concentraciones a las que se opone hasta que pase la pandemia.
Ante la oleada de versiones, la Iglesia salió este jueves a considerar “insostenible” e “inoportuno” que se trate la legalización del aborto en medio de la pandemia con un sistema sanitario muy exigido.
También cree que sumaría un favor más de conflictividad en el ya conflictivo panorama que enfrenta el gobierno. “Al gobierno solo le falta pelearse con la Iglesia”, dijo un dirigente celeste.
La decisión está en manos de Alberto Fernández. Muchos se preguntan cuánto pesara a la hora de tomar la decisión su deseo de preservar su relación con el Papa Francisco.
DD
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