En este territorio hay escenas de la ficción: Ricardo (Rodrigo de la Serna) toca la puerta de uno de los departamentos de “las Torres de Dock Sud”. Pregunta por “El Pollo”, se
presenta como su amigo y lo hacen pasar. A las horas, “El Negro Pablo” (Dante Mastropierro) y sus amigos le cuentan la verdad: con “El Pollo” está todo mal; lo golpean, le sacan la ropa. “Ahora vas a tener que bailar para todos los vagos”, lo amenazan. De golpe, la puerta vuelve a sonar.
“Chiqui” (Franco Tirri) se hace pasar por un cliente. Dice venir de parte de un contacto y pide que le vendan pepas (LSD). Detrás suyo entran Walter (Ariel Staltari) y “El Pollo” (Diego Alonso), que sorprenden a los locales, rescatan a Ricardo, y escapan. La escena, una de las mejores de la serie “Okupas”, aún sigue en la memoria de sus fanáticos.
Veinte años después, en esas mismas torres, una disputa de la no ficción termina en un hecho trágico: una beba de cinco meses recibe un disparo en la cabeza.No hay claquetas, ni maquilladoras, ni directores. Solo periodistas y cámaras de los noticieros.
La primera escena del hecho trágico de la no ficción es protagonizada por “Marianito”, de la Torre 5 del Complejo habitacional Nicolás Avellaneda, a la par de la Autopista Buenos Aires-La Plata, a la altura de Avellaneda. Cerca del mediodía del jueves, ingresa al territorio rival: camina por la Torre 3, entra a una rotisería, muestra una pistola y le dice a la mujer que atiende: “¿Dónde está tu hijo? ¡Te lo voy a matar!. Decile que lo ando buscando!”.
Uno de los puntos de conflicto, la Torre 5, donde algunos de sus habitantes sostienen la rivalidad con la 3. Foto Marcelo Carroll
Desde que salió de la cárcel, prometió tiros para los dos “referentes” de la Torre 3: Hernán García (21) e Iván Amarilla (24). El primero es el hijo de la mujer de la rotisería. “Marianito” se va. Automáticamente, la mujer llama por teléfono a su hijo. Le cuenta lo que acaba de pasar.
Una de las tantas diferencias entre la ficción y la no ficción son los “códigos”. Rara vez una serie o película refleja las lógicas y leyes propias de un escenario como las Torres de Dock Sud. “¿Y qué querías que hiciera, amigo?”, pregunta el contacto de Clarín para entrar al barrio. Se refiere a Hernán García. “Amenazaron a la mamá… y en un lugar así, si se meten con tu mamá y no hacés nada, no sos nadie… perdés el respeto. Tenía que irlo a buscar…”.
El barrio tiene su vocabulario. En la jerga, García y Amarilla iban a “revanchar”. Si no lo hacían, pasarían a estar “quebrados” por “Marianito”.
“Marianito” había roto dos registros “delincuenciales”. El primero, meterse con la familia de la persona con la que tenía un problema. El segundo, mostrar un arma y amenazar a alguien de día. La ley del barrio dice que ese tipo de actos se hacen de noche, cuando la mayoría de los vecinos que nada tienen con ver con la cuestión están en sus departamentos.
Hinchas del Doque de un lado y de San Telmo del otro. Un ingrediente que suele calentar el clima. Foto Marcelo Carroll
“El pibe se empistoló. Llamó a su mejor amigo (por Amarilla) y fueron a la Torre 5”, detalla el contacto, que por razones obvias prefiere no revelar su identidad.
Hernán e Iván hicieron algo que se supone no pueden hacer: entraron a la Torre 5. El barrio está dividido: en las torres 1, 2, 4, 5, 6 y 10, es decir las que dan a la autopista, paran hinchas de Dock Sud. Y en el resto, la 3, 7, 8, 9 y 11, que dan a la avenida Avellaneda, se juntan los hinchas de San Telmo. Los equipos, clásicos del fútbol de ascenso, influyen en la disputa. Aunque no son determinantes. Al menos en esta pelea. “Esto es un ajuste de cuentas”, define otra persona que conoce la historia y conversa con Clarín.
En las torres hay pibes que pueden recorrer el territorio rival. Y otros, como los tres protagonistas de la historia, no. En realidad, pueden hacerlo. Pero saben que el hacerlo implicará consecuencias. Aunque en esta ocasión, si Hernán e Iván no hacían lo que estaban por hacer, las consecuencias estarían del lado propio.
Las Torres están a un costado de la autopista Buenos Aires-La Plata. Foto Marcelo Carroll
Ya del lado interno de la Torre 5, siempre durante el mediodía del jueves, comienzan a buscar a “Marianito” por los comercios. Al parecer, lo encuentran saliendo de una verdulería. Se cree que no estaba armado, y corrió. Sus rivales gatillaron. Algunos testigos calculan entre cinco y seis veces. Lo concreto es que uno llega a la cabeza de Lola Jazmín Montero, de cinco meses. Estaba en los brazos de su mamá, Carolina, que hacía compras en una panadería.
Ese mismo mediodía, los vecinos de la Torre 5 se unieron y fueron a la 3. Entraron y arrasaron con todo lo que encontraron. Rompieron comercios, golpearon a la gente y prendieron fuego la moto de García. A pesar de eso, el resto del barrio señala a “Marianito” como el culpable de lo que pasó. Saben que si no hubiese ido a atacar al comercio familiar de García, nadie hubiera entrado a la Torre 5.
Incluso “Marianito”, que se llama Mariano D’Acosta, tiene 28 años y dos ingresos a cárceles del Servicio Penitenciario Bonaerense, iría a ofrecer disculpas a una parte de la familia de Lola, horas previas a su detención.
Los restos de la bebé fueron inhumanos esta sábado por la mañana. El cortejo fúnebre partió a las 11 horas, hacia el cementerio de Avellaneda. La DDI del municipio y la Comisaría 3 detuvieron a los tres protagonistas de la historia. El viernes fueron indagados por los fiscales Elbio Laborde y Solange Cáceres, de la UFI 3 de Avellaneda. Se negaron a declarar. Están acusados de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”. A García y Amarilla también se les imputa la “tenencia ilegal de arma”.
Lola Jazmín Montero, la beba de 5 meses asesinada al quedar en medio de un tiroteo en Dock Sud.
En un barrio lleno de disputas, las diferencias entre las torres 3 y 5 son las más sangrientas del Complejo. Los que conocen el universo cuentan que la pica es histórica. De décadas. Pero que hay un hecho previo que logró que las nuevas camadas mantuvieran la rivalidad. Los que saben la historia cuentan de un tal “Yaca”. Un vecino de la Torre 7, que nada tenía que ver con las bandas. La víctima buscada era un integrante de la banda de la Torre 3.
“Lo mataron tres pibes, amigo. Estaban re drogados, lo confundieron con un pibe que buscaban y le dieron por la espalda”, es lo que se cuenta en el Complejo. Por el homicidio no hubo detenidos. Y el barrio, actuó con otra de sus lógicas. La justicia propia. Con el tiempo, y en venganza, fueron asesinados “Leíto” y “Nahuel”, de la Torre 5. El tercer señalado por la muerte de “Yaca” (se estima que fue hace cinco años, aproximadamente) se tuvo que ir del barrio. “Esas muertes son la raíz del problema de las nuevas generaciones de las torres 5 y 3”, es otro de los testimonios, sin detalles de identidad.
La última liberación de “Marianito” recrudeció la disputa. Salió en libertad y lo primero que hizo fue jurarle tiros a Amarilla y García. Que al escuchar el rumor, decidieron armarse. En los meses que van del 2020, ellos y sus grupos se habrían tiroteado varias veces. Ambas torres tuvieron heridos de bala. El jueves, la víctima fue una persona que no pudo defenderse. Peor aún, una bebé que estaba en brazos de su mamá.
“Que los medios de comunicación no nos abandonen. Ya están detenidos los responsables, pero lo que vamos a pedir es que no salgan más de la cárcel y se sepa qué pasó realmente. Mi sobrina murió por un problema ajeno a su círculo familiar. Fue un crimen y tienen que pagarlo”, dijo Fernando, tío de Lola, tras el último adiós.
Como si el impacto de la muerte de Lola no fuese suficiente, una frase retumba. “La bronca sigue a flor de piel…”, avisan, por si alguna vez “Marianito” sale de prisión.
GL
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