La fuga del dirigente opositor venezolano Leopoldo López volvió a tensionar las relaciones entre el régimen chavista y España. Al menos, aparentemente. El gobierno de
title=”nicolas-maduro”>Nicolás Maduro acusa a la Moncloa de “complicidad” en la huida de López, al que califica de “golpista”.
Sin embargo, la ira de Caracas se centra exclusivamente en el embajador saliente español, Jesús Silva, y en tres empleados venezolanos de la legación diplomática, detenidos por el servicio de inteligencia.
Tras un año y medio refugiado en la embajada española en Caracas, el sábado se supo que López había abandonado el edificio, cruzando clandestinamente la frontera con Colombia y aterrizando el domingo en Madrid, donde ya estaba su familia. Distintos medios hablan de una arriesgada operación, con colaboración de varios países. Sin embargo, fuentes de la dividida oposición venezolana creen que hubo pacto.
“Es a todas luces verificable que el jefe de la misión diplomática española en Venezuela fungió como principal organizador y cómplice confeso” de la fuga de López, afirma el Ministerio de Exteriores bolivariano en un comunicado, que acusa a Silva de “práctica diplomática sesgada”.
El gobierno de Nicolás Maduro acusa a España por la salida del líder opositor Leopoldo López. Foto: EFE
La nota asegura que el embajador estaba al corriente de “la operación mercenaria denominada Gedeon”, el frustrado desembarco en mayo en Venezuela –del que Caracas responsabiliza a López– de un grupo que pretendía secuestrar a Maduro.
También el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, centró sus críticas en el diplomático. “(López) era un huésped y los huéspedes no huyen; el embajador, aunque sea solo eso, tiene que haberlo acompañado hasta la puerta”, dijo Cabello.
A pesar de estas graves consideraciones, Venezuela no ha expulsado a Silva, como sí hizo a principios del 2018 por mucho menos. Después de tres meses, el diplomático andaluz –designado un año antes por el ex jefe del gobierno español Mariano Rajoy– regresó a Caracas.
Ficha del líder opositor venezolano Leopoldo López – AFP / AFP / GUSTAVO IZUS
Casualmente, España anunció hace solo un mes el relevo de Silva, que será sustituido por el actual embajador en Cuba, el catalán Juan Fernández Trigo, próximo al PSOE, con buenas relaciones con el régimen castrista y que tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña en el 2017 -con el que el entonces gobierno del Partido Popular intervino la región autónoma luego de su fallido referéndum de independencia- se hizo cargo de la Conselleria d’Exteriors de la Generalitat.
El relevo aún no se ha efectuado y Silva sigue en Caracas, desde donde defiende su neutralidad. “Siempre hemos sido respetuosos con el principio de no injerencia en los asuntos internos y, en ese sentido, la embajada ha sido neutral y respetuosa con ese principio”, declaró ayer Silva a la agencia EFE. Por su parte, el Ministerio español de Exteriores se limitó a informar el sábado que la salida de López “fue fruto de una decisión voluntaria y personal”.
Sectores opositores opinan que, más allá de la gesticulación del régimen, de haber mediado un pacto entre Caracas y Madrid, la intención de Maduro es intentar que el gobierno del socialista Pedro Sánchez envíe observadores españoles a las elecciones legislativas del 6 de diciembre para tratar desesperadamente de legitimar unos comicios boicoteados por la mayoría del antichavismo.
Por Robert Mur
CB
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