Quién ordenó asesinar a Diego “Dolarín” Guastini, el mayor narco lavador del país

y el hombre cubría su rostro con un pasamontañas. Sabía exactamente lo que iba a buscar.

La cámara de seguridad que el propio abogado había montado en la sala de espera registró la escena. En apenas 15 segundos el ladrón entró y salió del estudio llevándose sólo una cosa: una carpeta con información.

El episodio asustó bastante al abogado. No era para menos. La carpeta robada contenía las dos declaraciones que para ese entonces habia hecho su cliente, Diego Xavier Guastini (43), como arrepentido ante la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR).

“Dolarín”, como algunos llamaban a Guastini, se manejaba en las grandes ligas: tenía contactos en la SIDE, en la Policía, y manejaba millones de dólares y euros de clanes narco como los Loza y los Atachahua.

Recibido de contador público, había implementado un sistema de “mulas” para entrar al país los pagos que estos clanes narco recibían cash en Europa a cambio de la cocaína que exportaban. Una vez que el dinero pisaba suelo argentino también los asesoraba en cómo lavar esos millones.

En el caso del peruano Carlos Sein Atachahua Espinoza (51), detenido la semana pasada en el marco de un mega operativo de lavado en la City porteña, incluso llegó a compartir sociedades anónimas y hasta poner a su madre como titular en una de ellas.

Desde esa posición privilegiada como el mayor narco lavador del país, Guastini le pasó mucha y muy buena información a la Justicia. A cambio, en septiembre de 2019 logró, en juicio abreviado, una condena a solo tres años por contrabandear dinero.

Quienes investigan su homicidio creen que lo mandaron matar para callarlo. A Guastini le gustaba hablar, mandarse la parte, y no era muy discreto con sus delaciones.

Su primera declaración fue el 1° de octubre de 2018, la segunda a las pocas semanas (el 30 de ese mismo mes) y la última se concretó el 18 de octubre de 2019. Días después de esta tercera declaración como imputado colaborador, un sicario lo mató de tres balazos.

El asesinato por encargo fue el 28 de octubre de 2019 poco después de las 8 de la mañana en una emboscada planeada al detalle. Guastini salió de su casa en Quilmes en su Audi A4 gris. El auto no estaba blindado pero él se sentía seguro con su pistola Glock calibre 40 en la cintura.

Hizo el camino que recorría todos los días rumbo a su oficina en la calle Florida 520, en pleno Microcentro porteño. Iba solo, sin la custodia que habia contratado luego de renunciar al Programa de Protección a Testigos en el que solo duro unos días.

“Dolarin” manejaba por la calle General Paz cuando, a metros de la Municipalidad de Quilmes, debió detenerse porque una camioneta le taponó el paso. Entonces apareció el sicario (“un masculino de contextura robusta, tez morocha , pelo corto”, según un testigo), le disparó tres veces de lleno a la ventanilla del conductor y escapó en una moto que lo estaba esperando.

Guastini llegó a bajar del auto. “Me dieron, me dieron”, dijo antes de desplomarse en la calle. Aunque lo llevaron al hospital bastante rápido murió antes de ser atendido.

Lo que se sabe y lo que no

Guastini era un personaje oscuro y hasta ahora lo que se sabe de su asesinato es mucho menos interesante que lo que se supone, deduce o adivina.

Lo que se sabe podría resumirse en unos breves puntos. Haciendo un seguimiento de las cámaras de seguridad se determinó que los dos ocupantes de la moto esperaron media hora a Guastini en el punto del ataque. Una vez realizado el encargo, escaparon rumbo al norte. Se los pudo seguir un trecho rastreando cámaras, pero el trayecto se corta.

Sin embargo hay otros dos vehículos involucrados en el crimen.

Por un lado está la camioneta que le taponó el paso al Audi sobre General Paz para que no pudiera hacer una maniobra y escapar. Esta camioneta llevaba la chapa patente cambiada. La pista aún está en estudio.

Por otro lado en las grabaciones se detectó que la moto con el sicario fue seguida largo rato por un auto chico color rojo cuyo recorrido sí se pudo seguir por un trayecto más largo: entró a Capital, dejó a un ocupante no bien bajó a la Avenida 9 de Julio y luego se metió en el Microcentro.

Hasta ahí se pudo seguir a los sicarios. Pero la verdadera intriga es quién mando matar a Diego Guastini. Es esta pregunta la que tiene las hipótesis más interesantes.

En sus declaraciones como arrepentido Guastini entregó a Carlos Atachahua Espinoza, un narco a gran escala que había logrado mantenerse de incógnito durante al menos una década. Atachahua fue detenido el miércoles de la semana pasada y en los operativos tambien cayó su contador: Miguel Ángel García Ramos, un ex empleado de Guastini en su cueva del Microcentro.

García Ramos fue quien en 2018 reemplazó a Guastini lavando dinero para Atachahua cuando éste quiso alejarse de Diego porque su nombre empezaba a aparecer en la prensa. Eso generó rispideces entre ambos lavadores, tanto que -según declaró el propio García Ramos en su indagatoria la semana pasada-Guastini se vengó de él secuestrándole toda su familia.

Los hermanos Erwin y José Loza también fueron afectados por las declaraciones de Guastini. El mismo contó incluso cómo le entregó a unos amigos de la Policía Bonaerense un cargamento que les pertenecía a los hermanos salteños: una tonelada de cocaína que fue secuestrada en Moreno en 2013 en el operativo llamado “Leones Blancos”.

El fiscal federal de San Isidro Fernando Domínguez investiga actualmente una megacausa contra funcionarios policiales y judiciales por, entre otras cosas, robarse media tonelada de droga de “Leones Blancos”. Y uno de los principales prófugos del expediente es el policía Adrian Baeta (50).

Baeta no sólo usaba a Guastini de informante, se definía como “amigo de la familia”, y fue el primero en llegar al lugar donde lo mataron. Se dice que fue él quien apagó los dos iPhone de “Dolarín” que estaban en del Audi, bloqueando así el acceso a los aparatos.

¿Qué más se sabe de Baeta? Que Guastini lo había mencionado como la persona a la que le entregó “Leones Blancos” y que luego de decir esto como arrepentido se quedó preocupado al punto de preguntar si su amigo policía iba a tener problemas.

Y una cosa más: se sabe que Guastini le mencionó al propio Baeta que lo había nombrado.

GL