A la espera de lo
El consulado argentino se emplaza en un lugar neurálgico de la isla de Manhattan, al igual que otras representaciones diplomáticas, y a escasos metros de la Trump Tower, el baluarte del imperio del magnate. El icónico rascacielos desde el cual lanzó su campaña rumbo a las primarias Donald Trump en 2015 se eleva en la Quinta Avenida. En su penthouse dormía el magnate cuando residía en esa ciudad, antes de ganar la elección y repartir su tiempo entre Washington y su casa de verano de Mar-a-Lago, en Miami. La misión argentina se ubica a la vuelta, sobre la calle 56. Toda esa zona adoptó medidas de prevención ante posibles desmanes.
Desde Buenos Aires, el Gobierno se mantiene en contacto tanto con el embajador Jorge Argüello como con los cónsules de las principales ciudades donde los resultados pueden definir la elección. Santiago Villalba arribó hace apenas algunas semanas a Nueva York, como parte de la nueva gestión. También hay consulados en las ciudades de Los Ángeles, Chicago, Atlanta, Houston, Miami y la embajada con su sección consular en la capital estadounidense.
A diferencia de otras ciudades de Estados Unidos donde las protestas –algunas de ellas violentas– se volvieron casi cotidianas, en Nueva York hubo marchas en contra de la violencia policial pero mayormente pacíficas. Apenas se registraron algunos episodios de mayor voltaje cuando el asesinato de George Floyd, en manos de un policía de Minneapolis, era más reciente, entre fines de mayo y principios de junio.
Así y todo, la policía de la ciudad desplegó un operativo especial con agentes adicionales y varios comercios y edificios emblemáticos, como el Empire State Building, en el corazón de Manhattan, se recubrieron con tablones de madera para evitar actos vandálicos. Tal como dispusieron los funcionarios locales del consulado argentino.
La policía de la ciudad desplegó un operativo especial y edificios emblemáticos se recubrieron con tablones de madera para evitar actos vandálicos
Tanto la ciudad como el estado de Nueva York se encuentran en manos demócratas. Y el principal temor, a juicio de las autoridades, son los denominados grupos del movimiento antisistema Antifa que no responden a ninguna expresión partidaria y sí han encabezado gran parte de las protestas contra Trump. Lo acusan de sembrar la violencia con sus posturas racistas y xenófobas y en más de una ocasión han terminado chocando con grupos ultras que respaldan al mandatario e, incluso, con fuerzas policiales. Como en otros puntos del país, también las fuerzas de seguridad neoyorquinas se vieron envueltas en episodios de violencia institucional como ocurrió con el asesinato de otro afroamericano, Eric Garner, en una situación similar a la de Floyd y captado por una cámara en 2014.
En paralelo, el último fin de semana, simpatizantes del presidente republicano también se pasearon por las calles con megáfonos advirtiendo que no tolerarían un fraude en su contra, tal como viene alentando el mismo Trump. Una amenaza que el jefe de Estado ha repetido de forma incansable a lo largo de esta campaña al punto de amenazar con llevar el resultado a los tribunales en algunos estados como Pensilvania.
