Pilar nació por cesárea el 5 de octubre. Luciana Correa (34) le tomaba una mano a su amigo Víctor Aráoz (30) y la otra a Ezio Quijano (30) en una clínica
porteña, tras atravesar una verdadera odisea para viajar desde Mendoza en medio de la pandemia por coronavirus. A las 17.22, los tres la vieron salir llorando a los gritos. “Y ahí obviamente nos pusimos a llorar y a reír con emociones que no podría explicar”, cuenta Ezio.
Ya cumplieron un mes como familia de papá, papá y tía. Ella volvió a su casa, en el límite de Mendoza con San Luis, donde vive con su marido y sus cuatro hijos, y ellos acomodan cajas al ritmo de canciones de cuna tras mudarse a un departamento más grande en Lomas de Zamora. Todos los días hablan e intercambian fotos por un grupo de WhatsApp. Planifican un viaje para que la beba conozca a sus “primitos”.
“Luciana pasó a ser de nuestra familia desde el momento en el que nos dijo que quería llevar a nuestra hija adentro. Ahora somos tres familias unidas por Pilar: la de Víctor, la mía y la de Luciana”, explica Ezio, nacido en Corrientes. Para la bebé, la subrogante será “la tía que la llevó en su vientre” o “la tía Luchi”, agrega Víctor, que es amigo de Luciana desde la infancia, cuando viajaba a Mendoza para visitar a familiares.
Pilar nació por el cesárea el 5 de octubre a las 17.22.Foto: Fernando de la Orden
La pareja se había casado en octubre de 2018. Pensaron en adoptar, pero los desalentó la burocracia y el tiempo que podrían tener que esperar. Se escuchaba de subrogaciones como la de Marley o Flavio Mendoza, pero el costo del procedimiento en Estados Unidos arrancaba en los 100 mil dólares. La posibilidad de hacerlo en Argentina llegó del boca en boca y gracias a la solidaridad de muchas familias y profesionales que conocieron en el grupo de Facebook “Gestación subrogada en Argentina”.
“Un día nos llamó Luciana y nos dijo que quería ser la gestante y empezamos a hablar. Para nosotros era algo indispensable que cuando naciera, nuestro hijo o hija supiera su identidad y le preguntamos si ella quería formar parte de su vida. Para nuestra felicidad nos dijo que sí”, cuenta Víctor.
Para Pilar, la subrogante será “la tía Luchi” o “la tía que la llevó en su vientre”.
Los tres, juntos.
En febrero, tras dos intentos de fertilización in vitro que habían fallado y cuando ya pensaban en renunciar si no funcionaba, Luciana les contó que estaba embarazada y ellos sacaron pasajes de avión para estar en el primer control. Iba a ser en abril, pero el 20 de marzo se conoció el decreto de aislamiento preventivo y los planes cambiaron. Por las prevenciones sanitarias, Luciana no podía entrar con nadie a la sala de ecografías, así que les grababa videos en selfie para mostrarles en vivo cómo crecía Pilar.
“Y ahora me muero de miedo / Me siento valiente / No sé qué decir / Te miro y me quedo / No tengo palabras / Para hablar de ti”. Fanático de “La Sole”, Víctor le pedía a Luciana que le pusiera la canción “Eres” para que Pilar la escuchara desde la panza. También le grababan audios presentándose.“Al estar lejos, me daba mucho miedo que no me reconociera la voz cuando naciera, que fuéramos desconocidos”, cuenta Víctor.
Víctor Aráoz y Ezio Quijano posan con su beba en su nueva casa. Foto: Fernando de la Orden
No fue para nada así. “Sentí una conexión inmediata con Pilar, cuando llora me la pongo en el pecho y es inexplicable, pero se calma, y le canto y le hablo y me reconoce”, asegura. Para Ezio, es “una revolución de sentimientos y de la vida”. “Nosotros éramos muy estructurados, a las 19.30 cenábamos, a las 20.30 terminábamos de limpiar todo y a las 21, estábamos acostados y era así siempre, porque a las 6 de la mañana al trabajo. Ahora no tenemos horario y estamos felices, porque nos encanta y estamos aprendiendo mucho”, afirma.
Ahora, se turnan para cuidarla. Ambos tienen que trabajar, porque la ley solo da dos días a los padres varones por nacimiento de los hijos. “Yo me tomé una licencia de 10 días por cuidado familiar, pero creo la licencia debería ampliarse y, de esos 90 días que tiene la madre, debería existir la opción de que si no hay madre, se la pueda tomar el padre. Y si hay madre y padre, que puedan elegir cómo tomárselos. En adopción, es lo mismo. Le dan 45 días a la madre, pero el padre no aparece”, destaca Víctor.
Una de las ecografías desde las que Víctor y Ezio vieron a Pilar, a la distancia.
La historia de Pilar se volvió noticia a fines de septiembre, cuando se acercaba el momento del parto. Tenía que nacer en Capital para facilitar los trámites. El problema –además del vacío legal- es que por la pandemia no había vuelos.Ezio y su cuñado se hicieron un hisopado, un requerimiento para transitar por la ruta, pero aunque les dio que no tenían coronavirus, en la app Cuidar figuraba que sí estaban infectados. Nadie les daba una respuesta y no podían seguir demorando el traslado porque Luciana ya estaba de 34 semanas. Decidieron agarrar el auto y salir igual: de Lomas de Zamora a Mendoza y de Mendoza a Lomas de Zamora no se encontraron un solo control.
“Cuando salimos en los medios, me di cuenta de la responsabilidad que tenemos ahora de poder transmitir bien la información”, explica Víctor. Los contactaron unas diez parejas de todo el país que querían asesorarse. “Les digo que tengan esperanza, porque se puede hacer en Argentina, asesorarse con los que saben, en nuestro caso María Rachid estuvo siempre, y, lo más importante, encontrar a la persona adecuada, tener a alguien con quien compartir esto,una amiga o un familiar, nosotros somos los más afortunados por tener a Luciana en nuestras vidas”, relata.
Y lo otro es no romantizar y no olvidar que la fertilización in vitro “es un tratamiento médico como cualquier otro, que puede tener resultados negativos”, agrega. “En mi caso, hasta que Luciana quedó embarazada, fue muy difícil, porque esto no es poner un embrión en un útero y listo, prendió, ya está embarazada. Para nosotros cada negativo era un baldazo de agua. Y vos estás tratando de manejar tu ansiedad y tenés por ahí 15 mensajes de WhatsApp preguntándote: ‘¿Y? ¿Dio positivo?’”, explica.
“Lo que hizo Luciana para nosotros fue algo increíble”, afirma Ezio por teléfono y en voz baja, porque Pilar está al lado. Dice que está cansado pero “feliz” y que ya empieza a distinguir qué llanto es de hambre y cuál de que es hora de cambiar el pañal. La beba toma leche de mamadera desde que nació y duerme como mucho tres horas de corrido. “Nos encontramos muchos obstáculos por la pandemia y por gente, como un escribano en Mendoza que no quiso firmar un consentimiento porque éramos una pareja de dos varones”, resume. “Pero si hay amor y respeto, hay una familia, y siempre va a haber gente decidida a ayudar”, concluye.
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