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Darío Epstein (@DarioEpstein)
En el acumulado del año 2020, Covid mediante, el dólar ha perdido valor frente a las principales divisas del mundo. Frente al euro, la
moneda norteamericana ha perdido 8,4%, fente al yen japonés 4,7%, y en el último mes las monedas emergentes, como la lira turca o el real brasileño, se han ido fortaleciendo. Recientemente, el Citigroup pronosticó que el dólar perderá otro 20% en 2021, mientras que el banco holandés ING pronosticó una caída adicional de 10% para los próximos 12 meses y Goldman Sachs de 6%.
El índice DXY, una medida del valor del dólar medido contra un conjunto de monedas pertenecientes a la mayoría de los socios comerciales de los Estados Unidos, se encuentra en el nivel más bajo desde comienzos del 2018. El consenso entre los inversores sobre los motivos detrás de esta depreciación del dólar, tiene como eje un gran supuesto: el coronavirus comenzará a ser un tema del pasado en los próximos meses gracias a las vacunas y esto permitirá a las economías mundiales a volver a la senda de crecimiento sostenido. De esta manera, los inversores se alejan de los activos más seguros (EE.UU.) y llevan sus inversiones a otros activos de más riesgo pero que también ofrecen mayores retornos. Esto perjudica al dólar.
Otro motivo que explica la depreciación del dólar es la elevada emisión monetaria de la Reserva Federal norteamericana para mitigar el impacto económico del coronavirus. El paquete fiscal de más de US$3 billones implementado por los EE.UU. en marzo junto con los US$900.000 millones que proponen los legisladores demócratas para antes que finalice el año, pone más presión bajista al dólar norteamericano.
Sin embargo, un dólar depreciado o débil no solo es buena noticia para las cotizaciones de las acciones de aquellas multinacionales que tengan una importante presencia en el exterior (porque los ingresos en países foráneos, representan más ingresos en términos de la moneda norteamericana), sino que también ha sido favorable para los commodities, que desde mitad de año han operado en sentido contrario al dólar. Este fenómeno ofrece una oportunidad a países como Argentina, considerados como exportadores de materias primas.
Los commodities y la oportunidad para Argentina
La suba de los precios de las materias primas desde comienzos de año, ofrecen una excelente oportunidad para un país como la República Argentina que no solo posee un bajo nivel de reservas, sino que también carece de un acceso adecuado al financiamiento en los mercados internacionales.
Los commodities tienen el potencial de mejorar el alicaído nivel de reservas que posee nuestro Banco Central y de reemplazar a los dólares financieros que no vendrán en el corto plazo y que ayudarán a nuestro país a cubrir parcialmente sus necesidades de financiamiento. Por ejemplo, se estima que la reciente suba del precio de la soja le otorgará entre US$6.000 y US$7.000 millones adicionales el próximo año a la cosecha fina (enero) y gruesa (que comienza en abril).
La soja hoy se encuentra en un máximo de los cuatro últimos años y, en 2020, ha trepado 23%. El oro (20,1%), la plata (35,9%), el trigo (4%) y otras materias primas, también han subido en el año. Sólo el petróleo (-26%) ha mostrado un rendimiento negativo, asociado a la falta de actividad económica por culpa de la pandemia.
Entonces, ¿podrá la Argentina beneficiarse de la tendencia que se abrió este año para los mercados emergentes de la mano de la suba de los precios de los commodities?
La respuesta es si, pero nuestro país deberá antes hacer ciertos deberes que ayuden a las empresas exportadoras de materias primas a liquidar divisas y a las multinacionales a interesarse en invertir en nuestro suelo. El petróleo, el litio y otras materias primas abundan en Argentina pero los gobiernos provinciales y el Gobierno nacional deben incentivar o al menos no desalentar estas inversiones.
Tomemos por ejemplo el acceso a los mercados de capitales internacionales para ilustrar la necesidad de aprovechar la suba en el precio de los commodities y la debilidad del dólar. Una moneda norteamericana depreciada ayuda a los emisores de deuda a abonar más fácilmente sus compromisos internacionales. Es por este motivo que los países de la región, han podido financiar sus necesidades con tasas de interés como nunca antes se habían visto en el mundo, incluso a pesar de la caída de los PBI, de la explosión de déficits fiscales y de la deuda pública. Pero Argentina, como también Venezuela y Ecuador, no contaron hasta ahora con este beneficio inesperado. Argentina sigue teniendo un enorme problema para financiar su deuda proveniente del elevado déficit fiscal, solamente financiado por su Banco Central.
Por este motivo, nuestro país debe aprovechar su envidiable posición en términos de riquezas naturales para invitar inversiones e incentivar la liquidación de divisas y así sumar reservas en el BCRA.
El riesgo país continúa siendo muy elevado y dificulta cualquier proyecto de inversión de largo plazo que se realice en los sectores de materias primas. La sensación que existe un retraso cambiario frente a una expectativa privada de inflación del 52,1% para los próximos 12 meses, también ahuyenta inversiones y dificulta que el productor agropecuario del complejo oleaginoso pueda adueñarse de la reciente suba de precios internacionales.
Argentina se encuentra en el mejor momento de los últimos cuatro años para aprovechar la cotización de los commodities. Debemos hacer deberes y trabajar para restablecer la confianza que nos permita incrementar el nivel de reservas que, en ausencia del financiamiento externo y del turismo internacional, solo vendrán de la mano de las materias primas.
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