Desde que se especializó en genética, Esteban Lombardía lleva años dedicándose a revolucionar técnicas. Un trabajo que es manual y delicado le permitió descubrir que había otras formas de esterilizar el
instrumental. Junto con Adrián Rovetto, otro científico pero especializado en biotecnología, se lanzaron a los indicadores biológicos para el control de los procesos de esterilización, lavado, higiene y termo desinfección.
Son utilizados principalmente en el área de salud de los hospitales, centros odontológicos y oftalmológicos, en la industria farmacéutica y cosmética y en el tratamiento de desechos de productos médicos y biológicos, entre tantos otros.
Una vaquita entre parientes y amigos les permitió en 2006 el nacimiento de Terragene que, integrada verticalmente, elabora unos 150 productos en una planta en Alvear, sobre la ruta 9 y a 10 kilómetros de Rosario. Desde allí exportan a más de 60 países y emplean a 315 personas. Unos 30 productos que componen su línea de Esterilización y Control de Infecciones cuentan con aprobación de la exigente FDA de EE.UU. En los comienzos cuando trabajaban como investigadores del Conicet percibieron que no había desarrollos locales para el control de infecciones. Y se volcaron hacia un indicador biológico descartable de un solo de uso. Se basa en la espora bacteriana que es la forma de vida mas resiliente que se conoce. Se colocan en un tubo plástico en el proceso de esterilización y acompaña a todo el material de un hospital que requiere esterilizarse. Si se elimina una determinada cantidad de esporas, indica que el trabajo estuvo bien hecho. Hoy exportan el 96%.
La empresa es líder global en productos de control de infecciones y compiten con gigantes internacionales de la talla de 3M.
Un proyecto que lanzaron llave en mano es Protergium. En este caso tomaron secuencias de hongos e insectos que afectan a los cultivos y los ponen en contacto con las plantas para activar su respuesta defensiva. Como sucede con las vacunas. Solo que lo hacen en base a biomoléculas inteligentes sin aplicación de químicos y es una manera de devolverles vida a los cultivos con mayores rindes. “Después de identificar distintos problemas de patógenos en los cultivos, identificamos proteínas de hongos o insectos y las recombinamos de manera de poder emplearlas para fumigar distintos cultivos o de ponerlas en contacto con semillas”, dice Lombardía a Clarín al completar que se estimula el sistema inmune de la planta. “Se genera una respuesta natural; se defiende mucho mejor y el rinde es más alto aun cuando la enfermedad llega”. La innovación, explica, reduce significativamente el uso de agroquímicos, fungicidas e insecticidas.
Terragene contabiliza nueve patentes, una sede en Houston y otra en China. Acaban de llegar a México.
Estos científicos sub 45 son egresados de universidades públicas, pasaron por el Conicet y la mayoría de su equipo de investigación, al que destinan el 5% de la facturación anual, son profesionales altamente calificados que también pasaron o son becarios actuales del Conicet.
Terragene está alcanzada por la flamante ley de la economía del Conocimiento. Esta tarde en Alvear celebraban la reglamentación de la norma que les da el marco, precisamente, para seguir innovando.
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