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La aprobación en el Senado de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) significó un golpe para los “celestes” de Juntos por el Cambio, una mayoría dentro del espacio, y sumó otro sinsabor para Mauricio Macri, que hasta último momento llamó a sus correligionarios a “no ser funcionales” al Gobierno.
Los intentos del expresidente por convencer a los “verdes” fracasaron y el proyecto se convirtió en ley, algo que fue entendido como una victoria al oficialismo que había impulsado la iniciativa y que en los últimos días había salido a buscar los votos uno por uno.
Ese fue otro de los temas que le molestó a Macri, que en sus diálogos de estos días aseguró -según confiaron quienes lo visitaron- que él había sido “prescindente” sobre el tema cuando se debatió durante su Gobierno, dando “total libertad de conciencia”, a diferencia de la actitud del presidente Alberto Fernández y de su entorno, quienes “jugaron fuerte” para aprobarlo, de acuerdo con sus palabras.
La derrota del ala celeste dentro de JxC, con Macri a la cabeza, comenzó a gestarse cuando fracasó el intento de los más duros para lograr que el interbloque no diera quórum a la sesión. Los verdes se negaron, y tampoco aceptaron rechazar el proyecto o exigir cambios en masa para que la iniciativa regresara a Diputados.
Así se impuso el mismo criterio que primó en 2018, de otorgar “libertad de acción” a todos para que votaran más allá de conveniencias partidarias.
En ese escenario, si Macri buscaba recuperar su liderazgo mediante una victoria celeste, no lo logró. En cambio otras caras más asociadas al voto verde, como la del radical Martín Lousteau, sumaron protagonismo.
“Le molesta la funcionalidad al kirchnerismo”, dijo a Télam uno de sus exfuncionarios para explicar el ánimo de Macri en las últimas horas, cuando ya la victoria de los verdes era evidente.
El ala dura de PRO no puede reprocharle nada a los radicales, la única de las tres fuerzas de Juntos por el Cambio (UCR, PRO y Coalición Cívica) donde los verdes fueron mayoría, porque pertenecen a otro partido, y el aborto legal pareció convertirse para varios en bandera partidaria, como el divorcio vincular en los ’80.
En cambio, provocó irritación la postura a favor del aborto que tuvo el senador misionero Humberto Schiavoni, un PRO puro, cercano a Macri y presidente del partido varias veces, junto a la cordobesa Laura Rodríguez Machado, clave en la campaña de Macri en esa provincia para ganar la presidencial en 2015.
“No se puede entender que sean tan funcionales al kirchnerismo, y encima en Córdoba el 80% de los votantes de JxC es celeste”, se horrorizaba un dirigente celeste desencantado, en diálogo con esta agencia.
Esa misma tesis sostiene Macri, y algunas versiones indicaban que habló personalmente con ambos para persuadirlos, aunque ellos lo negaron enfáticamente, y el macrismo también.
“Lo desmiento totalmente, fue muy respetuoso en 2018 y también esta vez, no hubo ningún tipo de presión (de Macri) ni de ningún dirigente del partido”, dijo Schiavoni esta semana en una entrevista. Una respuesta similar dio Rodríguez Machado.
Otra vez marcando diferencia con Macri, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, decidió no tomar posición pública sobre el tema (se sabe que tanto él como la exgobernadora María Eugenia Vidal rechazan el aborto), y se mantuvo al margen, algo que para los duros resulta otra prueba de la tibieza que le endilgan. “En estos temas hay libertad de conciencia”, aseguraron fuentes porteñas.
Si hubiera querido enojarse, le sobraban motivos. Los dos senadores de JxC por la Ciudad (Lousteau y Guadalupe Tagliaferri) no solo dieron sus votos a los verdes, sino que militaron para esa victoria.
Así, mientras Lousteau trató de ponerse a la cabeza y capitalizar entre el electorado el voto verde radical, Tagliaferri contó los votos junto a la presidenta del bloque del Frente de Todos en el Senado, Anabel Fernández Sagasti.
Lejos de las disidencias en el PRO, la Coalición Cívica tuvo el tema más fácil en esta sesión: no tiene ningún senador en el Congreso.
“Hemos convivido y debatido con mucho respeto y cuidado, y quiero remarcar que no hubo problemas”, dijo a Télam Maximiliano Ferraro, presidente de la CC, sobre la postura de su partido, que en Diputados había mostrado 9 votos en contra, 4 a favor y una abstención.
Entre los radicales no fue tan sencillo. Los cuadros más progresistas del partido, y sobre todo las mujeres, presionaron a sus correligionarios para que apoyaran el proyecto que declara el aborto legal.
Una muestra de esa pelea fue que el presidente del partido, el diputado mendocino Alfredo Cornejo, se abstuvo en la votación en la Cámara baja para mostrarse equidistante.
A diferencia del PRO y la CC, en la sumatoria de todos sus legisladores, los radicales aportaron más votos verdes que celestes en el Congreso, pero hasta el mismo día de la votación en Diputados las “correligionarias” llegaban al despacho de Cornejo buscando convencerlo del voto verde.
Algo parecido pasó en las últimas horas en el Senado con su par, el pampeano Juan Carlos Marino, cuando la Juventud Radical de Santa Rosa emitió un comunicado instándolo a cambiar su voto, y apoyar el IVE.
Mientras tanto, poco antes del inicio de la sesión, otra radical, la tucumana Silvia Elías de Pérez, había dicho que si el proyecto se convertía en ley recurrirían a la Justicia porque era “inconstitucional, absoluta y flagrantemente”.
“La votación depende de que los senadores sigan sus convicciones, que han reiterado muchas veces a lo largo de este tiempo, o de que cedan a las presiones que nunca antes hemos visto en la persona del presidente de la Nación, Alberto Fernández”, se plantó la senadora radical, a contramano de la mayoría de sus correligionarios.
Como pasó en 2018 (cuando los enfrentamientos internos fueron incluso más cruentos) todos descuentan que la sangre no llegará al río. Y habrá que esperar a la próxima batalla para ver si algún sector logra imponerse para liderar la coalición opositora.