Oscar Cetrángolo, economista, escribió y estudió en las últimas décadas acerca de varios temas que el Gobierno ha puesto en la agenda: los sistemas tributario, de salud, previsional y de coparticipación.
Es profesor en la Facultad de Ciencias Económicas e investigador del Conicet y el Iiep. Acá, un resumen de la conversación con Clarín.
– ¿Cómo quedó la economía en términos fiscales para 2021?
– Va a cerrar con un déficit primario no tan alto como el previsto al comienzo de la pandemia porque hubo una caída tremenda en el gasto de capital. Así el Gobierno cumplirá la meta de este año sin ningún problema. Al incluir los intereses de la deuda el rojo estará arriba de 8%.
– ¿Qué implica para este año?
– El Gobierno quiere ir a un déficit de 4,5% del PBI y el FMI pedirá uno de 3% o 3,5%. Si fuera el Gobierno trataría de adelantar de gastos de este año a diciembre de 2020 con la excusa de la pandemia y de que no hay acuerdo con el FMI. No le cambia nada a la Argentina tener un déficit fiscal de 6% del PBI o 7% para 2020. El año que nos monitorearán será 2021 y 2020 ya quedó atrás.
– ¿Es cumplible la meta de 4,5%?
– No es una meta muy complicada desde lo técnico. Desde lo político se enfrentarán desafíos. En un año electoral el Gobierno deberá: frenar los gastos extraordinarios que hubo en 2020, evitar la tentación de recomponer el achicamiento del gasto de capital, sostener la recaudación, aplicar el ajuste de la movilidad jubilatoria y no atrasar más las tarifas, o sea, los subsidios.
– ¿El FMI ayuda o complica más?
– Un acuerdo otorgaría más facilidades para rollovear los pagos de este año. Pero hasta ahí. Argentina tiene que resolver una cuestión de índole más estructural: el país no puede sostener un déficit fiscal de más de 4% del producto, ¡es altísimo! Y para bajar ese desequilibrio no hace falta un acuerdo con el FMI sino trabajar reformas fuertes y en serio.
– ¿Cómo cuales?
– Nombro tres: previsional, tributaria y de salud.
– ¿Qué le pareció el debate sobre la ley de movilidad jubilatoria?
– Soy muy crítico del debate y de la fórmula. Primero, no encuentro ningún elemento o evidencia para asociar la movilidad previsional con la recaudación tributaria. Ni uno. Los elementos en el mundo para llevar a cabo ello son dos: el salario o la inflación. En la medida que el sistema previsional argentino es una mezcla entre gente que aportó y gente que no lo hizo, lo razonable habría sido un mix entre salarios y precios. Pero no, acá se usó una fórmula que puede generar situaciones no deseadas en función del ciclo de la economía y futuras reformas tributarias.
– ¿Por qué es clave la reforma previsional para la macroeconomía?
– Porque el gasto previsional es la mitad del presupuesto nacional y cualquier sendero a la consolidación fiscal requiere una reforma del sector, lo cual no quiere decir bajar el gasto sino hacerlo sostenible. No creo que la fórmula aprobada la semana pasada solucione algo de esto.
– Mencionó la salud, ¿qué hace falta?
– Sucede lo mismo que con la reforma previsional. Todos estamos de acuerdo con que hay que hacer cambios, el tema es que no coincidimos con la reforma que quiere el otro. El sistema de salud es altamente ineficiente e inequitativo en este país porque la provisión de la salud es muy distinta a donde se viva. Los sindicatos y las prepagas están preocupados porque no les dan los números. Pero lo cierto es que cada uno, Gobierno, sindicatos y empresas tienen en sus cabezas esquemas muy distintos: no alcanza con decir “hay que reformar”. Esto se dice desde 1973 que hay que reformar el sistema de salud.
– ¿Cuanto gasta Argentina en salud?
– Unos 10 puntos del producto. Pero el gasto público son 3 puntos y de ahí la mitad son las provincias con lo cual el gasto nacional en salud es muy bajo. El componente no estatal son 3,5%-4% del PBI de las obras sociales-PAMI y otros 3 puntos más de privados lo que da idea de que tan ineficiente es el gasto en salud en Argentina porque las personas gastan de su bolsillo más dinero por un mismo servicio.
– Mencionó lo previsional, salud y tributario. Pero en 2020 saltó otro tema en la agenda y fue la coparticipación con las idas y vueltas entre la Nación y la Ciudad. ¿El Gobierno se metió en una encerrona?
– No lo sé. Pero lo que sí veo es que los porteños quedaron rehenes de una disputa entre partidos políticos. Acá no se respeta la Constitución. El conflicto empezó cuando la Nación, en la época de Cristina Kirchner, dejó de financiar a la policía de la Ciudad. No se pueden transferir servicios sin recursos.
– Sistema previsional, coparticipación, salud. Son todos temas técnicos y complicados muchas veces cooptados por intereses electorales
– Opinar de lo que no se sabe explica un poco el mundo actual. Los diputados y senadores hablaron de esta ley de movilidad jubilatoria como una reforma previsional y no lo fue. Pero la idea de que la reforma previsional es un reforma del índice de actualización se viene utilizando desde 1958 cuando se estableció el 82%. Nunca se logra un debate en serio salvo la de los 90 que fue negativa pero que en definitiva recreó un debate más profundo y largo.
– Mauricio Macri hizo gradualismo en lo fiscal. ¿Fernández también?
– Para mi Macri fue al revés. Creyó que bajando alícuotas e impuestos, la oferta de la economía reaccionaría. El problema de Macri no fue de gradualidad o velocidad del ritmo al que tenía que bajar el déficit sino de dirección. La situación del Gobierno es más difícil de evaluar porque en el medio cayó la pandemia y el contrafáctico es más difícil. Pero aún dándole el beneficio de la pandemia, noto una disociación entre el tema del déficit y la deuda. La deuda es consecuencia de que Argentina tiene un déficit inmanejable. La deuda puede ser herencia de Macri pero el déficit es herencia de Cristina Kirchner.
– ¿Qué se puede esperar de la agenda con el FMI?
– El FMI te obliga a ser cuidadoso con los números y metas claras. Las cosas que tiene que hacer Argentinas las tiene que hacer porque tiene y no porque el FMI lo diga.
– ¿Podría hacerse una reforma del Estado como la de los 90?
– Creo que nadie piensa hoy en hacer una reforma del Estado como la que hizo Menem. Muchos dicen “hay que reformar el Estado para bajar el empleo público” y la verdad es que la evidencia muestra que el nivel de empleo público no tiene nada que ver con el déficit fiscal. El empleo público tiene que ver con tener un aparato eficiente. Si vamos a hablar del gasto hay que tener en claro en qué se gasta y cuáles son las prioridades. Hay cuestiones de largo plazo como la educación y la reconstrucción del aparato productivo, y otras de corto.
– ¿A qué hay que prestarle atención en las próximas semanas en términos económicos?
– Es importante que el Gobierno defina una unidad de criterio para conducir la economía. Vemos que un área dice una cosa y enseguida otra afirma lo contrario. Hoy el problema con la economía del Frente de Todos parece más político que técnico.
– Dijo que la meta de déficit de 4,5% no es complicada en lo técnico, ¿puede ser menor a 4% entonces?
– Hay dos condiciones para que ello se cumpla. Que la economía internacional se recupere rápido de la pandemia y que el Gobierno se encuadre detrás de una idea ordenada. No es tan complicado y de hecho el gobierno de Macri lo había hecho recomponiendo la política tributaria. Aclaro, por las dudas, que no digo de volver a la política del gobierno anterior sino a una que sea consistente.
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