La decisión de garantizar el abastecimiento interno
es el principal argumento esgrimido por las autoridades nacionales y dirigentes del sector privado que avalan la medida tomada la semana pasada por el Ministerio de Agricultura de suspender el registro de exportaciones de maíz de la campaña 2019-2020.
El objetivo es priorizar la provisión del mercado interno ante las complicaciones que desde determinados sectores productivos -en especial los relacionados con la producción de carne aviar, porcina y vacuna- para obtener materia prima para alimentar a sus animales a pesar de la cosecha récord alcanzada la campaña pasada.
Argentina es un gran exportador mundial del cereal, pero también posee un alto consumo interno, que en su gran mayoría es dedicado a la alimentación animal.
Según un informe la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la producción de maíz fue de 51,5 millones de toneladas en la campaña 2019/20. De ese total, más de 38 millones de toneladas fueron consideradas como saldo exportable, mientras que el remanente tuvo como principal destino a los corrales de engorde o feedlots, tambos de producción lechera, granjas de cerdos y criaderos avícolas.
Sin embargo, desde hace varios meses varios sectores de la producción salieron a advertir que, a pesar del volumen récord de producción, enfrentaban complicaciones para poder adquirir el maíz destinado a alimentar sus animales.
En diálogo con Télam la semana pasada, horas después de que el Gobierno anunciara la suspensión temporal del registro de exportaciones, el presidente de la Cámara de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Roberto Domenech, sostuvo que “no es mucho el maíz que queda y son muchos los sectores que venimos con muchas dificultades para conseguirlo, ya desde hace 90 días”.
El dirigente empresario avícola dijo que las complicaciones que tuvieron en los últimos meses para conseguir maíz impactaron en el alimento balanceado que consumen los pollos.
En este sentido, comentó que la fórmula debería estar compuesta con 63% de maíz, pero por la falta de oferta, algunas empresas están trabajando con una participación del 40% al 45%.
“En el mercado en la actualidad hay tres posiciones, cuando normalmente, siempre había dos: el productor ponía el maíz y nos peleábamos entre la exportación y el mercado interno para hacernos del producto. En este momento es de tres patas: el mercado interno, la exportación y el productor, que quiere tenerlo él. Creo que esta medida hace que la exportación de alguna manera descomprima la demanda”, concluyó.
Es por esto, sumado a otras complicaciones, como la fuerte suba de los últimos meses del maíz hasta los $16.000 a $17.000 la tonelada, que el Gobierno decidió preservar poco más de 4 millones de toneladas para consumo interno hasta que comience a ingresar la nueva cosecha en marzo.
En un comunicado, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, precisó que hasta el momento se autorizó la exportación de 34,23 millones de toneladas de maíz de la campaña 2019/20, sobre un total teórico exportable de 38,50 millones de toneladas, es decir que se ha cumplido con el 89% del mismo.
“El objetivo de la medida es que las 4,27 millones de toneladas restantes queden disponibles para el consumo interno, con el objeto de asegurar el abastecimiento durante los meses del verano, cuando la oferta de cereal tiende a escasear”, sostuvo el Ministerio de Agricultura.
Si bien la medida fue apoyada por algunas empresas o cámaras del sector cárnico, el grueso la rechazó, lo que generó la protesta y finalmente la decisión de cese de comercialización de granos tomada esta tarde por tres entidades que conforman la Mesa de Enlace -CRA, Sociedad Rural y Federación Agraria-.