Un Nicolas Cage enfundado en un traje negro mira seriamente a la cámara y dispara una catarata de insultos al aire, todos con la palabra “fuck”. “De todas las
malas palabras en inglés, ninguna es tan maleable como ‘fuck’ (‘carajo’). Es capaz de expresar toda la gama de expresiones humanas”, dice después, ya sentado en un sillón de cuero, rodeado de libros y de botellas, en un ambiente pretenciosamente intelectual.
Así arranca La historia de las palabrotas, la nueva docuserie de Netflix que en tono de comedia, más alguna referencia cultural o sociológica -no del todo comprobadas-, hace un repaso por el pasado y el presente de las malas palabras más frecuentes en Estados Unidos y otros países de habla inglesa.
Cada uno de los seis episodios cortos (de 20 minutos) se aboca a una mala palabra. En el primer capítulo, dedicado a “fuck”, se intenta buscar su etimología -y su relación con su significado más literal: “tener sexo”- a través de lingüistas, profesores y escritores, algunos de ellos especialistas en la materia.
Nicolas Cage encarna a un presentador irónicamente intelectual.
Se creía que la palabra había surgido en la Edad Media en Inglaterra, en tiempos en los que sólo se podía tener sexo si el rey daba su autorización para ello. Si el monarca otorgaba ese derecho, se debía colocar en la puerta un cartel que rezaba “Fornication Under Consent of the King” (“fornicación bajo el consentimiento del rey”), cuyas iniciales forman “FUCK”. Pero se termina admitiendo que eso es sólo un mito, un recurso que se repetirá con otras palabrotas.
La serie también recoge testimonios de comediantes, actores, músicos y gente vinculada con la industria cultural, que explican los distintos usos de la palabra en cuestión. Desde la influencia de Fuck tha police, una canción del grupo N.W.A. -pioneros del gangsta rap- que la comunidad negra tomó como símbolo de protesta, hasta la censura que aún persiste en el mundo del cine y la televisión.
De yapa, el host Cage presenta el listado de los cinco actores más puteadores de Hollywood. Dos datos spoiler: 1) quien lidera el ranking no es Samuel Jackson ni Al Pacino; 2) el protagonista de Adiós a Las Vegas y Contracara no está entre ellos.
La comediante Sarah Silverman es una de las caras conocidas de la docuserie La historia de las palabrotas. Foto Netflix
“¿Por qué ‘mierda’ es una palabrota? Es una palabra de seis letras que significa exactamente lo mismo que la palabra de cuatro letras ‘caca’”, dice la humorista Sarah Silverman al comienzo del segundo episodio, dedicado a “Shit”, otra frecuente puteada que con los años evolucionó hasta tener una acepción positiva.
“Puedes agregarla a cualquier otra palabrota y se convierte en algo genial y divertido”, argumenta Joel Kim Booster, otro comediante. La doctora en literatura renacentista Melissa Mohr explica que como la mayoría de las malas palabras, “Shit” no era obscena al principio: sólo significaba “excremento”.
Cuentan que “Shit” viene del concepto “Ship High In Transit” (“nave en tránsito”), ya que en el 1800, había barcos que transportaban estiércol a través del Atlántico y había que ponerlo bien alto, porque si iba en la bodega, el gas metano corría riesgo de incendiarse con el calor. Pero nuevamente, la anécdota etimológica se desecha.
Isiah Whitlock es un actor conocido por utilizar un “shit” particular en varios de sus trabajos.
“Es una historia un tanto patética. Yo podría haber inventado una historia mejor que esa”, sentencia Isiah Whitlock Jr., un actor que saltó a la fama en la serie The Wire como Clay Davis, un senador corrupto que en casi todas sus escenas largaba un sheeet alargado, con acento sureño. “Mierda se ha convertido en una gran parte de mi carrera”, admite Whitlock.
Al igual que con “fuck”, la expresión “shit” sufrió censura cuando la cultura afroamericana y la explosión del hip hop en los 80′ empezó a popularizarla y a incorporarla al lenguaje corriente.
Los discos que contenían la palabra llevaban la famosa etiqueta negra de advertencia por lenguaje o contenido explícito y/o ofensivo. “Era otro miedo a la cultura juvenil y a la cultura de los negros”, asegura el crítico de cine Elvis Mitchell.
La historia de las palabrotas
La serie de seis capítulos es conducida por Nicolas Cage.
La historia de las palabrotas es una aproximación pasatista al mundo de las malas palabras. Con algo del espíritu de Drunk History, el formato internacional que tuvo su versión argentina con Pasado de copas (con Marcos Mundstock como anfitrión), apela al humor delirante y bizarro -la elección de Cage como presentador va claramente en esa línea- para recorrer la historia de las puteadas más comunes y su impacto cultural.
A “Fuck” y “Shit” le siguen “Bitch” (“Perra), “Dick” (“Verga”), “Pussy” (“Concha”) y “Damn” (“Maldición”), todas de uso frecuente en su traducción al español. Más allá del carácter burlón de la serie, hay un concepto general positivo en torno a la puteada, una suerte de reivindicación que va en contra de quienes sólo la ven como vulgar y como un símbolo de mala educación.
Los testimonios se intercalan con secuencias de películas donde se utiliza la expresión en cuestión; y con animaciones precarias que sirven de ambientación en los recorridos históricos de las palabrotas.
Melissa Mohr, doctora en literatura renacentista, una de las pocas patas “serias” de la docuserie.
Quizás no sea una serie para maratonear, ya que el formato puede volverse algo repetitivo. Pero puede funcionar como un aperitivo pasajero y dinámico para quienes buscan pasar el rato.
WD
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